Sergio García, durante una de las rondas de práctica en Erin Hills
Sergio García, durante una de las rondas de práctica en Erin Hills - Reuters

Golf | US OpenLos españoles, ante su «major» maldito

Sergio García, Jon Rahm y Rafa Cabrera buscan un triunfo esquivo en los 116 años del torneo

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En pocas ocasiones como en la presente los golfistas españoles han afrontado el Open USA con un favoritismo real. Es cierto que antaño siempre partían en el grupo de aspirantes los grandes nombres de Severiano Ballesteros y José Mari Olazábal, pero a la postre el cántabro nunca pasó de la tercera plaza (1987) ni el vasco de la octava (90 y 91). La extrema dureza con la que los organizadores preparan los campos (largos, estrechos, con unos «roughs» espesos y unos «greens» endiablados) no se adaptaban en absoluto al juego más creativo y visceral de los hispanos.

En el nuevo milenio, por contra, aparecieron dos nombres en escena que resucitaron las esperanzas: Miguel Ángel Jiménez (fue segundo en 2000 y sexto en 2008) y, por supuesto, Sergio García.

El castellonense, que disputará desde hoy en Wisconsin su decimoctavo torneo consecutivo, sabe que tiene una deuda pendiente y se encuentra en el mejor momento de su carrera para saldarla. Ha acabado cinco veces entre los diez primeros (tercero en 2005) y el año pasado fue quinto. «Es un torneo que me gusta y que supone todo un reto para mí, porque sin duda es el grande más difícil de los cuatro que disputamos», comenta el de Borriol. Venir de ganar el Masters le convierte en el objetivo a batir por parte de sus rivales (es el único que opta al «Grand Slam» en 2017) y se ha ganado todavía más respeto ante ellos. En el Circuito era una frase hecha reconocer que en cuanto Sergio abriera la espita de los «majors» no dejarían de caer en su zurrón uno tras otro.

La edición de este año se celebra en Erin Hills, un campo de reciente construcción que está sorprendiendo a los protagonistas. Es bastante más ancho que otros recorridos anteriores e incluso están suavizando las hierbas altas de algunos hoyos. Sin embargo, esto no garantiza que los resultados vayan a ser mejores que en otras ocasiones, ya que es habitual que salvo el ganador, el resto de los competidores acaben por encima del par.

El recién llegado

Si los cuatro «Beatles» españoles antes mencionados tuvieron que pelearse con el Abierto hasta conocer su idiosincrasia y entenderlo, hay un recién llegado que disfruta llegando y besando el santo. Jon Rahm, con una mentalidad muy americana al haber desarrollado allí su carrera universitaria, está plenamente adaptado a este tipo de campos, en los que puede desplegar con comodidad sus grandes armas: una potencia descomunal, un afinado juego corto y un «putter» muy efectivo. La campaña pasada jugó aún como amateur y fue el único en su categoría que pasó el corte, pero este año aspira a mucho más. Ya sabe lo que es ganar en el PGA Tour, ha sido subcampeón del Mundial «Match-Play» y del Byron Nelson y suma siete top-10 en la temporada. A ojos de los estadounidenses es tan favorito como lo puedan ser Jordan Spieth, Jason Day, Dustin Johnson o Rory McIlroy.

La tercera bala en la recámara es la de Rafa Cabrera. El canario sigue con su labor sorda de aclimatarse a su primera temporada completa en el Circuito Americano y el pasado fin de semana estuvo rozando el triunfo. Salió como líder el domingo en Memphis y, aunque finalmente terminó cuarto, ya ha dado muestras de estar perfectamente adaptado a la mejor liga del mundo. Es cierto que este campeonato no se le ha dado especialmente bien en el pasado (solo ha pasado dos cortes en ocho participaciones), pero su estado de forma permite soñar con lo mejor. Con tres españoles entre los 28 mejores del mundo, las opciones de triunfo son bastante realistas en esta ocasión.

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