Fútbol

«También hay partidos amañados en el Mundial»

Alerta global por la proliferación de mafias asiáticas que apuestan en el fútbol moderno

Corresponsal en Pekín Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En estos tiempos globalizados, donde internet nos lleva a la otra punta del planeta en un segundo a golpe de ratón, un partido de tercera en una liga europea genera más expectación en Asia que en su propio país. Por desgracia, el motivo no es la reciente pasión oriental por el fútbol, sino su desmedida afición a las apuestas.

Esa parece ser la razón tras el escándalo que ha sacudido al Eldense, un equipo que ha visto cómo la Policía detenía la semana pasada a varios de sus jugadores, técnicos y directivos tras perder ante el Barcelona B por 12-0, un marcador histórico en la Segunda división B. Las sospechas de amaño en dicho resultado, denunciado por uno de los propios jugadores del Eldense, apuntan a las mafias asiáticas en complicidad con las de Italia, de donde proceden el inversor que gestiona el club desde enero y su entrenador.

A la espera de los detalles que revele la investigación, este caso ha puesto de manifiesto el riesgo de infiltración de las mafias globales en el fútbol español. Su objetivo es muy claro: comprar a los jugadores y árbitros para amañar los partidos y hacer negocio con las apuestas en Asia, donde se mueven miles de millones de euros al año.

«No hay estadísticas fiables, solo estimaciones que varían dependiendo de las fuentes y los expertos. Las más conservadoras calculan que todas las apuestas deportivas del mundo, legales e ilegales, generan un billón de dólares, mientras que otros estudios llegan hasta los tres billones. Con la mayoría de estas apuestas centradas en el fútbol, entre el 50 y 75 por ciento de ellas son ilegales», explica a ABC Javier Mena, investigador y analista del Centro Internacional para la Seguridad en el Deporte (ICSS). Dicha institución, que vela por la limpieza en el deporte y tiene su sede en Doha, publicó en 2014 un exhaustivo informe sobre las apuestas deportivas en colaboración con la Sorbona de París. Tras dos años de investigaciones, sus 70 expertos calcularon que el crimen organizado lavaba unos 140.000 millones de dólares (131.000 millones de euros) con este tipo de apuestas, que ya suponen un tercio del negocio global del juego gracias a internet. Buena prueba de que las apuestas legales son una minoría es que solo tributan unos 4.000 millones de dólares (3.750 millones de euros) en impuestos al año, una minucia en comparación con las astronómicas cifras que se manejan en las ilegales.

«El problema es que la tecnología avanza más rápido que la legislación y la mayoría de los operadores deportivos se mueven en un limbo jurídico, funcionando desde países de Asia con poca presión fiscal y escasas inspecciones y ofertando sus apuestas a través de internet en lugares donde no están autorizados», razona Javier Mena. Con China como gran mercado, calcula que «en un solo partido de la Champions se puede apostar hasta 1.000 millones de dólares (940 millones de euros)». Unas cantidades que han atraído a las mafias internacionales, siempre atentas a los negocios más lucrativos. «No tengo la menor duda de que hay amaño de partidos en las principales ligas de Europa, en la Champions y en el Mundial, sobre todo en las eliminatorias previas y en su primera fase», teme este experto.

«En 2014, durante el Mundial de Brasil, un malasio de origen chino llamado Wei Seng “Paul” Phua fue detenido en Macao, donde operaba una red de apuestas ilegales. Fue liberado al cabo de dos días y se marchó a Estados Unidos, donde el FBI lo arrestó en hotel Caesars de Las Vegas haciendo exactamente lo mismo», cuenta Mena. Aunque aclara que Phua fue investigado solo por un delito de apuestas ilegales, sospecha que es «99 por ciento probable que influyera en algún resultado porque tenía vínculos con una tríada de Hong Kong, la 14K, y la operadora deportiva IBCBet, que ahora se llama Maxbet».

Para hacer estas afirmaciones, el experto del ICSS se basa en su concienzudo seguimiento de los extraños movimientos detectados durante los últimos años en el mundo del fútbol, donde están entrando extraños grupos anónimos con oscuros intereses muy alejados de los deportivos. «En el fútbol italiano, la manipulación de sus resultados ha estado tradicionalmente controlada por las mafias de ese país, que en 2010 se aliaron con las casas de apuestas asiáticas», recuerda Mena. Desde entonces, dichas organizaciones se han extendido por Europa, sobre todo por los países del Este, y ahora parece que han puesto sus ojos en España.

«El problema es que en nuestro país no se exige transparencia a los inversores que adquieren clubes de fútbol, que ponen su dinero sin que se les pregunte de dónde viene y se hacen con el control de los equipos», critica Mena. En su opinión, se trata de un «problema estructural» tanto en España como en Portugal, ya que «la opacidad sobre la propiedad y las inversiones en el mundo del fútbol permite que los grupos criminales penetren en clubes con problemas económicos para amañar los partidos o lavar dinero».

Como ejemplos, recuerda que el Málaga recibió «ofertas de compra de grupos mexicanos que nunca llegaron a identificarse y cuyo representante era un colombiano buscado por tráfico de drogas». Por el club malagueño también se interesaron dos agentes españoles de jugadores, uno de los cuales fue detenido luego por la Udyco, conectados con un oscuro inversor albanés, Rezart Taçi, presuntamente vinculado a un holding ruso-ucraniano de Odessa. Ninguna de estas operaciones salió adelante, pero peor suerte corrió el Rácing de Santander, adquirido en 2011 por un empresario indio, Ahsan Ali Syed, a quien se le había prohibido en Inglaterra la compra del Blackburn Rovers por tener deudas con la Hacienda británica desde 2001. Los problemas por impagos que sufrió el club cántabro bajo la gestión de Ali Syed ocupan una buena hemeroteca.

Como entrar en un club de Primera división resulta más difícil para las mafias, lo están intentando en Segunda B. ¿Pero qué interés puede generar en las apuestas asiáticas un partido como el Barcelona B-Eldense? Sorprendentemente, Javier Mena explica que «el volumen de apuestas que atraen estos partidos menores es lo suficientemente grande como para hacer una inversión de entre 150.000 y 300.000 euros, que es lo que cuesta comprar un club y sobornar luego a algunos jugadores para que se dejen perder. Un dinero que se puede recuperar en pocos partidos».

Además de los directivos corruptos que trabajan para las mafias, en estos amaños suelen estar comprados varios jugadores de la plantilla y algunos técnicos, así como los árbitros y algún representante que sirve de intermediario. Según calcula Mena, «en España no se suele pagar más de 10.000 euros a los jugadores por dejarse perder y en Sudamérica entre 5.000 y 7.000 dólares».

Cuando el dinero no es suficiente, las mafias recurren a la violencia, como suele ocurrir en la Europa del Este, Chipre y Grecia, donde hay jugadores, entrenadores y árbitros amenazados. «En el fútbol español no hemos visto este grado de intimidación, pero es cuestión de tiempo si no se toman medidas preventivas», alerta Javier Mena. En su opinión, «la corrupción futbolística española ha sido interna y atribuida a los famosos maletines para evitar descensos, pero las apuestas están ahora cobrando peso y son cada vez más sofisticadas». Aunque todavía no se han detectado mafias detrás de los partidos en España, sí están intentando entrar ya en algunos clubes.

Ver los comentarios