Fórmula 1 | GP de AzerbaiyánLocura total en Bakú

Ricciardo gana la carrera más disparatada y divertida. Volantazo de Vettel a Hamilton. Alonso, noveno, logra sus primeros puntos del año

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Bakú, en el Mar Caspio, deparó la carrera más disparatada y divertida del año. Locura total en la Fórmula 1. Una inesperada obra de arte surgió en las calles de Azerbayán, circuito estrecho, larguísima recta de dos kilómetros y las murallas de la ciudad vieja vigilando. El sinfín de eventualidades, cambios, choques, retiradas, remontadas y demás regaló un resultado imprevisto. Victoria de Daniel Ricciardo con su Red Bull, segunda plaza para Valtteri Bottas (Mercedes) arrebatando al sprint sobre la línea el puesto al adolescente Lance Stroll, podio con un Williams. Vettel le dio un volantazo deliberado a Hamilton que mereció la expulsión y se quedó solo en sanción. Y, al fin, puntos para Fernando Alonso: dos por su novena posición y un motor que no se rompió.

Magnífico espectáculo en las calles de Bakú. Fórmula 1 cambiante y diversa, giros con historia, vueltas calientes en todo momento y mucho movimiento.

Salida incandescente con trompo de Carlos Sainz, accidente de Bottas y Raikkonen y liderato para Hamilton perseguido por Vettel. Aquello que parecía estabilizado fue luego una bendita locura. En 21 vueltas ya habían salido tres coches de seguridad por diferentes incidentes. Y en uno de ellos, la imagen del día.

Hamilton llevó lento al pelotón con el coche de seguridad (puede hacerlo porque lo permite la norma) y Vettel lo embistió por detrás en toque de atasco madrileño. El alemán demostró sus ademanes macarras al ponerse a la altura de su rival y zarandearlo con un volantazo al estilo de las persecuciones de película. Debió ser expulsado, pero solo fue sancionado con diez segundos.

En ese maremagnum, Fernando Alonso se movió con astucia. Fue aprovechando los resbalones de tanta gente (choque de los dos Force India, Ocon-Pérez, Raikkonen, Bottas, Kvyat y Verstappen en el garaje). No es que volase el motor Honda, pero el McLaren y Alonso sí fueron muy solventes en cada curva del trazado. Por ahí escaló muchos peldaños hasta descubrirle en una inesperada quinta posición después de 28 vueltas, tres coches de seguridad y una bandera roja que detuvo unos minutos la carrera por la cantidad de pieza sueltas en la pista.

A Hamilton, que tenía la carrera en el bolsillo, se le salió el protector que rodea el habitáculo y ahí entregó su victoria. Paró a cambiarlo y cuando regresó el orden era inaudito: Ricciardo, en cabeza, seguido de Stroll y Bottas, quien se comió a Ocon, Alonso, Magnussen y todo aquel que se interpuso en el camino de su Mercedes.

«Podríamos haber ganado esta carrera», se lamentó Alonso cuando sobrepasaron los coches más rápidos al motor Honda. La lucha final entre Vettel y Hamilton por la cuarta plaza fue encarnizada y bella. Bottas ganó al sprint la segunda posición y Ricciardo brindó en su bota por el triunfo. No lo hacía desde Malasia 2016. Carlos Sainz, también brillante en ese berenjenal, adelantó a Alonso en los últimos giros y limitó la satisfacción para el asturiano, que se empleó como nunca en el circuito que peor le iba a su lentísimo propulsor japonés.

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