Liga francesa

La primera «final» del PSG

Los parisinos intentan despejar en Mónaco las dudas sobre su solvencia en los partidos importantes

Cavani y Neymar celebran un gol contra el Celtic EFE

ALEJANDRO DÍAZ-AGERO

Que los cacareados 222 millones que el Paris Saint-Germain desembolsó por Neymar suponían algo más que otro fichaje que añadir a la rutimaria lista veraniega venía implícito en el precio. La salida del astro brasileño del Barcelona, llamado como está a coger el testigo que Messi y Ronaldo suelten cuando se imponga su ocaso, trasladaba el foco de la esperanza de la Ciudad Condal a la capital francesa. Claro, que en esa riada de dinero no podía leerse que junto al ex del Santos también iba a desembarcar la otra joya de la corona, Kylian Mbappé .

No se ha cumplido aún un año del manotazo de realidad que aquel 6-1 con el que el Barça levantó la eliminatoria frente a los parisinos en los octavos de final de la Champions League, el trofeo más ansiado por el insaciable Nasser Al-Khelaïfi , empecinado como está en hacer de un club adolescente como el suyo (fue fundado en 1970) una referencia mundial. Este año, más que ningún otro, su camino parece totalmente asfaltado hacia ello.

Los títulos, como es lógico por las fechas que corren, aún no lo han podido refrendar, pero el anticipo apunta en una dirección inequívoca. El PSG batió el martes, a falta de una jornada y con pleno de triunfos, el récord de goles en una fase de grupos de la Champions (24) con sólo uno en contra, al tiempo que firmaba su mayor goleada en la competición (7-1 frente al Celtic) y permitía a sus estiletes seguir progresando en la disputa por el trofeo al máximo goleador. Seis dianas lleva cada integrante de esa temible tripleta que conforman, de izquierda a derecha, Neymar, Cavani y Mbappé, con mención especial para cada uno de ellos: el brasileño ha marcado en todos los duelos, el «nueve» charrúa suma 21 goles en todas competiciones y el niño francés ya es el más joven en alcanzar los nueve goles en la competición de la competiciones.

Bien es cierto que habrá quien tire de escepticismo, buen recurso en esto del fútbol, para reseñar que lo logrado por el PSG ha tenido como víctimas a Anderlecht, Celtic y el peor Bayern de Múnich del último lustro, cuesta abajo y sin frenos en las postrimerías de la etapa de Ancelotti al frente de los bávaros, que recibieron un doloroso 3-0. Para convencer a quienes aún no los conciben con vitola de futuribles campeones de Europa, los del Parque de los Príncipes tienen ante sí esta noche la que podría definirse como primera «final» de la temporada contra el único equipo que aspira a intentar hacerle sombra en Francia: el Mónaco, precisamente el equipo donde explotó el joven Mbappe. Si vencen a los monegascos ( 21.00 horas, beIN Sports ), los de Emery abrirían una brecha ya casi insalvable en la clasificación de nueve puntos. Por contra, los del Principado tienen la opción de acercarse a a solo tres puntos.

Buenos escuderos

Neymar, Cavani y Mbappé. Tanto deslumbran los nombres del que por rendimiento debe asumirse ya como mejor tridente ofensivo de Europa que no es fácil que permita ver con claridad lo que tiene tras de sí. Unai Emery goza de una plantilla de ensueño con la que babearía cualquier entrenador, olvidada como parece la confrontación de egos entre Neymar y Cavani que despertó el famoso penalti de la discordia. A absolutas referencias mundiales en sus posiciones como Verratti –la estrella en la sombra de este PSG– o Draxler , suman talentos precoces que rinden a nivel de virtuosos: el poderoso Kimpembe y Rabiot , que apunta a revelación en el Mundial de Rusia. Alves es la dama en el tablero del técnico nacido en Fuenterrabía: cuando el partido es de enjundia, refuerza la media con el poso del veterano brasileño.

Huelga decir que cada exhibición de los parisinos discurre bajo los designios de Neymar, dueño de la pizarra de Emery acostado sobre la banda izquierda pero con libertad absoluta gracias al relevo que sin descanso le presta el profundo Kurzawa, con la alternativa del impresionante Mbappé en la opuesta y el olfato de Cavani en el área. Ellos tres y su temible batería de escuderos practican, a día de hoy y con permiso del Manchester City y de Leo Messi, el mejor fútbol de Europa.

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