Entrevista

Javier Guillén: «La Vuelta es un elemento vertebrador de España»

Entrevista a Javier Guillén, director general de la Vuelta, en vísperas de la presentación de su recorrido en 2018

Javier Guillén posa para ABC en Madrid iGNACIO GIL

JOSÉ CARLOS CARABIAS

Detrás de los éxitos recientes en audiencia y seguimiento de la Vuelta a España se encuentra el espíritu de un abogado de empresa vecino de Alpedrete que fue atrapado por el hechizo del ciclismo. La ronda española presenta este sábado su edición 2018 en Málaga y Javier Guillén (Madrid, 46 años) es un tipo atareado que, en constante viaje por la Península, visita pueblos, rastrea puertos y se reúne con consejeros y alcaldes en busca de un grial: ofrecer el mejor espectáculo en una carrera ciclista. Guillén cumplirá diez años al mando de la Vuelta y, como pasajero del ciclismo, sabe que la felicidad nunca es completa. La mejor versión de la ronda, el pasado verano, vino cosida en invierno al positivo light de Froome y su sobredosis de ventolín.

¿Qué hace un abogado dirigiendo una prueba ciclista?

Diría que soy un abogado dirigiendo una empresa que tiene entre sus negocios una carrera ciclista. La Vuelta es un producto empresarial. Me considero gerente de una compañía. Yo estaba dentro de esa entidad, la conozco por dentro y me faltaba curtirme en los criterios deportivos. Tuve al mejor maestro, Víctor Cordero. Mis pautas son más empresariales que deportivas. Para esto tengo un gran equipo.

¿Le ha seducido el ciclismo?

Estoy cómodo en la empresa, pero el ciclismo me ha seducido por completo. Nuestro trabajo es único: solo hay tres carreras gigantes en el mundo, la Vuelta, el Tour y el Giro. Si el ciclismo no te seduce, te expulsa. Aquí no se puede estar a medias. O te envenena y te encanta o te echa. El ciclismo es la vida misma: sacrificio, diversión, entretenimiento, convivencia.

¿Qué pautas sigue para organizar una Vuelta a España?

Lo veo como un guión de 21 capítulos que quieres que se resuelva el último día. Pero cada capítulo debe tener un interés deportivo y argumental. Si sales de Holanda hay que buscarle un porqué, lo mismo del anfiteatro de Nimes o el Museo Pompidou. Necesitamos un hilo intelectual para empezar y, por encima de todo, un recorrido atractivo. Mi ilusión es que todas las etapas sean entretenidas.

¿Y es rentable?

Sin beneficio una empresa no subsiste. Si no hay viabilidad, no hay producto. Yo empiezo por el final, para que la Vuelta sea rentable tiene que ser espectacular y vibrante.

¿Cuándo y por qué cambió el modelo de la Vuelta, de los recorridos anodinos a la montaña constante?

Hay dos motivos. Yo era joven e inconsciente… Y entré como director en la mayor crisis económica de España. Solo podíamos reinventarnos o dejarnos ir. La crisis nos ayudó. Probamos la acción-reacción. Esto funciona, esto no. Nos dimos cuenta que la cuesta de Valdepeñas de un kilómetro da la misma historia y notoriedad que una etapa de 200 kilómetros al sprint. Nos fuimos a Holanda y se habló de innovación. Pues seguimos para bingo: fuimos a un portaaviones, partimos de las bateas. Hemos mostrado 20 puertos inéditos. Vimos que poner la cuarta etapa en Sierra Nevada nos disparó la audiencia. ¿Por qué no íbamos a poner más montaña, dosificada, en la primera semana si a la gente le gusta?

¿No hay demasiada mini-montaña?

Procuro escuchar a todo el mundo, pero sobre todo a los datos. Ézaro, Valdepeñas, Mas de la Costa… Las audiencias nos demuestran que a la gente le gusta esto. Una cosa es la opinión en caliente y otra el dato. Y nos respalda. Necesitamos la audiencia, el público y el entretenimiento. Ciclismo es épica.

¿Vive con los datos en la mano?

Radicalmente sí. Los utilizo para tomar decisiones. Nos basamos en audiencias, seguimiento, interés comercial, difusión y crecimiento según los países. Soy un profesional, no un técnico de ciclismo.

¿Cuál ha sido su mejor y peor momento como director de la Vuelta?

El peor, sin duda, fue lo de Abraham Olano (despedido por un informe en Francia que lo vinculó con el dopaje), preservando la extraordinaria persona que es Abraham. También la muerte de un guardia civil, Eusebio García, en 2014. Las mejores sensaciones fueron la etapa de la Bola del Mundo, porque era algo que no se podía hacer y lo hicimos, y la llegada al País Vasco 33 años después. Y no hablo de política, sentí que hacíamos historia.

¿Siente que la Vuelta es un escaparate de España?

Aportamos algo al territorio que visitamos. Ézaro, la Camperona, Los Machucos… Hay un flujo turístico, ilusión, motivación de una economía… La Vuelta es un elemento vertebrador de España. Somos capaces de ir a cualquier sitio y percibir que la gente se siente orgullosa de su región y su país. Cada cual tendrá su idiosincrasia, pero todo es común para un valenciano, un castellano, un gallego, un catalán o un manchego. En la Vuelta aprecias que, sin connotaciones políticas, a los españoles nos gusta lo mismo.

¿El deporte une más que la política?

Cuando ganamos el Mundial, la bandera es España. Con el deporte existe un orgullo de país. Cunde la ilusión, la unión. Y no es un mal recurso para desatascar determinadas cuestiones.

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