Cádiz CF

Un vestuario más unido que nunca

La explosión de júbilo por el triunfo ante el Almería evidenció la total comunión existente en el equipo

Alfonso Carbonell

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Vaya por delante que cuando la pelotita entra es complicado encontrar un vestuario dividido. Dicho eso, el de este Cádiz CF lo está y mucho. Tanto que hasta podría pensarse que lo estaría igual o más en el caso de que se estuviese jugando la permanencia.

Lo vivido el pasado sábado una vez que el árbitro manchego Díaz de Mera hizo sonar su silbato indicando el camino a los vestuarios tras la remontada del Cádiz CF fue bonito. Así, sin más. Su vellitos de punta y sus cosas. Así lo viviría cualquier cadista que se asomase por Carranza pasadas las ocho y cuarto de la noche. No se había conseguido el ascenso, pero se celebró como solo las mejores familias saben hacerlo. Con una brutal felicidad y un tremendo respeto hacia lo que todo el mundo sueña pero nadie osa darlo por hecho por aquello de los gafes y demás.

Carranza vibró con su equipo. Pero antes lo levantó tras el zarpazo de Corpas en el minuto 10. La comunión grada-equipo va más allá de que los de abajo apenas jueguen al fútbol. Y eso es demoledor para cualquier rival.

Y si la unidad entre afición y jugadores es increíble, qué decir de la que hay dentro de un vestuario que volvió a dar muestras del buen ambiente que reside en él . Y no es que en estos momentos la pelotita estuviera entrando precisamente. De hecho, el Cádiz CF se exponía ante el Almería de los petrodólares después de sucumbir dos veces e forma consecutiva. Ningún reproche en la grada. Faltaría...

Para el encuentro ante el Almería le tocó jugar a varios jugadores que no lo venían haciendo. Y aunque ninguno de ellos cuajó un encuentro para enmarcar, todos ellos supieron estar a la altura de las circunstancias. Es decir, trabajando a destajo por el bien del grupo.Así, se pudo ver batallear en el centro del campo a Edu Ramos y Bodiger. Después apareció el canterano Sergio González. También se vio lleno de ilusión a Iván Alejo a pesar de que Salvi, que salió del banquillo igual de animado, le roba demasiado protagonismo. El Choco Lozano se vació. Al igual que Perea. Con el partido ya acabado, ver salir a todos los ya cambiados y fatigados a abrazar a sus compañeros indica la tremenda comunión existente en el equipo.

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