Cristina Sánchez, toreando con la derecha
Cristina Sánchez, toreando con la derecha - De San Bernardo

Feliz reaparición de Cristina Sánchez en Cuenca

La torera y El Juli cortaron dos orejas y salieron a hombros. Ponce se quedó en una por la espada

Cuenca Actualizado: Guardar
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El cartel de la Feria de San Julián de Cuenca se ilustra con la bella imagen de una mujer torera, de espaldas, con la trenza rubia cayendo sobre el capote de paseo: es Cristina Sánchez, que reaparece, esta única tarde. El cartel es de categoría. Los toros de Daniel Ruiz dan buen juego: la torera corta dos orejas en su primer toro. El Juli, una y una. Salen los dos a hombros. Ponce se queda en una, por la espada.

La historia de las señoritas toreras es más amplia de lo que suele creerse. Goya retrató a La Pajuelera (vendedora de pajuelas de azufre) picando, a caballo; Gustavo Doré, a la triunfante Teresa Bolsi. En el romanticismo triunfó «la intrépida Martina»: la llamaron «Lagartijo mujeril» pero también inspiró coplas burlescas: «Cuando clavaban el par / y por el suelo rodaban / ciertas cosas enseñaban / que ocultas deben quedar».

Episodios pintorescos fueron los de las catalanas Lolita y Angelita, «Las Noyas», la polaca Petra Kobloski o «La Reverte» (que resultó ser Agustín Rodríguez, un guardia con bigote). Triunfó durante la República Juanita Cruz, a la que compararon con Dolores Ibárruri. En la posguerra, toreó a caballo la gran Conchita Cintrón; a pie, Ángela, Maribel Atiénzar, Mari Paz Vega... Muy curiosa es la foto de Morenita de Quindío, con su marido; los dos, vestidos de luces: quien torea unido...

Cristina Sánchez, hija de banderillero, alumna de la Escuela de Madrid, marcó un hito, al abrir la Puerta Grande de las Ventas, el 8 de junio de 1995. Tenía buena técnica y valor; la espada fue su punto flaco. Por su aspecto moderno y atractivo, rompió muchos tópicos del viejo casticismo. Retirada el 12 de octubre de 1999, el empresario Maximino Pérez la ha convencido para que vuelva a los ruedos, ya con 44 años, en Cuenca: ese «cogollo de España», según Ortega, donde el toro ibérico de barro cocido – su símbolo – se hermana con los delicados matices de mi amigo Fernando Zóbel.

El primero es noble, justo de fuerzas. Ponce, que ha brindado a Cristina, lo cuida, con enorme facilidad liga muletazos plenos de armonía por los dos lados y mata bien pero pierde el trofeo con el descabello. En el cuarto, que sale con pies pero flaquea, logra verónicas muy lentas, se lo enrosca a la cintura con estética, intercala molinetes y cambios de mano, borda tres poncinas. Ha toreado a placer, demostrando su gran momento. Media estocada: oreja. La espada le ha privado de un trofeo más, en cada toro.

El tercero, que embiste largo, permite al Juli lucir todo su repertorio: encadena verónicas con chicuelinas, quita vistoso, manda en muletazos de mano baja y entusiasma en el arrimón final, con luquinas. Estocada trasera, con salto: oreja. El último, que brinda a Cristina, se entrega menos. Julián muletea con reposo, le busca las vueltas,se mete entre los pitones, se arrodilla pero el toro no da más de sí. Concluye con otra estocada con salto, trasera y caída: oreja.

Cristina Sánchez brinda uno de los toros a sus hijos
Cristina Sánchez brinda uno de los toros a sus hijos - DE SAN BERNARDO

En el segundo, noble, Cristina Sánchez traza verónicas que levantan un clamor, quita por chicuelinas y una larga. Brinda a sus hijos. Muletea con mando y empaque, aunque el toro se queda cortito; resuelve con garbo algún momento de apuro, se adorna tirando los trastos y mata con decisión, algo desprendido.

Por unanimidad, corta dos orejas. El quinto aprieta más en el capote. Lo somete por bajo y logra derechazos templados, con buen oficio. Esta vez, falla con los aceros. La gente ha estado de su parte, toda la tarde, pero ella ha resuelto la papeleta: ¡enhorabuena!

Sale a hombros Cristina, entre la simpatía y el clamor popular. ¿Por qué ha vuelto a los ruedos? No por el dinero, pues cede sus honorarios a un fin benéfico. Ella lo ha explicado: para que la vean sus hijos y como una meta personal. Es fácil de entender: necesitaba torear. Así sienten los verdaderos artistas, en cualquier modalidad. Ha vuelto para triunfar en una ciudad encantada, de aire trasparente, que, como dice García Lorca, «gota a gota, / labró el agua en el centro de los pinos». Ya puede estar tranquila Cristina Sánchez, que se siente y sentirá torera hasta el último día de su vida.

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