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Almería B-Cádiz CF (2-1): Los futbolistas se cargan al jefe

El colista, ya en Tercera, inflige una nueva derrota a un equipo patético que obliga al presidente a tomar la drástica decisión

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Claudio, en el banquillo de Almería.
Claudio, en el banquillo de Almería.

"Si un día para mi mal viene a buscarme la parca". En el Mediterráneo, la temible señora de la guadaña se aparecía para infligir el último castigo al Cádiz CF y guillotinar la ilusión, la esperanza, y en especial la testa de Claudio, que se separa de los hombros a un mes del final de liga y comienzo de la promoción. Al menos, sus futbolistas han hecho todo lo posible para cambiar de jefe y dejan su cabeza en manos de un Vizcaíno obligado a tomar la drástica decisión.

El equipo gaditano busca la Segunda y se enreda con un Tercera. El nivel de mediocridad se ha superado, porque hincar la rodilla ante el colista desahuciado, que se hundía en el pozo definitivamente con el encuentro ya empezado, es dar un nuevo salto de nivel.

Vergüenza, bochorno o ridículo se antojan términos excesivamente suaves para calificar el esperpento de Almería, otra muesca en el maltrecho libro centenario.

Claudio asestaba el primer golpe con una alineación impresentable, con Migue de lateral y los carrileros sanos (y seguramente ofendidos); los jugadores hacían el resto. Patetismo excelso. La zaga colocaba una alfombra roja al paso de los delanteros rivales y los atacantes amarillos disparaban a las palomas o se estrellaban con el arquero Gianfranco. Por méritos, hoy el Cádiz CF debería haber descendido a Tercera y el Almería quedarse un ratito más en la división de bronce. Tampoco iba a durar mucho tiempo.

Hicham y Montero consumaban esta nueva tragedia, que apunta a un final teñido de dolor salvo que el vil metal impida ser fiel al guion y salve por enésima vez la vida de Claudio, responsable y víctima. En unas horas el acto parece estar abocado a su fin.

El Cádiz CF anda desnortado, sin rumbo. Camina en esa delgada línea entre el enfado, la indignación y la burla. Es un plantel suicida que nutre su sendero de minas, pisando cada bomba y saltando por los aires. El equipo de los tres laterales zurdos de inicio de temporada improvisaba en terreno del colista con el central Migue pegado al carril, Andrés calentando banquillo y Pavez en la grada con seis horas de viaje en sus piernas.

Primera 'charlotada', o 'Claudiada', para arrancar una tarde extraña. Atípica pese a que experimentos como estos abundan desde aquella desgraciada eliminatoria frente al Oviedo, donde se diluyó gran parte de la filosofía conservadora del técnico cadista.

Problemas estomacales dejaban a Abel fuera de combate y trocaban el paso de una escuadra retratada en casa del colista. Un Almería B 'de Tercera', ya descendido con varias jornadas de antelación, rescataba la palabra vergüenza del reducido diccionario amarillo en un primer asalto indignante para esta entidad que mancilla su historia a la par que maltrata a su hinchada cada domingo.

Con la vida del técnico en juego, el Cádiz CF saltaba al verde con una sospechosa falta de intensidad. Mandaba pero con desgana, y esa actitud soliviantaba a un farolillo rojo con ansias de gloria después de una campaña maldita. Cifuentes evitaba sobre la línea el primer tanto rojiblanco, y los zagueros Servando y Migue se estrellaban con el buen hacer de Gianfranco en la meta.

Más allá de esas acciones puntuales, indignaba la incapacidad supina para desarbolar al frágil colista. Incluso cambiaban los papeles en la comedia. Hicham se colaba entre la retaguardia amarilla con facilidad pasmosa, desnudando a su paso a Servando, Aridane y compañía, y batía al meta con calidad para desesperación de un equipo que ponía la alfombra roja al rival.

Güiza, en una de sus peores tardes, malograba un mano a mano diáfano para al menos igualar la contienda antes de la tregua. El descanso aparecía como un oasis en medio del desierto para hidratar ideas. Claudio disponía de 45 minutos para salvar el cuello y los futbolistas para recuperar la vergüenza torera.

Sin terreno por detrás, el Cádiz CF daba un paso adelante en la reanudación. Con poco que apretaba complicada la vida al bisoño filial almeriense. Un balón bombeado al área, Güiza cede a Álvaro que la empala para superar a Gianfranco y establecer el empate casi a la salida del vestuario.

Las tablas debían permitir al cuadro gaditano navegar sobre las olas, a favor de viento. Sin embargo, el equipo amarillo, al que le pesan los años y se cae físicamente a medida que avanza el encuentro, se resquebrajaba en el medio con un Nana que no es ni la sombra del que ilusionó a su llegada. El duelo, de ida y vuelta, delirante para el Cádiz CF del oficio y la veteranía, mostraba una preocupante falta de acierto del eje de la retaguardia y los dos puntas amarillos. Güiza y Lolo Plá mandaban al traste las buenas acciones hiladas por Álvaro y Jandro.

El choque expiraba y la ansiedad se apropiaba de un cadista que veía perder dos puntos más y con ellos la tercera plaza. Entonces, el acabóse. Montero se burlaba de Servando, Juanjo y Aridane hasta toparse con la pierna de Cifuentes. Y en el córner posterior, el ariete, que prácticamente no ha visto puerta durante toda la campaña salvo en su visita a Carranza, remataba en boca de gol para aniquilar definitivamente el proyecto de Claudio en el Cádiz CF.

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