«La Hora Feliz», risas y feminismo en los Teatros Luchana

Noemí Ruiz, Virginia Muñoz y Carmen Baquero, integrantes de la compañía Caramala, interpretan a tres muchachas que luchan por alcanzar sus sueños, en un mes que los populares salones madrileños dedican a la mujer

Escena de la obra «La Hora Feliz», a cargo de la compañía malagueña Caramala
María Jesús Guzmán

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Tenían en mente que querían montar una compañía de teatro, pero no sabían cómo hacerlo ni qué nombre darle. Hasta que una noche de fiesta, el proyecto empezó a cobrar vida, a tener sentido. Pensaron en llamarse Las Boqueronas, en alusión a cómo se conoce popularmente a la gente de su tierra, Málaga. «No, no nos mola nada ese nombre para algo así», coincidieron. Y como si de un trabalenguas se tratase pasaron de Calamares –querían algo de pescaísto, que recordase al sur- a Calamaras –se parecía demasiado a Andrés Calamaro-. Desecharon las dos opciones. Así siguieron hasta que (¡eureka!) dieron con el nombre perfecto. Las actrices Noemí Ruiz, Virginia Muñoz y Carmen Baquero forman a Caramala , una compañía de teatro que nació hace diez años y que este viernes se sube a las tablas de los Teatros Luchana de Madrid para representar la que fue su primera obra: «La Hora Feliz» .

La obra, con texto del dramaturgo Sergio Rubio, cuenta la historia de tres mujeres: Lis, interpretada por Ruiz; la Vito, a la que da vida Muñoz; e Inma, en la piel de Baquero. Los tres personajes son camareras, pero aspiran a ser actrices. Durante la sesión «happy hour» («hora feliz», 60 minutos en los que los clientes tienen descuentos en las bebidas) del bar en que trabajan, toman conciencia de que son ellas las que deben decidir su destino y luchar por lo que quieren . Una obra que Ruiz define como «comedia con pellizquito»: «Hacemos comedia y utilizamos mucho la técnica del clown, pero no se trata de algo banal que no tenga un fondo ni transmita un mensaje. A través del humor se pueden contar muchísimas cosas y se puede tratar cualquier tema. En realidad, todas nuestras obras son dramas, lo que pasa es que la manera de contarlo es a través del humor. Al final siempre hay un momento en que el público ríe, siente, se emociona, llora y se le ponen los vellos de punta».

Conectar con el público

Se trata de una simbiosis que Muñoz compara con «hacer el amor»: «La gente llega, no te conoce de nada y tú tienes que entrar muy despacito y enamorarlos con tu rollo. Cuando recibes una respuesta es como cuando el niño que te gusta te mira. Tienes la sensación de decir... ¡qué bien, lo hemos conseguido! Se crea una relación muy bonita que puede ir a más o menos (...) Eso es lo que tiene la comedia, a diferencia del drama, donde son sensaciones un poco más leves. La risa es música, le pone banda sonora a tu historia de amor con el público ».

Así fue cómo, en 2009, provocando carcajadas con «La Hora Feliz», ganaron el Certamen Andaluz Joven de Teatro , lo que les permitió recorrer la geografía de la región y representar la obra en cada una de sus ocho provincias. Ahora, la llevan a los Luchana en un mes de marzo que los salones van a dedicar a la mujer. «También tenemos una obra que se llama Superheroinas S.L, que tiene un mensaje muy feminista. La idea inicial era ir con ella a los Luchana. Pero al final decidimos llevar esta porque tiene también un mensaje muy de mujer que lucha. Los personajes no se rinden, son capaces de cualquier cosa y lo demuestran. Cuando empieza la obra tienen una realidad con la que no se conforman. La vida de la mujer no es fácil en general. Después de muchos miedos y dudas que vienen desde fuera, se lían la manta a la cabeza y luchan por sus sueños. Nos parecía una idea muy bonita para representar en este mes», cuenta Ruiz.

Contra el machismo

Ambas consideran que el feminismo es necesario, incluso «urgente», agrega Ruiz, quien nombra las denuncias de acoso que surgieron tras el escándalo de Harvey Weinstein , las protestas que se produjeron durante la gala de los Goya y la huelga del próximo 8 de marzo, y asegura que «todos los movimientos son pocos (...)». Habla de «pequeños gestos que están incorporados, desde el simple hecho de que una mujer diga «estoy hasta los huevos» hasta el que una chica no se pueda poner una minifalda porque se vaya a sentir acosada sexualmente» y opina que «hasta que no dejen de producirse no terminará esta lucha».

Explica que existe «muy poca representación femenina en dirección y producción», a lo que Muñoz añade que «hay muy pocos personajes femeninos interesantes». Además, Ruiz afirma que «la edad de las actrices es más corta»: «Cuando llega a los 40 o 50 parece que ya no puedes ser mujer, actriz, guapa si no está súper operada. Hay unos cánones de belleza que restringen mucho, te limitan como persona». Aunque donde más nota la diferencia que se hace entre hombres y mujeres es en el mundo de los monólogos , en el que lleva metida muchos años: «Los locales quieren a hombres monologuistas; si son famosos mejor. Como ya seas mujer y guapa lo tienes todo perdido. Nadie se va a reír contigo porque hay una serie de prejuicios: para empezar la mujer no puede ser graciosa y para ser graciosa tiene que ser fea. Es así de crudo y así de j**ido. Cuando subes a un escenario tienes que defender el hecho de que eres una tía y graciosa. Es como si te tuvieras que justificar. Cuando un hombre se sube y da igual, es decir po**a y la gente se ríe. No tiene que hacer nada y nosotras lo tenemos muchos más difícil».

Sin embargo, las dos intérpretes se muestran esperanzadas y confían en que la situación mejore. «Creo que cada vez vamos a ir ganando más confianza –que es lo que hay que alimentar mucho– de que lo que nosotras escribimos es igual de válido, de que lo que dirigimos puede ser maravilloso . A la vista está, porque cada vez surgen más mujeres con más peso en este sector. Con la compañía intentamos aportar ese granito de arena, crear cada vez más cosas y hacernos más fuertes», expone Muñoz, quien habla de «sororidad» y, junto con sus compañeras, constituye un ejemplo de cómo las mujeres crean, trabajan codo con codo y se ayudan mutuamente.

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