Imagen aérea de Stamford Bridge
Imagen aérea de Stamford Bridge - chelseafc.com
Premier League

Abramovich pide permiso para ampliar Stamford Bridge

El estadio del Chelsea se ha quedado anticuado y pequeño, con solo 41.000 asientos, el octavo aforo de la Premier

Londres Actualizado: Guardar
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Si algo cultivan bien los ingleses es la venta hiperbólica de todo lo suyo, que envuelven siempre en un halo mítico de grandeza. Por eso la primera vez que llegas a Stamford Bridge, el legendario estadio del Chelsea, la palabra que te viene a la cabeza es decepción. Un estadio raro y más bien feo, rodeado de hoteles y construcciones anexas que hacen que no tenga una fachada clara y con un interior que no va mucho más allá del que ofrecen Riazor o Balaídos. Su capacidad es de 41.700 espectadores, el octavo aforo de la Premier, lejos de los 76.000 del United o los 60.000 del Arsenal.

El «nuevo« Stamford Bridge
El «nuevo« Stamford Bridge - lbhf.gov.uk

Pero parece que Roman Abramovich, el magnate ruso que compró el club londinense en 2003, va a dotar a la sociedad de una cancha acorde a su solera.

El pasado día 17, el concejo municipal de Hammersmith y Fulham, en el Oeste de Londres, donde se ubica Stamford Bridge, recibió una petición de licencia para demoler el estadio actual y levantar uno nuevo para 60.000 espectadores. La solicitud fue presentada por Fordstam, una compañía de Abramovich, que según la prensa británica costeará los 500 millones de libras (710 millones de euros) que costaría la reforma.

El próximo 8 de enero se cierra el plazo para presentar alegaciones a una obra controvertida, que generará tensión en la vida vecinal de un barrio cotizado de Londres. Además, las excavaciones serán muy complejas, porque afectarán a la línea de metro Distric Line y al ferrocarril hacia el Sur, que pasan por allí.

Stamford Bridge se inauguró a finales del siglo XIX, pero para el atletismo, como sede del London Athletic Club. El Chelsea juega allí desde 1905 y la instalación ha sufrido numerosas reformas. De hecho con la última en los años noventa perdió aforo, al instalar asientos para todos los espectadores.

Segundo intento

Era un clamor que el estadio se había quedado pequeño, en especial ante el gasto en fichajes que permite la chequera de su propietario ruso, un empresario forjado al calor del desguace de antiguas empresas estatales cuando se disolvió la Unión Soviética y que no es ajeno a la controversia. El Chelsea hizo una oferta para construir su nuevo campo al otro lado del Támesis, no lejos del actual, en la enorme promoción inmobiliaria que está recuperando la central energética de Battersea, célebre como icono pop por ser la portada de un disco de Pink Floyd. Pero la propuesta no cuajó. Curiosamente en 2012 el club había explorado la posibilidad de reconstruir Stamford Bridge y lo había considerado inviable.

Durante las obras el Chelsea podría utilizar Wembley, aunque se habla incluso de Twickenham, reservado ahora al rugby

Durante las obras el Chelsea podría jugar de prestado en otro estadio. Tal es el caso del Tottenham, que mientras no se muda a su nueva cancha disputará sus partidos en Wembley, la catedral del fútbol que sirve de sede a la selección inglesa y que luce espectacular tras una obra de Norman Foster que mudó su cara por completo. El Chelsea podría utilizar también Wembley, aunque se habla incluso de Twickenham, reservado ahora al rugby y donde se acaba de jugar la final del Mundial.

A día de hoy algunos analistas creen que en realidad en Londres sobran estadios, porque algunos, como Wembley y Twickenham, están infrautilizados, vacíos casi todos los días del año. Otra solución habría sido que algunos clubes de fútbol londinense compartiesen cancha, pero eso choca contra el encanto de la tradición.

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