Un momento del estreno de «La dama duende», en Almagro
Un momento del estreno de «La dama duende», en Almagro - ALBERTO PUERTAS

«La dama duende» se sobrepone a la lluvia

El Festival de Almagro abrió su XL edición con la nueva producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico

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Durante toda la jornada del jueves, los responsables de la Compañía Nacional de Teatro Clásico miraban con el rabillo del ojo hacia el cielo, empujando con el deseo los grises nubarrones que cubrían Almagro y esperando que el agua no impidiera que se estrenara en el Hospital de San Juan su nueva producción, «La dama duende», de Calderón de la Barca. La lluvia descansó a la hora prevista para la función, y todo iba bien hasta que, a falta de unos veinte minutos para que terminara, el agua se presentó (con no demasiada fuerza) y hubo de suspenderse la representación durante unos minutos. Transcurridos estos, se retomó desde donde se había detenido y pudo concluir sin nuevos sobresaltos.

«La dama duende» no entraba en el repertorio de la CNTC desde el año 2000, en una producción que dirigió José Luis Alonso de Santos y protagonizó Lola Baldrich.

En esta ocasión la ha puesto en escena la directora de la compañía, Helena Pimenta, con un reparto que encabeza Marta Poveda y que completan Rafa Castejón, Álvaro de Juan, David Boceta, Paco Rojas, Joaquín Notario, Nuria Gallardo, Cecilia Solaguren (que repite el papel que interpretó hace 17 años) y Rosa Zaragoza. Con ella se ha puesto la primera piedra de una edición muy especial del Festival de Almagro, la cuadragésima, y posiblemente la última que cuente a su frente con Natalia Menéndez, que deja una profunda huella en el certamen.

Estrenada en 1629, «La dama duende» es una de las comedias de capa y espada de Pedro Calderón de la Barca. Se sitúa en Madrid (ciudad a la que se hace referencia ya en los primeros versos); y cuenta los enredos ocurridos en una casa, donde una viuda, Doña Ángela, vive encerrada por sus dos hermanos, Don Luis y Don Juan, que acogen en su casa a un amigo de éste, Don Manuel. La habitación de éste se comunica secretamente con la de Doña Ángela por un pasadizo disimulado tras de una alacena; la dama lo descubre y sus apariciones en la estancia del huésped darán lugar a las confusiones de la trama.

Hay en la obra, que Helena Pimenta ha llevado al Madrid romántico, gotas de comedia de enredo, incluso de vodevil, con personajes en el umbral de la distorsión. La propia directora hablaba en la víspera, al referirse a ellos, de su fragilidad y perplejidad, y es que Calderón los sitúa ante situaciones sorpresivas y desconcertantes, donde no faltan tanto reflexiones de calado como versos hermosísimos y llenos de musicalidad. El paso de las funciones acompasará seguramente el ritmo de una función situada por Helena Pimenta en un código certeramente acercado a lo bufonesco (el personaje de Cosme, el criado de Don Manuel, tiene trazas del Picaporte de Cantinflas en «La vuelta al mundo en ochenta días»), apoyado por la sutil coreografía de Nuria Castejón y contrastada con la música seleccionada por Ignacio García.

«Entre el sueño y la realidad»

La propia directora explica en el programa de mano que «entre el sueño y la realidad, entre la risa y el asombro, las palabras de Calderón nos descubrirán, una vez más, situaciones relativas a la mujer, a los sentimientos, al engaño, a la libertad… Situaciones que proceden de nuestro pasado lejano y cercano incluso de nuestro presente. El humor se aliará con nosotros para perder el miedo a enfrentarlas».

Álvaro Tato -un fijo ya en las alineaciones de cualquier montaje de la CNTC- firma una versión que destaca por su claridad y su limpieza, musical y respetuosa, y el reparto muestra la cohesión y la unidad -amén de la calidad- que son marca de la casa. Al reto de poner en pie un estreno hay que sumar, en este caso, el de hacerlo con un ojo en el escenario y otro en el cielo, y haber tenido que sobreponerse a una interrupción.

Ha echado a andar Almagro un año más, en una edición que vuelve a meter de lleno a esta localidad manchega en una ciudad que respira teatro por todos sus rincones y que, como cada año, se entrega al Siglo de Oro y a la escena.

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