Euroliga

Campazzo: «No hace falta ser alto para triunfar en el baloncesto»

El Real Madrid recibe hoy al Barcelona en un duelo clave para la supervivencia de ambos conjuntos en la Euroliga

Facundo Campazzo posa para ABC en el pabellón de Valdebebas JOSÉ RAMÓN LADRA
Emilio V. Escudero

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Resulta extraño saludar a un jugador de baloncesto sin tener que alzar la mirada como ocurre con Facundo Campazzo (Argentina, 1991), que concentra todo su talento en apenas 179 centímetros. Una «rara avis» dentro del baloncesto mundial que compensa su falta de altura con una técnica exquisita y un corazón que no le cabe dentro del pecho. Tras dos años cedido en Murcia, el base ha vuelto esta temporada al Real Madrid , donde ha asumido un papel protagonista en la dirección del equipo junto a Luka Doncic . Una torcedura de tobillo el fin de semana puso en peligro su concurso esta noche ante el Barcelona ( 20.45 horas, Movistar+ ), aunque su recuperación exprés, las necesidades del equipo y sus ganas de jugar hacen que su presencia sobre la cancha esté casi asegurada.

¿Cuántas veces ha escuchado que con su altura no podría jugar nunca al baloncesto a nivel profesional?

Varias veces, lo que pasa es que en el club en el que empecé éramos todos iguales. Éramos bajitos y muy amigos. Jugábamos con mucho corazón y ganábamos los partidos, así que yo lo veía como algo normal. No creía que fuera necesario ser alto para jugar y ganar. Disfruté muchísimo en aquella época. Que fuéramos pequeños era una motivación para ganar a los más altos, a los mejores equipos que había. Porque el nuestro era un equipo de barrio, de amigos, que ganaban por intensidad y coraje. Esa actitud fue la que adapté luego en mi carrera. Por eso, cada vez que alguien me decía que con mi altura no llegaría a nada, hacía oídos sordos y me dedicaba a jugar y a callarle con mi juego.

Siendo argentino, ¿cómo le dio por el baloncesto y no por el fútbol?

Es raro, porque Argentina es un país de fútbol. Mi hermano y mi padre jugaban al fútbol y de pequeño yo hacía las dos cosas, pero mis amigos estaban en el club de baloncesto y yo me iba allí todos los días y me pasaba la tarde jugando en la canasta. Un día, mi madre me dijo que tenía que elegir entre los dos deportes y tiré por el lado de mis amigos, porque lo pasaba muy bien y me dediqué en cuerpo y alma al baloncesto, aunque el fútbol me sigue gustando mucho también.

¿Va mucho al Bernabéu?

Intento ir a la mayor cantidad de partidos posible, pero como suelen ser tarde y al día siguiente entrenamos no puedo ir tanto como me gustaría. Trato de descansar y lo veo en casa. Tenemos el mejor equipo del mundo así que hay que aprovechar y disfrutar de ello.

¿Qué sitio le hubiera gustado ocupar en el campo?

Yo era lateral derecho, como Carvajal, pero bueno... lo único que hacía es como hago ahora al baloncesto: correr para todos los lados sin descanso y poco más.

En Argentina son muy populares los «potreros» (pequeñas canchas callejeras de fútbol), ¿se ven también canastas en las calles?

Es raro que haya una plaza con un par de aros. Lo normal es ver dos porterías de fútbol en cualquier rincón del país. Hay muchas más canchas de fútbol, pero sí que hay varios clubes de barrios donde es fácil hacerse un sitio para jugar al baloncesto.

¿Cómo recuerda aquellos años?

Mis primeros años, cuando empezaba de lleno con el baloncesto, miraba mucho a la «Generación Dorada», poco a la NBA y mucho a los equipos locales de Córdoba. La selección era increíble para nosotros. Tratábamos de ver vídeos, partidos, y los imitábamos cuando estábamos en el club.

«De niño, en mi equipo, éramos bajitos y muy amigos. Jugábamos con mucho corazón y ganábamos los partidos, así que yo lo veía como algo normal. No creía que fuera necesario ser alto para jugar y ganar»

¿Ese espíritu combativo de los argentinos se entrena?

No lo sé. Yo entiendo el deporte con un ánimo competitivo. Competir contra el rival que te toque sin importar cómo sea, si alto o bajo. Entrenar duro y a la hora de jugar, estar a la altura de las circunstancias. Yo me baso en eso, competir tenga a quien tenga delante. Tratar de comerle los talones al rival.

¿Y cómo fue aquella primera llamada del Madrid?

Al principio no me lo creía mucho, pero cuando supe de la opción del Madrid no lo pensé. Tenía otras encima de la mesa, como la del Sevilla, pero no me lo pensé. Sabía que iba al mejor club, con los mejores compañeros y, encima, estaba el Chapu Nocioni, que me ayudó mucho en mi día a día al principio. Disfruté mucho esa primera etapa en Madrid, aunque sabía que no iba a jugar mucho al tener a los dos Sergios (Rodríguez y Llull) por delante, pero intenté ayudar al equipo desde ese rol secundario que me tocó.

Habla del Chapu, ¿le echa de menos?

Sí, claro. Obviamente que le echo de menos, en la cancha, donde todos sabemos lo bueno que es, pero también en el día a día. Es un compañero que suma mucho en el vestuario, que es un líder y que ha dejado un hueco importante en el equipo.

A usted le costó el salto a Europa...

