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Cádiz CF-Elche: La final de las finales, en Cádiz

El equipo amarillo, con Álvaro García recuperado y el ejército al completo, necesita el triunfo para jugar el ‘play off’ ante un Elche hundido pero vivo

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Los futbolistas completan uno de los entrenamientos en el Rosal.
Los futbolistas completan uno de los entrenamientos en el Rosal.

En Cádiz. Cádiz. Sin R y terminado en Z. Aquí, en la Tacita de plata, la ciudad más antigua de occidente, el Non Plus Ultra, se disputa la final de las finales. Sin tópicos, porque es la que abre la llave para que pueda haber más en una temporada que se acaba pero bien merece una prórroga para los que sueñan en amarillo.

El ‘play off’ empieza hoy, pues sin un triunfo que se ha resistido en las últimas cuatro jornadas poca esperanza habrá de lacrar el sobre con el billete a Primera. De tanto ir despacito (ocho empates en las últimas nueve fechas) los perseguidores ya bailan pegados y es el momento de acelerar para proseguir con la danza, de no perder definitivamente el compás.

Las circunstancias requieren un golpe más, una exigencia a una plantilla a la que no se le puede pedir más pero sí sugerir la penúltima hazaña en un año repleto de alegrías.

Esta tarde lo tiene todo para hacer feliz al cadista pero eso no significa absolutamente nada en una categoría tan proclive a la sorpresa. Visita Carranza un Elche desahuciado, dirigido estrepitosamente hacia el abismo tras una segunda vuelta nefasta, pero el animal herido es muy peligroso en su último estertor. Seis derrotas y un empate en siete jornadas sellan el pasaporte directo al infierno. Las ausencias de Josete, Albácar, Dorca, Matilla y Hugo Fraile entre otros aumenta la gravedad de un plantel tocado en lo físico y hundido en lo anímico. Pero con vida, y ya advierte el refranero que mientras se mantengan las constantes vitales no se puede perder la esperanza.

Dos dinámicas diferentes

En el Cádiz CF hay desesperación por ganar pero el grado es infinitamente más reducido. Y resulta mucho más grato batallar por una alegría que por evitar una tragedia. Sin discusión, el Elche se juega mucho más; se juega la vida. Además, Cervera cuenta con la totalidad de su ejercito.

Mientras Zidane se devana los sesos y juega al despiste con su banda izquierda, en el Cádiz CF saltarán hoy Álvaro García y diez más. El club ha movido cielo y tierra, incluso pidiendo una cautelar que le puede perjudicar en el futuro, pues considera que para el partido más importante debe estar disponible el hombre más decisivo. El utrerano es quien lleva el balón con más velocidad a la puerta contraria, el atajo al gol, y el fútbol no conjuga otro tiempo verbal que el presente simple.

El resto, los escuderos de las últimas fechas, con la duda entre Garrido y Abdullah en función de la osadía del míster. El francés se queda pese a la llamada de Comores para mostrar su compromiso con esta camiseta. El juego abierto por los costados y el peligro a balón parado serán las principales armas a la espera de mejorar defensivamente y que Ortuño recupere el olfato.

Muchas alternativas

Aitor, Imaz, Santamaría... pólvora en el banquillo mientras que en el Elche las miradas se centran en el veteranísimo Nino y el habilidoso Hervías, pesadilla en la ida en el Martínez Valero. Vicente Parras sustituía a Toril y no ha reconducido la nave, pero dispone de estas dos últimas balas para lograr el milagro. Está a tres puntos de la salvación y con el último partido en casa ante el Oviedo.

Esas cuentas inevitables no han sentado bien en el seno de la plantilla cadista, que se escuda en esos pensamientos externos para explicar su ¿mala? ¿irregular? racha de empates. Ahora sí que están claras: con cuatro puntos de los últimos seis se asegura el ‘play off’, e incluso puede valer alguno menos en función de la marcha de Huesca y Valladolid. El morbo radica en que la última salida de los gaditanos es a Pucela, y jugársela a una carta en Zorrilla es una ruleta rusa.

Se presume un ambiente espectacular en el Ramón de Carranza. Sin ofertas, sólo abonados y quien esté dispuesto a rascarse bien el bolsillo, el estadio vivirá una lucha entre los hinchas locales y el medio millar visitante. Los recuerdos obligan a ser cautos. La situación lleva a rememorar aquel duelo del 81, en campo contrario, y la sentencia de Milosevic ante el empuje de los seguidores franjiverdes: «El balón sólo lo pueden mover los jugadores». Y no le faltaba razón al serbio.

Así que la final se juega en Cádiz. Sí, en Cádiz. Sin tantas cámaras pero con muchos corazones en vilo; sin copa pero con un premio mayor y un desastre aún peor; sin estrellas pero bajo un cielo rebosante de sueños. La final de las finales. A las 20.00 en el Ramón de Carranza. Donde siempre.

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