Michael Bisping, campeón del peso medio del UFC
Michael Bisping, campeón del peso medio del UFC - UFC

Artes Marciales MixtasMichael Bisping, cómo la persistencia hizo campeón al DJ

El campeón del peso medio del UFC tuvo que trabajar en fábricas, como vendedor ambulante y de DJ antes de forjarse un nombre en las artes marciales mixtas

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La integridad, el honor, la disciplina, la responsabilidad, el coraje, la valentía o el espíritu de sacrificio son algunos de los valores que persiguen los soldados que participan de un ejército. Bien conoce estas cualidades Michael Bisping (Chipre, 1979), nacido en una base militar británica de Nicosia y que mamó desde que era un crío la capacidad de sacrificarse por la consecución de un objetivo a corto, medio y largo plazo. A los 37 años le ha llegado el premio a la constancia y a la resiliencia. El pasado mes de junio se proclamó campeón del peso medio del UFC frente a Luke Rockhold, galardón a la «actuación de la noche» incluido.

Su padre, Jan Bisping, trabajó en las fuerzas armadas británicas.

Pronto terminó su labor y puso rumbo de nuevo a East Yorkshire (Reino Unido). Allí comenzó su camino en el arte del combate. Tenía 15 años cuando se subió a un ring para competir en calidad de amateur. Fue en el «Knock Down Sport Budo (KSBO)». Su potente golpeo ya hacía mella en sus rivales. Tras unos años dedicados a las artes marciales tuvo que frenar en seco sus entrenamientos. Las necesidades económicas apremiaban. A los 18 años tuvo que dejar la dedicación completa para buscar un oficio en el que desarrollar una vida lejos del deporte de élite.

En aquella época, el luchador británico entrenó karate y kickboxing y ganó el título del Noroeste y el Pro Luz del peso pesado en dos ocasiones en esta última disciplina. Tras ganar el segundo título se formó para realizar diferentes labores sin olvidarse de los gimnasios. Bisping trabajó en fábricas, como tapicero, cartero, alicatador, yesero o incluso vendedor ambulante. Todo ello por labrarse un futuro, pero su pasión siempre fue la música. De hecho, logró hacerse un hueco en la vida nocturna y, hoy en día, sigue amando el sonido que sale de su mesa de mezclas. «Mickey B.» hacía quemar la suela de las zapatillas de todo amante del sonido electrónico.

Con todo, nunca quiso dejar de lado una carrera deportiva que muchos de sus entrenadores habían previsto que podía ser estelar. Corría abril de 2004 cuando se subió por primera vez para competir en artes marciales mixtas. Steve Mathews fue su víctima, y duró 38 segundos antes de recibir una llave de brazo con la que se puso fin al combate. Un mes después John Weir cayó desplomado en menos de un minuto ante sus furiosos golpes. Golpes de rabia y superación. Los rivales se fueron sucediendo y las victorias también. Las organizaciones profesionales le echaron el ojo y se proclamó campeón en Cage Rage y luego Cage Warriors. En la primera defendió su título una vez, en la segunda tres.

Con la carrera ya lanzada, Bisping participó en la tercera edición de «The Ultimate Fighter (TUF)», una especie de cantera del UFC. Y ganó el reality en el peso pesado, logrando una marca profesional de 11-0. El contrato con la mayor organización del mundo de artes marciales mixtas no se hizo esperar. Unos meses más tarde debutó frente al estadounidense Eric Schafer con una victoria por KO en el primer asalto. Tuvo que ser Rashad Evans, un reconocido peleador, quien le derrotó por primera vez a los puntos con una decisión dividida de los jueces. Fue entonces cuando pensó que la mejor opción era bajar unos kilos hasta el peso medio.

En su nuevo peso se sentía más ligero y efectivo. Encadenó tres victorias que le permitieron optar por primera vez al título del UFC. Era 2009. Dan Henderson le noqueó por primera vez en su trayectoria deportiva. Y Bisping se quedó sin el cinturón. Unos meses después ya estaba sobre la lona derrochando energía a raudales. De hecho, consiguió el premio a «la pelea de la noche» en el siguiente combate. El británico estaba acostumbrado a tumbar las piedras que se ponían en su camino y no esquivaba ninguna pelea por dura que pudiera ser. El siguiente reto fue Wanderlei Silva y, pese a que aguantó todos los asaltos, fue derrotado en la decisión de los jueces. ¿La mejor medicina? Tres peleas ganadas consecutivas para resacirse.

Así llegó otra oportunidad para coronarse frente a Chael Sonnen en 2012. Otra vez una batalla encarnizada con derrota final en las cartulinas. Los combates se sucedieron con diferente suerte: victoria frente a Brian Stann, derrota con Vitor Belfort, victoria con Alan Belcher, derrota con Tim Kennedy, victoria con Cung Lee. Ya habían pasado dos años y se subió a la jaula con Luke Rockhold. No hizo un mal combate, pero el estadounidense le aplicó una guillotina de la que no pudo escapar. Momento para reflexionar, pensar y mejorar.

Entrado el 2015, el UFC le preparó en Montreal una gran velada frente a Dollaway. Bisping había aprendido de los errores, consciente de que tenía que puntuar más en los combates que consumían todos los minutos. Y ganó por decisión unánime. Más tarde llegó Thales Leites y volvió a tomar la misma estrategia de aguante y golpeo. Surtió efecto. En febrero de 2016 el cartel de la velada tenía escrito un combate que prometía ser épico: Michael Bisping vs Anderson Silva. Y lo fue. Ganó el premio a «la pelea de la noche» con victoria para el británico.

Se escuchaban voces que decían con malicia que Bisping ya estaba viejo para pelear (37 años), pero el camino que emprendió en 2009 tenía ahora su potencial broche de oro en una revancha contra Luke Rockhold con el cinturón del peso medio sobre la mesa. El británico, consciente de que era un ahora o nunca, aprovechó que el estadounidense se confió para conectar una combinación del golpes que dejaron noqueado a su rival. Era un premio a la resiliencia. Una oda al querer es poder. En definitiva, una lección vital. En unos meses tendrá que defender el cinturón frente a Dan Henderson y no se sabe si lo podrá retener, pero el DJ que soñaba con ser campeón del mundo de artes marciales mixtas podrá pinchar música tranquilo.

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