Al alcance de la mano

Con la derrota sufrida el pasado domingo en el Nuevo Zorrilla, tras gol encajado por un nuevo fallo defensivo en las postrimerías del encuentro, el Cádiz CF ponía broche a una extraordinaria temporada regular.

Concluir la campaña como quinto clasificado constituye toda una proeza, sobre todo si se tiene en cuenta que hace sólo un año terminábamos cuartos en la tabla de clasificación, pero de Segunda División B. El fútbol es una incontrolable veleta que lo mismo catapulta a la gloria que desciende a los infiernos a un ritmo vertiginoso. Voluble carácter, del que la historia reciente de nuestro equipo tan pródiga ha sido en la aportación de sus ejemplos. Tal vez por ello, la fiel afición cadista haya aprendido a valorar, en su justa medida, la importancia que poseen los buenos momentos y a disfrutar, por tanto, del excelente rendimiento que su equipo ha ofrecido durante todo el ejercicio.

Tantas y tan prolongadas penalidades padecidas en el pozo, que bien merecían ya un soplo de aire renovado y fresco. Una hinchada que ya cuenta las horas que restan para la apasionante cita del jueves, ese brillante colofón que su equipo le ha regalado para cerrar la temporada. El cielo, de nuevo, al alcance de la mano, el olimpo futbolístico a la vuelta de cuatro partidos.

Aunque en los propósitos iniciales no se contemplara el ascenso de categoría, las ocasiones que se presentan deben ser aprovechadas o, al menos, se ha de poner en pos de su logro el mayor de los esfuerzos. Porque el ascenso es grandeza. Grandeza para club, jugadores y afición. Pero si ilusionante es la empresa, más ardua será la tarea, ya que nos espera como rival el conjunto más físico, aguerrido y disciplinado de los aspirantes, el Tenerife. Cuya manera de jugar, exenta de concesiones, ya la padecieron los amarillos en el partido que los enfrentó en Carranza. Será muy importante mantener la portería a cero en este encuentro de ida y evitar esos errores en defensa que tantos puntos nos han costado en el último tramo de liga.