NOVILLADA

Oreja para Pacheco en su debut en la plaza de toros de El Puerto de Santa María

El novillero linense corta el único trofeo del deslucido encierro de Yerbabuena. Rodrigo Molina lo pierde con la espada y Daniel Crespo no tuvo opciones

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Ilusionante era el cartel en la Plaza Real a pesar de la escasa entrada. El segundo de la temporada de verano con dos novilleros desmonterados en el paseíllo. Pero el deslucido juego de los voluminosos novillos de Yerbabuena -con un manso, protestas al palco, y devolución incluida- hizo que el festejo no terminara de romper. Solo Miguel Ángel Pacheco cortó una oreja al más potable del encierro y Rodrigo Molina la perdió con la espada.

Abrió plaza el portuense Daniel Crespo, que cortó una oreja el año pasado en uno de los tres festejos que toreó, pero no pudo repetir. Pechó con un primero que salió distraído al que logró enjaretar varias verónicas con gusto, pero al tercio final llegó justo de fuerza y sin querer pelea, rajado cuando veía la salida.

Le cambió los terrenos pero solo pudo dejar detalles.

Las verónicas de recibo al cuarto fueron muy ovacionadas pero con más intensidad se pidió la devolución a los corrales al perder las manos tras el puyazo. Se quedó en el ruedo con una nula embestida que a duras penas pasaba. Crespo no tuvo opciones y para colmo se atascó con los aceros.

Miguel Ángel Pacheco era nuevo en la plaza y casi un desconocido en la provincia gaditana a pesar de que el linense fue cuarto del escalafón el año pasado con una veintena de novilladas. Se mostró muy preparado y fue el único que logró tocar pelo. A pies juntos y ganando terreno fue el recibo al segundo que se enceló con los burladeros y que fue a la muleta con una embestida algo descompuesta pero noble que supo aprovechar el novillero. Lo entendió a la perfección y supo templar las cada vez más cortas arrancadas, con un circular al final de la faena ya cerca de las tablas. Ejecutó bien la suerte suprema y aunque tardó en caer, cortó el trofeo mientras el astado era aplaudido en el arrastre.

Dispuesto a rematar se puso de rodillas pero quien remató con todo al burladero fue el de Yerbabuena que se partió un pitón. Tras el número de los mansos, con una parada de cuatro cabestros, salió un sobrero que derribó al picador y al caballo. Brindó al público Pacheco que inició con doblones, con torería, pero fue lo único que pudo hacer con «Metepan», un manso que se aculó en las tablas y no quiso embestir y que además se había dejado las fuerzas en el peto.

El sevillano Rodrigo Molina también se presentaba con picadores en la Plaza Real y cerca estuvo de lograr premio. El tercero, al que saludó a la verónica ganando siempre terreno, se pegó una voltereta al salir del primer puyazo y llegó aplomado a la muleta. Agarrado al piso, tomaba los dos primeros pero le costaba seguir así que insistió el novillero que logró una serie con la diestra. Tras una labor de extenso metraje, se alargó con la espada y escuchó algunas palmas del público tras el aviso.

Volvió a manejar con soltura el capote en que cerró plaza al que llevó galleando al caballo e hizo un templado quite. Tras el brindis, comenzó con ayudados por alto para sacarlo a los medios donde logró una templada serie en redondo que hizo sonar la música. Continuó con la diestra, llevando cosida la embestida sin que topara la muleta y después al natural. Fue mucho mejor con la diestra, citó a pies juntos y se gustó en los de pecho. Pero perdió la oreja con la espada.

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