Robertlandy Simón, estrella del voleibol, jugó con Cuba hasta que se trasladó a Italia
Robertlandy Simón, estrella del voleibol, jugó con Cuba hasta que se trasladó a Italia
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Cuba, el gigante dormido del deporte mundial

Con el nuevo escenario político abierto en el país, campeones olímpicos y estrellas mundiales que un día abandonaron la isla sueñan con poder regresar a sus selecciones

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La realidad más dolorosa deldeporte cubano es que cuenta con varias figuras entre las mejores del mundo y no puede disfrutar de sus triunfos porque ellos decidieron emigrar y perdieron la posibilidad de representar a su país. Sin embargo, la posibilidad de que Cuba compita en los Juegos Olímpicos de Río 2016 con un equipo nacional unificado podría ser un hecho si los nuevos aires que soplan en el Gobierno de la isla se extienden a su deporte.

Este año, el atleta de 110 metros vallas Orlando Ortega fue el cuarto más rápido del mundo con tiempo de 13.01 segundos y en 800 metros Yeimer López terminó décimo con 1:43.71, pero ninguno de los dos irá a los Juegos Panamericanos de julio próximo por no estar alineados con la política deportiva de Cuba.

Son dos ejemplos que, como Dayron Robles, campeón olímpico de 110 metros con vallas en 2008, se fueron de la isla porque deseaban vivir en otra parte. Hubieran querido seguir en el equipo de Cuba, pero no los dejaron.

La historia de los campeones cubanos residentes fuera del país comenzó con su primer campeón olímpico, Ramón Fonst, esgrimista que se educó en Francia y con el uniforme de Cuba ganó medalla de oro en los Olímpicos de París 1900, triunfo que repitió en San Luis 1904. Es una realidad similar a la de muchos países, pero desde que entró al poder en 1959 el Gobierno de la isla no aceptó tener campeones que «coquetearan» con el capitalismo.

En 1980 el campeón mundial de levantamiento de pesas Roberto Urrutia, considerado en La Habana como un modelo de deportista, desertó y el hecho dolió tanto que en 1987 Cuba le dio trato de héroes a Pablo Lara y Francisco Alleguez por vencer en los Juegos Panamericanos de Indianápolis al «traidor», que por entonces había pasado su mejor momento.

Los emigrantes, fuera de la selección

Después de eso la política fue menos agresiva, pero la regla siguió clara y si un deportista emigraba perdía el derecho a ser seleccionado nacional como le pasó a Taymí Chappé, campeona mundial de esgrima de 1990, quien se radicó en España.

Después de Chappé, decenas de cubanos triunfaron con camisetas de otras naciones como la gimnasta Annia Portuondo, subcampeona olímpica en Atenas 2004 con Estados Unidos, la saltadora de longitud Niurka Montalvo, monarca mundial en 1999 con España o la triplista Yamilé Aldama, campeona mundial de sala en 2012 con Gran Bretaña.

Ha sido una experiencia dolorosa para el país y para los deportistas cuyo único delito fue hacer lo mismo que Fonst en sus tiempos o que el campeón mundial de ajedrez José Raúl Capablanca, quien no dejó de ser un orgullo nacional por vivir fuera.

Ahora que parece que los Gobiernos de la isla y Estados Unidos han fumado la pipa de la paz y parecen venir tiempos de tolerancia, está por ver si la gran cantidad de atletas de primer orden residentes en el extranjero recibirán el permiso de competir por Cuba. Si eso pasase, quizás Cuba volverá a tener una potente selección de voleibol como la subcampeona mundial del 2010, cuyos líderes desertaron y eso causó que ese deporte no se clasificara a los pasados Juegos Olímpicos.

Encabezados por Robertlandy Simón, los voleibolistas cubanos son de lo mejor en las ligas de Italia, Turquía, Corea del Sur, Qatar, Brasil y Argentina y muchos han levantado la mano para jugar por Cuba porque solo querían la independencia económica.

En la época de los monarcas olímpicos Javier Sotomayor, de salto de altura e Iván Pedroso, de salto de longitud, los campeones cubanos tenían acceso, si acaso, al 20 por ciento de sus premios. Eso ya no es así y ahora se quedan con 80 de cada 100 dólares. Ese cambio, establecido en 2013, ha sido considerado por como un acto de justicia por muchos que también reclaman que su Gobierno deje de mirar como extraños a figuras como Orlando Ortega, Yeimer López y los jugadores de voleibol que se mueren de ganas por competir por Cuba y jamás han levantado un dedo contra su país.

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