CON SU PERMISO

Análisis: Miuras clásicos y modernos

EP

Alfredo Casas

Variado encierro de Miura . De hechuras y comportamientos. Ancho de sienes, fino de cabos, alto de cruz, largo de viga y vareado, el castaño bragado que abrió festejo. Se mirara por donde se mirara, un Miura. También su comportamiento respondió a las crónicas del siglo pasado. Pronto y encastado, « Redondito » embistió con el pitón contrario y soltando la cara por el lado derecho y se frenó en seco por el izquierdo. Terminó gazapeando y poniéndose muy molesto.

Más corto de manos y recogido, al segundo en el orden de lidia, de largo cuello y poquitas carnes, le faltó remate. Noblón y de descompuestas arrancadas por el pitón derecho –llegó al embroque con la cara por encima del estaquillador-, « Londrito » tomó los vuelos de los engaños por el lado izquierdo y se abrió hasta casi salirse de las suertes. Sujetado por Pepe Moral, el de Miura duró hasta rajarse bien avanzada la faena.

De noble expresión, más pesado y redondo, el tercero lució «otra» hechura. De haber lucido otro hierro, muchos se hubieran despistado a la hora de distinguir su origen. Brava y entregada fue la pelea en varas de « Bigote » y templado y enclasado su tranco durante el tercio de banderillas. Lástima que llegara desfondado al último tercio. Sacado al tercio, el negro entrepelado se paró en un abrir y cerrar de ojos.

De ilustre reata, el cuarto astado, cornipaso, largo, agalgado y vareado, no paró de moverse en los dos primeros tercios. Aunque blandeó en la primera vara, « Limonero » fue un superclase de descolgadas, entregadas y acompasadas embestidas por ambos pitones y motor diesel. Dicen que así son y embisten los Miuras del siglo XXI. Que ahí es donde de verdad se nota la mano de don Antonio. Pues bienvenidos sean los modernos.

Devuelto a los corrales el quinto, « Trianero » arrastró los cuartos traseros desde su salida de toriles, saltó al albero maestrante un miura ancho de sienes, largo como un tren y apretado de carnes. De notable son en el saludo capotero y entregada pelea en el peto del caballo, «Limeño» llegó a la faena de muleta lanzando cabezazos, topando las telas y bicheando por abajo. Correoso y duro, no fue toro de lucimiento.

Remató la interesante miurada un toro con leña para forrar un armario ropero de tres cuerpos. Berreón y reservón de inicio, « Limosnero » exhibió crudo y áspero carácter y se negó a ser empujado en la faena de muleta.

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