Cádiz CF

Un Cádiz CF sin alma abocado al fracaso

La falta de personalidad, fortaleza mental y carácter de la plantilla de Claudio está quedando patente en el tramo decisivo de la temporada

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Arregi y Servando pelean un balón ante un jugador del Bilbao Athletic
Arregi y Servando pelean un balón ante un jugador del Bilbao Athletic

El gol del oviedista Cervero en el Carlos Taratiere parece que cambió radicalmente al Cádiz en este ‘play off’. Hasta dicho tanto, el conjunto de Claudio demostró el porqué de un equipo basado en la solidez y sobre todo en un aspecto fundamental en el fútbol; la fiabilidad.

Una primera parte en el Tartiere que se ha quedado como el sueño de una bonita ilusión que invitaba a pensar en el ascenso. Tres partidos y medio más tarde, la situación es la de un equipo roto en todos los aspectos. Fisicamente (la eliminatoria ante el Hércules ha pasado factura y ojo que el choque de este domingo es a las 12 del mediodía), mentalmente y en lo deportivo.

Y es que no queda ni una sola de las señas de identidad de Claudio Barragán, o al menos las que debe tener un equipo que quiere ascender.

Obviando el aspecto físico, la cabeza está siendo uno de los hándicaps de este Cádiz. La presión y la necesidad del club por subir están haciendo mella en unos futbolistas que en su mayoría no se habían visto en otra como esta. Jugadores escondidos que están a años luz de su propio nivel, que no piden la pelota y les quema en los pies.

Se hablará del ambiente, pero la falta de personalidad en varios miembros de la plantilla amarilla se ha convertido en uno de los culpables de un pobrísimo rendimiento del Cádiz en la fase de ascenso. Una victoria, un empate y tres derrotas. Pésimo.

Nadie tira del carro en el Cádiz CF

Y a todo lo anterior hay que unir la ausencia de ese o esos jugadores que tiren del equipo, que tiren del carro y demuestren carácter a las malas. Ni la veterania de Mantecón, Aulestia, Servando, o incluso los partidos en Segunda de Jona, Machado y Airam se están notando en un equipo sin alma alguna para levantarse e imponerse a su rival, de cualquiera de las maneras que el fútbol ofrece más allá de la propia calidad. Lo que se conoce como saber leer un partido y saber jugarlo.

En San Mamés se pudo apreciar como jugadores de 20 años se ‘burlaban’ de los amarillos con jugadas que a más de uno avergonzarían. En Alicante, un extremo con un dedo roto marcó dos goles en un minuto. ¿Nadie pudo dejarle ‘claro’ que ese día no iba a jugar? Frente al Oviedo en Carranza, jugadores mediocres pero perros viejos como Erice salieron del campo como si de Maradona se tratase. Y qué decir del propio gol de Cervero, un delantero a punto de retirarse que le ganó toda la partida a la zaga cadista.

Aspectos que al final determinan que con muy poco los rivales estén destrozando a un equipo al que sólo el orgullo personal, que se les presupone, le puede salvar este domingo en Carranza.

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