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El féretro de Víctor Barrio portado por su cuadrilla, amigos y familiares a su llegada al polideportivo de Sepúlveda - I.Jimeno

Gritos de «¡torero, torero!» en la multitudinaria despedida a Víctor Barrio

Sus restos mortales fueron velados este domingo en Sepúlveda y este lunes será el funeral

SEPÚLVEDA (SEGOVIA) Actualizado: Guardar
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Un sonoro y prolongado aplauso recibió ayer en Sepúlveda a Víctor Barrio, el malogrado diestro segoviano que este sábado encontró la muerte en los pitones de «Lorenzo», un morlaco de 529 kilos de la ganadería de Los Maños que acabó con su vida en el tercero de la tarde sobre la arena del coso de Teruel. En el interior del polideportivo municipal, por el que pasaron más de 3.000 personas, gritos de «¡Torero, torero!», acompañaron la entrada del féretro a hombros de la destrozada cuadrilla y compañeros de profesión. Dentro decenas de coronas y ramos de flores de familiares, amigos, instituciones, empresas…, varias pinturas del diestro, su muleta, el estoque, un traje de luces, un sentido poema… y una familia destrozada, al igual que el mundo del toro, que llora el fallecimiento de Víctor Barrio, cuyo funeral se celebrará a las 11.00 horas de hoy en la iglesia de San Bartolomé.

Aún en un estado de shock que será difícil de superar, en Sepúlveda y Grajera, trataban ayer aún de asimilar una noticia que ni querían ni podían creer: la muerte del torero Víctor Barrio, su torero. Allí había viajado Víctor Barrio con ilusión un aficionado al mundo del toro desde que era pequeño, pero de vocación tardía. Nacido en 1987, debutó como novillero en 2008, con los 21 años cumplidos, y tomó la alternativa en 2012, a los 25 años. Pero siempre había mostrado su interés. «De pequeño, para sus cumpleaños y Reyes siempre le regalaban el capote, el traje de luces…», recuerda Carlos, un vecino de Grajera que vio crecer a Víctor Barrio y ayer no podía contener el llanto al recordar a ese chiquillo hijo de su jefe que ya no volverá a ver. «Lo llevaba dentro de siempre», asegura mientras reconoce que «aún no lo he asimilado. Es muy duro». Era imposible no echar ayer un vistazo al álbum de fotos familiar para recortar a Víctor en la comunión, en cumpleaños o carnavales —siempre con su disfraz de torero— con sus hijos.

En general, el sentir de todos, entre la desolación y la impotencia. En los pueblos todos se conocen y las familias se entrelazan. «No tengo palabras», comenta sin poder contener la emoción otro vecino de Grajera, una localidad de 250 habitantes al pie de la A-1, que se enteró por televisión del suceso. Estaban viendo la corrida en el bar del pueblo, de la familia del diestro y donde un azulejo con el dibujo de un astado en plena faena muestra la afición taurina del local. Como él, muchos otros tanto en su localidad natal como en Sepúlveda, donde los calendarios de Víctor Barrio decoran las paredes e incluso en los comercios aún se guarda y mira con dolor el cartel de la feria de Teruel en la que encontró la muerte. Él mismo se encargó, como siempre, de repartirlos.

El capote de Víctor Barrio colgado en el balcón de la casa del reloj, con un crespón negro
El capote de Víctor Barrio colgado en el balcón de la casa del reloj, con un crespón negro - A. Tanarro

«Siempre soñamos con la portada de la Puerta Grande de Las Ventas. No pudo ser. Injusta vida. La que se me ha ido contigo». Son las primeras palabras que Raquel Sanz, la viuda del torero Víctor Barrio, ha dedicado a su marido tras su fallecimiento en una brutal cornada este sábado en la plaza de Teruel. Periodista y community manager, así se define en Twitter, ha aprovechado la Red social para despedirse de su esposo y dar las gracias por las muestras de condolencia.

«Gracias Sepúlveda. Nuestra Sepúlveda. La tuya y la mía. Seguro que desde donde estés tienes una vista privilegiada», ha escrito en otro comentario la también portavoz del Pp e la villa.

«Gracias a todos. No puedo contestaros, no tengo palabras. Se ha ido mo vida, no tengo fuerzas, pero sí mucho agradecimiento», añade en otro post.

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