Fue un poco duro. Estaba acostumbrado a jugar 30 minutos en Argentina casi como quería. Tiraba mucho, entraba a canasta fácil y me sentía cómodo en esa liga. Dar el salto a Europa, donde tenía un rol específico y en el que había días en los que no pisaba la cancha, me costó. Sabía que iba a jugar menos, pero una cosa es pensarlo y otra diferente es vivirlo. A medida que pasaban los meses trataba de ayudar al equipo como fuera. Aplaudiendo desde el banquillo, defendiendo a los bases en los entrenamientos o esperando la oportunidad en el banquillo.

«La llegada a Madrid fue un proceso difícil. En Argentina yo jugaba 30 minutos por partido y llegué aquí y había partidos en los que ni siquiera pisaba la cancha. Una cosa es pensarlo y otra vivirlo»

Es que usted era una estrella en Argentina...

Fue un proceso difícil, no le voy a mentir. Por eso decidí abstraerme de todo y ayudar al equipo de la mejor manera que pudiera. Jugando, en el banquillo o en la grada. Y disfrutando el momento, porque estaba en el mejor equipo del mundo, conociendo cosas importantes y siendo parte de un grupo que me hizo sentir bien en todo momento. También uno aprende en esa situación, porque entrenas con los mejores y sacas aspectos positivos para tu juego.

¿Esos dos años en Murcia que vinieron después le ayudaron a ser el jugador que hoy fascina en el Real Madrid?

Acumulé muchas ganas de jugar en esa primera temporada en el Real Madrid y en Murcia me dieron la oportunidad de hacerlo. Allí me dejé todas las ganas y demostré que puedo estar a la altura de este baloncesto. Que podía competir como cuando era pequeño y disfrutaba del baloncesto en Argentina y por eso estaré siempre agradecido al UCAM por acogerme y al Madrid por haberme mandado ahí.

¿Por qué la grada le quiere tanto?

Hay muchos que me quieren y otros no tanto... (Se ríe). Creo que al ser un jugador más bajito que el promedio y ver que lo dejo todo en la cancha puede que le guste a la gente. A mí personalmente siempre me gustó ver a jugadores que son todo corazón en la cancha y que se tiran de cabeza en cada balón. Es algo que traté de copiar y creo que eso es lo que le gusta tanto a los aficionados de mí.

Sabe que este es un club cuyos jugadores se caracterizan por eso. Raúl González en fútbol fue un gran exponente y Felipe Reyes en baloncesto también...

Exacto. Son jugadores que, como mínimo, hacen lo que no se negocia. La actitud y la intensidad es lo que tiene que estar siempre pase lo que pase y estés como estés. Las ganas de querer pasar por encima del rival deben existir siempre. Me contagio de ese sentimiento y a la larga creo que eso suma muchísimo para conseguir cosas.

Sumar es importante en una temporada muy complicada por las bajas que están teniendo...

La verdad es que sí. Aunque nunca las esperas, es cierto que vinieron lesiones complicadas y casi todas juntas. Hay que hacer un doble esfuerzo en todos los partidos, porque los rivales se preparan de la mejor forma para enfrentarse a nosotros y tenemos que estar preparados para eso. Al tener las bajas, sabemos que tenemos que hacer un esfuerzo adicional, que no es fácil, pero es lo que nos toca ahora, y sabemos que podemos hacerlo.

«La actitud y la intensidad es algo que no se negocia. Tenemos que demostrar que a pesar de las lesiones tenemos nivel para estar arriba»

¿Sienten que están haciendo un ejercicio de supervivencia hasta que lleguen los lesionados?

No, no lo veo así tampoco. Considero que tenemos que demostrar que somos buenos aunque tengamos bajas. Obviamente extrañamos esas bajas, pero hay que disimularlas. Somos capaces y lo suficientemente buenos para demostrar que a pesar de las lesiones tenemos nivel para estar arriba con los mejores.

Esta noche viene el Barça, ¿hay ganas de revancha por la derrota en la ACB?

Sí, tenemos una espinita ahí guardada desde que perdimos el partido de la ACB. Lo bueno del baloncesto es que apenas te deja tiempo para rumiar esas derrotas y enseguida te trae revancha. Es un derbi muy especial para la gente, pero también para nosotros. Son partidos que hay que jugar como lo hacía cuando era un chaval en el barrio. Con ganas, con corazón y con coraje... Da igual jugar bien o mal, porque lo que hay que hacer es ganarlos. Tenemos que estar motivados para salir al partido lo mejor preparados posible.

Usted que ha compartido vestuario con grandes jugadores y estrellas NBA, ¿ve algo de especial en Doncic?

Ya está demostrando en cada partido que es especial. Juega cada partido como si fuera un veterano y tiene solo 18 años. Se carga al equipo al hombro en muchos partidos como si tuviera una experiencia de 10 años en la liga. Tiene mucho talento y tiene todo para ser el mejor, pero está en sus manos seguir ese camino y encontrar su techo.

«Tenemos una espinita guardada con el Barcelona desde que perdimos en la ACB. Da igual jugar bien o mal, porque lo que hay que hacer es ganarlos»

¿Y a usted le llama la atención la NBA?

Lo tengo ahí como una cuenta pendiente o un sueño, pero no me vuelvo loco. Aquí estoy contento, feliz, en el mejor club del mundo y no me preocupo mucho de lo demás.

¿Está cambiando el baloncesto hacia un modelo sin altos?

Hay un poco de todo. Se ha demostrado que el baloncesto no tiene que ser un deporte solo para altos. Tanto en la NBA como en la ACB, las dos ligas más fuertes, se puede jugar y triunfar sin ser muy alto. Hay jugadores como Isaiah Thomas que dominan en la NBA siendo bajitos, y aquí también hay bases menuditos que lo hacen muy bien. Se rompió ese estereotipo, pero aún así hay mucha gente alta y tenemos que sobrevivir un poco en medio de todo eso.

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