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María Adánez y José Manuel Poga, en una escena de la obra - LUIS MALIBRÁN

María Adánez: «España no está saneada del todo, hay que llevarla a terapia»

La actriz protagoniza «Insolación», adaptación de la novela de Emilia Pardo Bazán dirigida por Luis Luque

MADRID Actualizado: Guardar
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Emilia Pardo Bazán publicó «Insolación» en 1889. En ella hablaba, como dice Luis Luque (director de la adaptación teatral que el día 10 llega al teatro María Guerrero, tras un año de gira) «del encuentro de dos latitudes españolas, el norte y el sur, como metáfora de las clases sociales imperantes en la España de finales del siglo diecinueve». Pedro Víllora firma la versión, interpretada por María Adánez, Chema León, José Manuel Poga y Pepa Rus. María Adánez encarna a Asís Taboada, marquesa de Andrade, a quien define como «una mujer progresista, de ideas liberales, amante de la justicia, de la educación y la igualdad... Pero que todavía está un poco anclada en lo viejo. Todavía le falta un paso, una generación -a ella no le veo yendo a manifestaciones, a su hija sí-, aunque en todo su discurso encontramos a una mujer avanzada».

¿Reflejo de su creadora, Emilia Pardo Bazán, conocida defensora de los derechos de la mujer? «Ella fue mucho más allá -dice la actriz-. Era una mujer joven, moderna, culta, inteligente; la palabra feminista se le queda corta. Y lo fue gracias a la educación que recibió de su padre, un político con mucha cultura y mucho mundo. Hay una frase suya en la edición de las cartas de Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdós que me encanta, y que dice algo así: “Si los hombres te quiere hacer creer -dice más o menos- que hay una moral para los hombres y otra para las mujeres, es mentira; eso es una invención de los hombres, que son unos egoístas y que quieren que las mujeres estén sometidas a ellos”».

Mucho han cambiado los tiempos desde entonces, especialmente en lo referente a los derechos de la mujer. «El otro día, en el teatro, había un grupo de señoras mayores, y yo pensaba que ellas sabían perfectamente de lo que hablaba mi personaje. Hay un largo camino todavía por recorrer en la igualdad de géneros. Hemos avanzado muchísimo, pero España no está saneada del todo y la clave, para mí, es la corrupción. No hay salud en la política ni en las estructuras, no tenemos autoestima. Aquí triunfan los perdedores, los “losers”. Hay que mandar España a terapia».

De su personaje, con el que convive desde hace un año, ha aprendido sobre todo a «dejar de pensar tanto con la cabeza y hacerlo con el corazón. A sentir. Los personajes nos dejan, durante el tiempo que los estamos interpretando, nos dejan un regalo, un legado. Y el de esta mujer podría ser ese: menos normas, menos control y más corazón». Para conocerlo, se ha refugiado a menudo en la novela. «Cuando tenía cualquier duda, encontraba allí la solución, la esencia».

Y es que «Insolación» es, básicamente, una historia de amor, la historia de una mujer que contrapone su amor y sus deseos a los prejuicios y convencionalismos. «La función no tiene nada de panfleto, asegura María Adánez. La historia de amor de la marquesa, gallega, con un gaditano más joven que ella se sitúa, sin embargo, en un contexto igualmente reconocible para los espectadores: esas dos Españas, ese enfrentamiento «Norte-Sur». «Emilia Pardo Bazán se pregunta “¿Qué es España?” Estamos a medio camino entre Europa y África, entre la razón y los instintos, y pone la fiesta de los toros como ejemplo».

Esas dos Españas tienen su reflejo en el patio de butacas, que reacciona de distinta manera según de dónde sea. «Con una función de teatro se podría hacer un estudio sociológico. Ese tópico de que los andaluces son muy graciosos... No. No tienen nada que ver los de Jaén con los de Granada, con los de Cádiz o los de Almería. Hay un momento en la función en que yo digo: “Ay, Asís, aquí no hay nada bueno, ni siquiera superior. Es un vago, un truhán, un perdido... El meridional, en volviendo la esquina, ya ni se acuerda de lo que te declama. Estos andaluces, hija mía, nacen actores". En el Norte se mueren de risa con esto, y en el Sur no les hace ninguna gracia».

No es ésta la primera vez que María Adánez trabaja con Luis Luque, al que conoció cuando éste era ayudante de dirección con Miguel Narros, y que se ha convertido en uno de sus mejores amigos. La actriz considera que no siempre es sencillo trabajar con amigos, y menos con familiares: «Cuando trabajas con gente querida -he trabajado incluso con mi madre, la maquilladora Paca Almenara-, el reto es establecer los límites más que nunca. Cuando trabajas con gente desconocida los límites están claros, porque no hay confianza, y hay mucho respeto, desconocimiento... Profesionalidad ante todo...Pero cuando las relaciones emocionales ya están establecidas... Luis me conoce muy bien como persona, y cuando me dirige tira de mí. Pero me gusta mucho trabajar con él; me gusta como director, su imaginario, sus puntos de vista, su humor... Y me saca de una zona de confianza, de confort, que me lleva a arriesgar, a descubrir, a buscar nuevos caminos».

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