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Cádiz CF-Balona (PREVIA) Ganar jugando o la debacle

Todo lo que no sea sumar los tres puntos ante la Balona supondría una explosión de enfado en un entorno ya hastiado

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El Cádiz CF no puede permitirse el lujo de tropezar otra vez en su estadio.
El Cádiz CF no puede permitirse el lujo de tropezar otra vez en su estadio.

Problema mental. Así ha definido esta semana Claudio Barragán lo que le pasa a su equipo. Así de claro y contundente lo ha expresado el mismo entrenador que no supo borrar de la cabeza el varapalo psicológico que supuso la eliminación postrera del ascenso contra el Oviedo. Es verdad que el equipo es distinto, es otro, pero tan verdad como que en esta plantilla se encuentran tres veteranos que deberían haber solucionado esos problemillas afectivos como son Abel, Güiza y Cifuentes.

Pero resulta que no. Resulta que este Cádiz CF es igual, o peor, que el del año pasado y que para colmo no ha ganado en galones con la llegada de hombres que deberían haber aportado todo lo que faltó en campos como el Rico Pérez o el nuevo San Mamés.

Para más inri, resulta que el jefe que está al mando de la enésima operación de asalto a la Segunda A es el mismo y que, de buenas a primeras, nos sale con que el problema es mental.

Pues no queda otra que rezar. Que sí, que sí, que en El Rosal se trabaja (¡faltaría más!) y todo eso, pero cada domingo que el equipo aparece por Carranza no es capaz de dar tres pases seguidos con la convicción necesaria de ganar los partidos. Mira que eso estaba hasta al alcance de Agné, que en Carranza resolvía los duelos por la vía rápida pero a domicilio no sabía otra cosa que poner la otra mejilla. Pues resulta que Claudio ha sido capaz de inculcar todo lo contrario que Agné, que ya es difícil. Carranza se ha convertido en un engorro y a los que portan la camiseta amarilla le pesa como una losa la exigencia de, por otro lado, la imperativa y severa afición cadista. Porque sí, porque los pitos no ayudan. ¡Qué se le va a hacer? ¡Pero no ayudan! Lo que hay es lo que hay y un año más, los que defienden los colores del Cádiz CF le tiemblan las piernas cada vez que ese estadio comienza a dudar, a parlotear, a chiflar contra el equipo que ha de sentirse abrigado en su casa. ¡Lo están diciendo todos! ¡Hasta el entrenador!

Están implorando que le den cancha, que le den confianza, que le den aire, oxígeno para respirar. ¡Están diciendo a las claras que pese a no merecer vestir esta camiseta quieren hacer lo imposible por llevarla a flote! Pero no, la afición de Carranza vuelve a tropezar con la misma piedra. Año tras año. Vuelve a interponerse en el camino de un equipo vulgar pero, ¡qué diantres!, va de amarillo y azul.

Por eso, porque en el fondo todo el cadismo quiere lo mismo hasta que se sucede lo que nadie quiere, Carranza comenzará esta tarde esperanzado en que los suyos hayan hecho examen de conciencia y salgan al campo a comerse al rival. Por eso, Carranza volverá a confiar en un equipo que parece estar haciendo lo imposible para que dejen de confiar en él. Por eso, Claudio y sus chicos deben salir al verde con la firme convicción de ahuyentar a esos fantasmas que señalan que desde que el cabreo de Vizcaíno con Pina todo se ha torcido.

Viene la Balona, un equipo hermano con hambre de triunfo y que no pasa por buenos momentos. Otro ‘enemigo’ propicio –como también lo era el Betis B– que debe pasar por caja si las cosas van por buen camino. Claudio dice que sus chicos han trabajado muy bien esta semana. Que están a tope y todo eso, pero que necesitan del cariño de los suyos para volver a la senda de los triunfos en casa, que deben ser por decreto tal y como conseguía el ‘bluf’ de Raúl Agné, que otra cosa no, pero eso de sumar los tres puntos en Carranza lo hacía casi que sin querer.

El banquillo del Cádiz CF, en el punto de mira

Por todo ello, a Claudio no le valen más excusas. Ni el campo, ni el ambiente de la grada, ni las ganas que le ponga la Balona, ni el estado anímico de los jugadores, ni si hace frío o hace calor. Claudio, no se sabe muy bien por qué, tiene un crédito ilimitado pero que ya se está quedando manifiestamente en entredicho. Su equipo, el de todos, no se conoce a qué juega desde que ha llegado. Y ya va para un año. Es cierto que Claudio Barragán tiene más caché y respeto por eso de que fue un integrante del SúperDépor de Arsenio Iglesias y que Antonio Calderón tan solo llegó a vestir la camiseta del Rayo y el Mallorca y hacer sus pinitos como jugador-entrenador en la liga escocesa, pero pasado un año lo conseguido por uno y por otro viene a ser más o menos lo mismo.

Pueda que tenga razón Claudio cuando suelta como si nada que, repasando las trayectorias de los últimos entrenadores del Cádiz CF, no conduce a nada las destituciones de unos y otros y el clima de hostigamiento generalizado que el cadismo hace con cada uno de los técnicos que pasa por el banquillo. Puede que lo diga para curarse en salud ante lo que se le avecina si la pelotita no entra, puede que lo diga con razón, pero si lo dice es porque su equipo no está ni jugando a nada ni respondiendo a las expectativas creadas. Eso es así.

La verdad solo tiene un camino y ese camino es el gol que conduce a la victoria. El Cádiz CF, más allá de Claudio, no puede permitirse el lujo de tropezar por cuarta vez consecutiva en casa. Todo lo que no sea ganar, será debacle.

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