Jugadores alemanes, durante su partido contra México
Jugadores alemanes, durante su partido contra México - EFE

Copa ConfederacionesAlemania, una máquina imparable

El conjunto teutón se inspiró en el modelo español para reactivar una sección que busca hoy ante Chile su primera Confederaciones

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Solo cuarenta y ocho horas después de proclamarse campeona de Europa sub 21, Alemania atisba la posibilidad de conquistar la Copa Confederaciones, título que todavía no luce en el palmarés de un país que se ha convertido en una fábrica inagotable de futbolistas talentosos a los que gusta dominar la pelota. Un doblete que puede celebrar esta noche ante Chile, pero que comenzó a gestarse a principio de este siglo después de un sonado fracaso en la Eurocopa de 2004. Entonces, en aquella cita portuguesa, no superó la fase de grupos y la decepción tocó el orgullo de una federación que decidió revisar la filosofía y las estructuras del fútbol germano. Los resultados en los últimos años, más allá de la histórica goleada a Brasil en su Mundial y de la conquista de ese torneo (2014), son espectaculares en la última década en todas las categorías de la «Mannschaft».

De los jugadores que se proclamaron campeones del mundo hace tres años, solo Mustafi y Julian Draxler tienen al alcance la posibilidad de celebrar hoy una nueva conquista. A pesar de la desbandada general, los futbolistas reclutados por Joachim Low, una especie de Alemania B salpicada por jóvenes de la sub 21, no han descafeinado la imagen ni la efectividad de una selección que, como España, ha instaurado una misma doctrina e idea de juego en todas las categorías. Ante las ausencias, el técnico ha mirado a las promesas y futbolistas que hubieran sido indiscutibles en la Euro sub 21 de Polonia han alcanzado la madurez en Rusia con el equipo absoluto. Goretzka, la gran revelación de la Copa Confederaciones, o Werner, titular en las semifinales ante México, son algunos ejemplos.

Apuesta por el toque

Unas incorporaciones de las que no resiente Alemania porque su federación trabaja y ha instaurado un mismo modelo en todas las categorías desde que la selección absoluta se estrellara en aquella Euro de 2004, en la que sumó dos empates y una derrota que provocaron una eliminación dolorosa en la fase de grupos. El fútbol germano buscó una transformación y miró entonces a España, país que cosechaba títulos y despuntaba en las categorías inferiores con una apuesta firme por el juego de toque y posesión. El libro de estilo de Iñaki Sáez, Ginés Menéndez o Juan Santiesteban, entrenadores de la RFEF, comenzó a ser utilizado también por los técnicos germanos. El éxito celebrado por los españoles en el Mundial de 2010 y las Eurocopas encadenadas en 2008 y 2012 refrendaron y reafirmaron la decisión.

Sin renunciar al músculo y al poderío físico, tradicional seña de identidad de su selección, Alemania decidió apostar también por la posesión. Joachim Low lleva perfeccionando desde hace 13 años ese modelo y los éxitos llegan en todas las categorías, el último el viernes en la final de la Euro sub 21 precisamente ante España. Un cambio de mentalidad en el que también se implicaron los clubes al destinar mayor presupuesto para sus canteras.

Bajo esa nueva filosofía, los germanos consiguieron romper una sequía prolongada y, en verano de 2008, levantaron el Euro sub 19, el primer título de sus escalones inferiores desde 1984. Los resultados también han llegado a la absoluta. Desde su Mundial, en 2006, Alemania siempre ha luchado por subir la podio en las grandes cita del fútbol de selecciones y en 2014 tocó el cielo al levantar la Copa del Mundo en Brasil, la cuarta de su historia después de catorce años de espera.

Esta noche, la Copa Confederaciones puede entrar en las vitrinas de una Federación que, además de su apuesta por la calidad, también ha decidido abrir la puerta definitivamente a los hijos de inmigrantes, otro cambio decisivo en la cultura futbolística de este país. Chile es la última etapa de este viaje magnífico.

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