CRÍTICA DE TEATRO

«En la fundación»: las máscaras de la realidad

La Joven Compañía presenta la obra de Buero Vallejo, con dirección de José Luis Arellano

Una imagen de «En la fundación» David Ruano

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Qué diferente la mirada del público de 1974, cuando Antonio Buero Vallejo estrenó « La fundación », a la de los espectadores de hoy, cuando los fantasmas de la dictadura son apenas jirones prendidos en las alambradas de la memoria y hasta hay quien los relativiza como batallitas de abuelo Cebolleta. No creo necesario recordar que en aquella España estaba vigente la pena de muerte y que en septiembre de 1975 el régimen, menos de dos meses antes del fallecimiento del general Franco , llevó a cabo cinco ejecuciones por fusilamiento. Hoy, afortunadamente, «La fundación» puede verse sin urgencias coyunturales ni referencias inmediatas y, aunque alberga inequívocas claves políticas, resalta más su dimensión moral, su concepción de una esperanza de carácter trágico y su contundencia simbólica, una constante en el teatro del autor.

Con una claridad restallante Buero nos alerta en «La fundación» contra las máscaras de la realidad , esas mentiras que, imaginadas, sugeridas o impuestas, liman las asperezas de la vida y adormecen nuestra conciencia crítica. Es necesario, nos dice el dramaturgo en una de sus mejores obras, buscar la verdad, aunque sea dolorosa , como camino hacia la libertad. La peripecia del condenado a muerte que, como mecanismo psicológico de autodefensa para mitigar su culpabilidad angustiosa por una delación mortal, cree vivir en una institución modélica cuando realmente comparte celda con otros reos como él, es una parábola de gran fuerza dramática en la que el progresivo desvelamiento de lo que realmente sucede lo gradúa el autor con su magistral dominio de los efectos de inmersión, también presentes en otros títulos de su producción.

La versión de esta obra que Irma Correa ha preparado para La Joven Compañía , limando texto sin que la pieza pierda un ápice de su fuerza, complejidad y hondura, nos confirma la vigencia de Buero en un trabajo ágil y enérgico, lleno de vida y sugerentes significaciones. En esa dirección va también la puesta en escena de José Luis Arellano , directa, sabia en la utilización de los elementos escenográficos y plena de nervio escénico en la dirección de actores, que transmiten, como es habitual en los espectáculos de este grupo, una energía contagiosa y responden muy bien a las exigencias de este gran drama.

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