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Carlos Sainz - ARCHIVO

Carlos SainzUn alma solitaria en la F1

Carlos Sainz, un madrileño de vida anónima en Londres, aspira a conducir un Red Bull en dos años

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A Carlos Sainz no le seducen el anonimato con el que se mueve por Londres, el vigor cultural de la City o la múltiple oferta deportiva de una ciudad única. Este madrileño de 21 años que tripula un Fórmula 1 pierde la razón por los snacks de pollo y barbacoa de un restaurante de comida rápida en el barrio de Chelsea, donde vive quinientos metros más allá del estadio de Stamford Bridge. Sainz eligió este distrito chic por su proximidad al aeropuerto de Heathrow. Desde que el año pasado debutó con Toro Rosso, la filial de Red Bull, pasa uno de cada dos días en aviones y salas de espera. Aparece con gorra y camiseta blanca de manga corta.

Es un niño bien, educado y pulcro en las formas que saluda ceremonioso al grupo de periodistas que lo espera.

Independiente desde 2012, cuando vivía en la inhóspita Milton Keynes (la ciudad más extraña de Inglaterra), Sainz se ha convertido en un alma solitaria. «No he logrado hacer vínculos de amistad en Londres. Nunca tengo continuidad para quedar con gente porque siempre estoy de viaje. Me busqué el piso donde vivo y estoy a gusto, pero estoy solo. Echo de menos a la familia y los amigos. Si no fuera porque me apasiona la F1...».

Consiguió 18 puntos en su estreno en la Fórmula 1 a bordo del coche nodriza para jóvenes, el Toro Rosso que también conduce Max Verstappen, la nueva sensación de este deporte. Un buen botín que dejó insatisfecho al rookie español. «No fue el resultado que yo quise. Siete abandonos por causas ajenas a mí fueron muchos. El tiempo me devolverá los puntos que no logré, seguro».

Nadie puede esperar polémicas en la boca de Sainz, salidas de tono o trifulcas baratas. Tipo calculador, hermético y racional, imaginó una trayectoria por fases en la Fórmula 1. «Hasta ahora Toro Rosso suele dar una oportunidad de dos o tres años a los pilotos debutantes. Si lo haces extraordinariamente bien, te llega una opción en Red Bull. Y si conduces un Red Bull, puedes optar a los podios, a ganar o al título. Ese es mi objetivo real: pilotar un Red Bull».

El modelo Alonso

Sainz piensa y sueña por el efecto del deportista español que cambió el modelo, Fernando Alonso. Aun en sus horas más bajas, el asturiano marca la pauta. «Sé que el negocio de la Fórmula 1 en España depende de los resultados de Alonso. Si lucha o no lucha por el Mundial lo cambia todo. Las audiencias de televisión y el interés del público dependen de eso. Lo tengo claro. Yo quiero estar ahí y cuando tengan que hablar de mí, que sea porque lo merezca».

El monótono gobierno de Mercedes y la desaparición temporal de Alonso han lastrado la imagen de la F1 en España. Sainz coincide. No se engaña a sí mismo. «Es cierto. Hoy está de moda en España criticar a la F1. La gente me pregunta '¿qué le pasa a Alonso?', y yo contesto que nada. Está igual que siempre. Para los que no conocen este deporte, es difícil entender que dependes de un coche».

El producto Carlos Sainz arrastra otros envoltorios. Su famoso padre es uno de ellos. El joven piloto tramitó un pacto con su progenitor. «Llegué a un acuerdo con mi padre y él ha dado un paso atrás. Si te ficha un equipo de F1, será porque eres un profesional. No da buena imagen tener a tu padre siempre al lado. Me ficharon a mí, no a él. Nos hemos dado un margen, pero yo quiero sus consejos». Sainz pretende una misión casi imposible. Procurarse diversión en un deporte que tiene más de negocio que de espectáculo. Pero es tenaz. «Estoy orgulloso de lo que he conseguido. Creo que he causado una buena impresión en mi primer año en la Fórmula 1. Y así lo han valorado otros pilotos y jefes de equipo. A los escépticos les dije aquí estoy yo. Pretendo disfrutar de la F1, soy un chaval de 21 años que quiere divertirse. Conozco mucho mejor la categoría ahora y sé lo que tengo que hacer. Cuándo arriesgar y cuándo conservar lo que tengo».

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