Champions League

Mourinho vuelve a Lisboa 17 años después

El entrenador del United debutó en Da Luz en 2000, pero las cosas no le salieron como habría deseado

FRANCISCO CHACÓN

José Mourinho vuelve al lugar donde comenzó su carrera fulgurante 17 años atrás. Como entrenador del Manchester United, se sienta este miércoles 18 de octubre en el banquillo visitante del Estadio Da Luz para enfrentarse al Benfica, el primer equipo que le dio la oportunidad de propagar su personalidad como técnico .

Corría el mes de septiembre del año 2.000 y las ‘águilas rojas’ no estaban satisfechas con la etapa de Jupp Heynckes (hoy ‘resucitado’ en el Bayern Múnich), quien había desembarcado en Lisboa procedente del Athletic de Bilbao, el Tenerife y el Real Madrid, sucesivamente.

De modo que se trataba de buscar un revulsivo a toda costa. ¿Una vieja gloria o un preparador de nueva hornada? La solución estaba muy cerca: en Setúbal, a 50 kilómetros de la capital portuguesa.

Allí, en su localidad natal, se encontraba ocioso el aspirante al olimpo de los estrategas, toda vez que habían concluido sus dos periodos como adjunto en el Barcelona: al lado de Bobby Robson y de Louis van Gaal .

Con tal bagaje, Mourinho se hallaba realmente ansioso por dar el gran salto y hacerse cargo de un plantel por derecho propio, pues ya podía acreditar conocimientos de alto nivel en el mundo del fútbol.

Así fue como se asentó en el histórico Estadio Da Luz, feudo de las épicas gestas del Benfica del mítico Eusébio en los años 60 y que fue demolido en 2003, meses antes de la Eurocopa que Portugal perdió frente a Grecia, para desesperación de los aficionados del país vecino.

Hoy retorna a su casa, ubicada en el terreno adyacente a aquel vetusto campo y donde el Real Madrid obtuvo su 11ª Champions tras derrotar al Atlético. Pero, cuando cruce el umbral y pise el césped, a ‘The Special One’ le vendrán a la mente todos los recuerdos de entonces.

Ni siquiera le importó rebajarse el sueldo en relación al que percibía como segundo de a bordo en el Camp Nou porque tenía 37 años y deseaba entrenar con todas sus fuerzas. Además, valoró estar tan cerca de Setúbal, donde su familia echó raíces y que le acaba de rendir homenaje dedicándole la Avenida José Mourinho, en las proximidades del río Sado.

Pero aquella primera experiencia como técnico no salió tan bien como él esperaba y solo duró 11 partidos . Literalmente, no comió el turrón porque su andadura cerró sus puertas el 5 de diciembre.

La cuestión es que su contrato estaba ligado a la permanencia de Vale e Azevedo como presidente… y resulta que perdió las elecciones posteriores.

De modo que su sucesor en los despachos del club encarnado, Manuel Vilarinho, se apresuró a marcar distancias y él terminó por marcharse al Uniao Leiria , 145 kilómetros al norte de Lisboa. De acuerdo, era una plaza modesta, pero no tardó en despuntar a lo largo de la temporada siguiente y pudo disfrutar de la paz institucional que no le acompañó durante su breve estancia de dos meses en Da Luz.

Y ahí, cuando su nombre ya se extendía a lo largo de todo Portugal y los cronistas comenzaban a deshacerse en elogios hacia un entrenador que demostraba firmeza al aplicar su bastón de mando, llegó el incombustible Pinto da Costa con su chequera . Sí, porque el sempiterno presidente del Oporto (aún rige los destinos del equipo de Íker Casillas, líder en solitario de la Liga portuguesa) se dio cuenta del diamante en bruto que podía ‘pescar’.

Así fue como Don José desembarcó en el Estadio do Dragao para irritación de sus antiguos correligionarios del Benfica, el gran enemigo de los blanquiazules.

Nada extraño, por tanto, que fuese recibido de uñas cuando se desplazaba a jugar en la capital portuguesa… con la excepción de sus visitas a Alvalade, donde los seguidores del Sporting le jaleaban por haber abandonado el barco de sus rivales en la ciudad.

A partir de ahí, el éxito y la polémica se dieron la mano en su trayectoria ganadora. Aparte de los títulos domésticos, llevó al Oporto a levantar la Copa de la UEFA en 2003 frente al Celtic Glasgow (en Sevilla, por cierto) y, al año siguiente, se apoyó en la solvencia de Vítor Baia o Deco para batir al Mónaco en la final de la Champions League.

La gloria solo acababa de rondarle. Llegarían después el Chelsea, el Inter de Milán y, cómo no, el Real Madrid , aunque se cruzó en su camino el Barcelona de Guardiola y Messi.

Pero se cuentan por cientos los nostálgicos de su sabiduría en el Bernabéu, igual que el Benfica no puede olvidar que las mieles del triunfo podía haberlas saboreado Mourinho en Da Luz si las circunstancias hubiesen sido distintas. Los caprichos del destino en esta fase de grupos de la máxima competición europea le llevan de nuevo a la ciudad donde llegó a impartir cursos de ‘management’ en la Universidad .

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