Una escena de «Danzad, malditos»
Una escena de «Danzad, malditos» - Teatro Español
CRITICA DE TEATRO

«Danzad, malditos»: baile, sudor y lágrimas

Las Naves del Español presentan este montaje, dirigido por Alberto Velasco y que se inspira en la película de Sidney Pollack

Madrid Actualizado: Guardar
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Se anuncia este montaje como una versión libre de la película «Danzad, danzad, malditos», que dirigió Sydney Pollack en 1969 con Jane Fonda y Michael Sarrazin como protagonistas. A su vez el filme era una adaptación de la novela de Horace McCoy «¿Acaso no matan a los caballos?» (1935), cuya acción se desarrolla en un maratón de baile de los que se organizaban en Estados Unidos durante la Gran Depresión y a los que acudían multitud de desesperados con la meta de conseguir el premio en metálico otorgado a la pareja que más tiempo se mantuviera en pie. El espectáculo deja un lado la trama cinematográfica y se centra únicamente en la competición convertida en metáfora de lucha por la supervivencia en tiempos de crisis.

«Danzad, malditos» (***)
Adaptación libre de la película «Danzad , danzad

La tremenda prueba de resistencia es una suerte de circo de los miserables, un zoo de la desesperación en el que el azar, el coraje, la lealtad, el aguante y la tenacidad son bazas que los participantes juegan ante el público, de tal manera que los actores luchan realmente hasta la extenuación por ser la pareja ganadora, que varía en cada representación. De muy alto voltaje en lo estético y en el plano interpretativo, se echa en falta en la función mayor densidad y alcance en el desarrollo del trabajo dramatúrgico.

Alberto Velasco consigue un espectáculo tenso, de atmósfera angustiosa y gran exigencia física, con momentos muy brillantes, en cuya rotunda estética polvorienta se alían la soberbia escenografía astrosa de Alessio Meloni, el vestuario harapiento de Sara Sánchez de la Morena y la iluminación corrosiva de David Picazo. Los intérpretes realizan todos un trabajo agotador bajo la fusta de Rulo Pardo como maestro de ceremonias y el acompañamiento de una extraordinaria cantante y actriz, Verónica Ronda, que despliega su poderío en la amplia gama de la «banda sonora» del montaje, de clásicos de la «chanson» a «lieder» operísticos.

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