Cádiz CF

El Cádiz CF y su deber de apuntillar al Lucena

Cuatro años consecutivos agachando la cabeza son demasiados para un club histórico y centenario como el gaditano

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Alberto, Navarrete y Tomás pueden ser de la partida en Arroyo.
Alberto, Navarrete y Tomás pueden ser de la partida en Arroyo.

Es una pena pero esto del fútbol, de la vida incluso, es así. Es una lástima que un club descienda, que los futbolistas de dicho club lleven cuatro meses sin cobrar y que la misma entidad puede que esté dando sus últimos coletazos de vida. Pero esto es así. Y el Cádiz CF, no tiene culpa de ello. Es más, para el Cádiz CF, lo que está sufriendo ahora el Lucena es la constante desde que se descendiera hace cinco años por última vez a Segunda B. Hasta hoy. Muchos han sido los capítulos bochornosos que ha pasado un club centenario como el gaditano. Muchísimas las desventuras vividas por su sufrida afición. Muchas lágrimas en el camino como para sufrir por un club, el Lucena, que tiene una afición que se ha pitorreado durante cuatro años consecutivos con el calvario amarillo que año tras año sucumbía en el Ciudad de Lucena, donde el escudo de Hércules se ha sometido al ‘toreo’ irrespetuoso de una afición lucentina que ahora ve como el abismo de la Tercera División se precipita ante ellos.

Porque al Cádiz CF, sin saber muy el porqué, no se le ha respetado casi nunca en Lucena. Y si no fuera bastante ya de por sí la humillación de visitar un complejo polideportivo de césped artificial en la provincia de Córdoba para una entidad histórica y centenaria, lo fue aún más los ‘olés’ y demás burlas que la afición gaditana desplazada ha tenido que soportar de unos nuevos ricos de Segunda B que ahora, ya sin dinero, ven como la historia les pone en su sitio.

Puede que a los futbolistas que hoy defienden los colores del equipo gaditano les traiga al pairo los últimos antecedentes en Lucena. Puede que la profesión de futbolista sea tan egoísta e independiente que nada les diga lo que su afición ha tenido que soportar en Lucena. Puede que el carácter políticamente correcto de los futbolistas de hoy en día haga que se abonen a la cómoda frase de ‘lo pasado, pasado está’ para no hacer sangre esta tarde en Lucena y afirmar que esta guerra no es de ellos, pero seguramente para esos aficionados cadistas –que siempre lo serán a diferencia de los jugadores que mañana vestirán de otro color– que han sido ‘toreados’ en Lucena este partido signifique el momento oportuno para hacerse respetar y enseñar con orgullo el escudo de una entidad que nunca tuvo que ser pisoteado en sus horas más bajas.

La honra

Por eso, y más allá de una clasificación en la que el Cádiz se sale se mire por donde se mire, el compromiso de hoy en Lucena va más allá de lo puramente deportivo. La honra cadista, tan salpicada en un campo artificial de fibra de coco, es la que hoy se juega más en Lucena. Porque desde que el once de Javi Gracia ganase en 2009 en la temporada del ascenso, el Cádiz no ha ganado en Lucena. Desde entonces, el once amarillo ha salido vapuleado (3-1, 3-0, 2-0 y 1-0) en las cuatro últimas y consecutivas ocasiones que ha visitado el Ciudad de Lucena, un campo en el que desde su grada de tribuna se ha hecho escarnio con el equipo amarillo. Por todo ello, esta tarde el Cádiz no puede encontrar mejor ocasión de dar ese puntillazo a un equipo que no ha respetado a una entidad que nada hizo para que se le faltase el respeto más allá de lo puramente deportivo.

La venganza deportiva está servida. El once lucentino es penúltimo del grupo IVy afronta la primera de sus cinco finales con el revulsivo de Falete en el banquillo. Es una pena que el fútbol sea así, pero más pena dio a los cadistas, humillados en Lucena en años anteriores, ser pasto de la mofa de un pueblo crecido por una victoria, y otra, y otra, y otra…, ante un rival grande de historia pero herido en su corazón.

Los años han pasado y ambos equipos han seguido conviviendo en el grupo IV. Pero el Cádiz siempre será el Cádiz y el Lucena, el Lucena. Y si las cosas vuelven a su sitio, a la quinta, el once gaditano debe hacer valer su peso histórico sobre un equipo que pasa sus peores momentos. Los jugadores no tienen culpa, pero como el patrimonio más importante de un club es su afición, la del Cádiz tiene hoy el derecho de cobrarse sus deudas desde el fondo del Ciudad de Lucena (o desde el sofá de su casa) mientras ve como su submarino cabalga con fuerza hacia el ‘play off’ mientras deja a su paso víctimas como un Lucena venido a menos. Y por supuesto, otra vez Claudio moverá el banquillo.

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