Los jóvenes del Cuarteto Haendel, en el museo Cerralbo
Los jóvenes del Cuarteto Haendel, en el museo Cerralbo - ÁNGEL DE ANTONIO

El proyecto MusaE llevará la música clásica a dieciséis museos de España

Músicos jóvenes, prácticamente salidos del conservatorio, participarán en el proyecto

Madrid Actualizado: Guardar
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Tradicionalmente hemos puesto cara a Mozart, Bach y Haendel por los cuadros que cuelgan en los principales museos del mundo. Pero desde ayer, por esas cosas que tiene el mecenazgo, 16 salas de arte conocerán su obra gracias a MusaE, un proyecto que ha programado conciertos de música clásica en varios museos del país. Los encargados de llevar los acordes a estas galerías serán músicos jóvenes que aspiran a vivir de un género en continua reivindicación. Músicos casi recién salidos del conservatorio que pondrán sus partituras a pie de obra (de arte).

Los primeros en tocar ayer durante la inauguración del programa en el Museo Cerralbo fueron el que han bautizado para esta ocasión como «Cuarteto Haendel».

Lo forman cuatro estudiantes de la Escuela Superior de Música Reina Sofía que han visto en el MusaE la ocasión idónea para demostrar su arte. «Desde la Fundación Eutherpe me ofrecieron tocar y yo les propuse hacerlo con un cuarteto de cuerda –explica David Martín, músico de 20 años y uno de los integrantes del grupo–. Creo que era una oportunidad muy especial ya no por el hecho de tocar un repertorio delante del público, sino por el hecho de estar rodeado de arte».

Jóvenes

El cuarteto lo completan Ivan Görnemann, Raquel de Benito y Mohamed Hiber, que ha entrado en sustitución de otro músico novel italiano que cayó enfermo a última hora. Pese a no ser de la partida inicial, Hiber ya fue invitado por Daniel Barenboim a la gira de la WestEaster Divan Orchestra e interpretó el «doble concierto» de Bach con Los Solistas de Moscú bajo la dirección de Yuri Bashmet. Casi nada para tener 20 años.

«Mi hermano era muy tímido –relata este violinista nacido en París–, lo llevaron al médico y le dijeron que hiciera música, teatro, deporte... Todo lo que pudiera. Yo escuchaba sus clases y fue así como me metí en la música».

«Yo llegué a esto a través de mis padres», cuenta Ivan Görnemann. «Mi padre siempre ha amado la música clásica y nos incitó a meternos en un conservatorio. Mi madre era violinista, tocaba cuando aún estaba en su tripa y luego empezamos a dar clase de conservatorio en conservatorio», explica este músico que, por su apariencia, tiene más de roquero que de concertista. «Escucho de todo, desde flamenco a rock, pasando por la música clásica...» Ahora mismo, asegura, en su teléfono hay canciones de Linkin Park, cuartetos de Haydn y sinfonías de Mahler.

Precocidad

Caso parecido es el caso de Raquel de Benito, pues su padre, sus hermanos y sus tíos son músicos: «Empecé a tocar el violín con cuatro años y a los catorce empecé con la viola». «Error», responde entre risas Mohamed. «Es una broma, todos se meten con las violas», comenta De Benito, la más joven del cuarteto con 19 años. A ella le gusta mucho el grupo Queen.

Son en su mayoría ejemplos de precocidad, chicos cuyos primeros recuerdos van ligados a un instrumento de cuerda. Ahora desean que lo que empezó como un entretenimiento acabe siendo su profesión. «Al principio me gustaba, lo pasaba bien pero tampoco le dedicaba mucho tiempo», recuerda David Martín. «Hasta prácticamente los 13 o 14 años yo tocaba el chelo porque me gustaba, pero también hacía otras cosas. Jugaba en un equipo de fútbol... Me atraían otras muchas cosas y no lo tenía tan claro. Pero de pronto empiezas a darte cuenta de que este mundo te proporciona algo muy distinto de lo que te puede dar otra cosa». David jugó al fútbol hasta los 17 años, pero una lesión de rodilla, como a tantos otros, le apartó del césped y le abrazó definitivamente al violonchelo, demostrando que dar patadas a un balón no es sinónimo de estar hueco por dentro.

Sacrificio

Los cuatro miembros de este «Cuarteto Haendel» dedican unas doce horas al día a su vocación, pero lo llevan con mucha energía; rara vez tienen momentos de debilidad. «Lo peor es no ver a mi familia, porque me voy cuando están todos dormidos y vuelvo cuando también están dormidos», asegura Raquel de Benito. «Yo lo estaba pensando... Y la verdad que tampoco veo esto como un sacrificio», añade Ivan Görnemann. «Para mi hacer música es una maravilla, no me importa repetir una frase cincuenta veces hasta que esté como yo quiero».

«A un músico lo que le reconforta es tocar en público», puntualiza David Martín, para el que todos los males desaparecen al momento de tocar para otra gente. «Es muy importante que puedas demostrar lo que has aprendido, que no te lo quedes tú solo. Que lo puedas compartir con el público es una cosa esencial». Gracias a MusaE podrán hacerlo.

Museos participantes

Las salas que se han añadido al programa son el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional y el Centro de Investigación de Altamira, el Museo Nacional de Arqueología Subacuática, el Museo del Traje, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo Nacional de Cerámica y de las Artes Suntuarias, el Museo Nacional de Escultura, el Museo del Greco, el Museo Casa de Cervantes, el Museo Nacional de Arte Romano, el Museo Sefardí, el Museo Sorolla, el Museo Nacional de Antropología, el Museo Cerralbo, el Museo Nacional del Romanticismo y el Museo de América.

Financiación

Este programa empieza con 200.000 euros de «colchón» gracias a la ayuda del Ministerio de Educación Cultura y Deporte (que pone 50.000 euros), de Acción Cultural Española (que aprobó otra partida de 50.000 euros) y la Fundación Daniel & Nina Carasso, que va a destinar 100.000 euros al MusaE.

Número de músicos

Serán en total 23 músicos jóvenes (solistas y cuartetos) los que participarán de estos conciertos cuya fecha y emplazamiento se irá fijando sobre la marcha.

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