Cádiz CF

La pizarra del Zaragoza 1-1 Cádiz CF

El once de Cervera supo sufrir en el asedio y mantenerse con vida hasta el final

Alfonso Carbonell
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Álvaro García volvió dar muestras de su potencial físico en el tramo final sacando un balón como lateral.
Álvaro García volvió dar muestras de su potencial físico en el tramo final sacando un balón como lateral.

Sufrió el Cádiz CF en La Romadera, un campo histórico donde nunca es fácil sacar algo positivo. Mucho menos para un Cádiz CF recién ascendido. Pero el pasado sábado en Zaragoza había muchas cosas en juego.

Y quienes más se jugaban se notó desde bien pronto. Porque los hombres de Láinez, con mejores jugadores en las zonas de creación, salieron con las ideas claras y superando al conjunto gaditano en algo que nunca suelen ser inferior, en la intensidad. El caso es que el partido estuvo lleno de muchas oportunidades y como suele ser habitual, los goles vinieron precedidos por dos errores defensivos. Hubo igualdad en el marcador y puede que a los puntos los maños fueran levemente superiores, pero el Cádiz CF siempre estuvo presente en el partido y gracias a ello pudo traerse un punto que sabe a gloria por la forma en la que se consiguió y por lo mucho que transmite.

1.Barridos al comienzo. Fue así. Y así fue porque Cervera ya se ha entregado a lo que el sentido común le hace entregarse. Y eso no es otra cosa que a su once de gala y que tiene en las bandas su razón de ser. Esto le lleva a arriesgar en partidos como el del sábado, donde la capacidad de creación del once zaragocista se merendó en la primera media hora a un Cádiz CF que se mantuvo con vida gracias a dos intervenciones de Cifuentes y al saber estar de los hombres de campo, que supieron capear el temporal como buenamente pudieron. Garrido no tuvo un buen día y eso siempre lo paga el Cádiz CF en el centro del campo, donde la aglomeración de blanquillos para asociarse siempre era superior a los hombres de verde.

Quizás, en otra ocasión y con margen de error para hacer probaturas, Cervera hubiera apostado por ese once que sacó en Huesca con dos interiores en vez de extremos y así fortalecer la medular para complicar las cosas al contrario en la sala de creación.

Quien sabe si el gol de Ángel en el 44’ fuera lo mejor para que Cervera cambiase algo el panorama con la entrada de Abdullah por un Garrido desconocido.

2.Mayor presión y adelantamiento de líneas. Lo vio pronto y se agradece cuando un entrenador reacciona rápido a un imprevisto. Cervera lo tuvo claro. Vio que Garrido ‘no estaba’ y lo dejó en la caseta para sacar a Abdullah y responder al Zaragoza con más fútbol en lo que volvería a ser una batalla cuerpo a cuerpo.

Aunque el marsellés no es el paradigma de la entrega y de la intensidad, sí que salió motivado y de su presión en la medular salió el robo de balón y con el que Alvarito se coló solo ante Ratón para ver como, tras superarlo, Felstcher sacaba la bola bajo palos. El Cádiz CF no varió el dibujo con la entrada del francés pero sí que le discutió mucho más la pelota a un Zaragoza que comenzó a mostrarse más inseguro, incómodo y sin tanta gasolina como en la primera mitad.

Salió bien el Cádiz CF pero tanto maños como gaditanos evidenciaron que no están para tirar cohetes en lo que a la forma física se refiere. Los minutos fueron pasando al mismo tiempo que el ritmo del partido fue descendiendo considerablemente para satisfacción de un Zaragoza que se frotaba las manos viendo como su rival apenas le creaba peligro con ataques posicionales y sin apenas mordiente. De hecho, las esperanzas cadistas apenas se quedaban en los balones parados que Aketxe se disponía a sacar desde donde fuera.

3.A por todas pero sin todo. El partido se encaminaba, tristemente para el Cádiz CF, hacia una victoria importantísima para el Zaragoza. Es más, puede que por el miedo a perder lo que tenían, los zaragocistas se echasen más de la cuenta hacia atrás en los últimos cinco minutos y no precisamente por el empuje de los cadistas, que a falta de diez minutos se quedaban con una defensa de tres tras la entrada de Aitor García por Luis Ruiz.

Antes de la locura, lo cierto es que el cambio ofensivo de Cervera tampoco es que diera mayor verticalidad a un Cádiz CF que se mostraba sin ideas, sin chispa y sin la ambición necesaria para conseguir el empate. Y lo más importante, sin organización alguna. Colocar las piezas de Cervera resultaba difícil aunque puede que acabase con una especie de 3-1-4-2 con todos los hombres de José Mari, que hizo de pivote, hacia delante con más libertad que Willliam Wallace. Así las cosas, sin orden ni concierto, lo más recurrente no era más que un juego directo desde donde fuera y como fuera. Así llegó el último minuto donde Cifuentes mandó al área un balón bombeado que acabó ardiendo dentro de las mallas de un Ratón que nada pudo hacer ante el fusil de Aitor.

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