Jesús Soto de Paula
Mis toreros nunca se retiraron
Algunos asistimos a aquella última tarde de Rafael de Paula, en Jerez, en la que defino como la tarde más dramáticamente duendística que yo haya vivido, pues a la convulsión de su toreo soñado se le añadió la trágica realidad de ver cómo se dejaba dos toros vivos, y cómo Rafael, en gesto de rabia torera, se arrancara la coleta para arrojarla rabiosamente al albero