Manuela Vellés y Álex García, en el patio de butacas del Teatro Español
Manuela Vellés y Álex García, en el patio de butacas del Teatro Español - Ángel de antonio

Álex García y Manuela Vellés protagonizan «El burlador de Sevilla» en el Teatro Español

La obra, atribuida a Tirso de Molina, se presenta en una versión dirigida por Darío Facal

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Atribuída a Tirso de Molina, «El burlador de Sevilla» marca el origen de uno de los grandes mitos españoles: el donjuan. La obra (habitualnente eclipsada por el Tenorio de José Zorrilla) abre la próxima semana la temporada en la sala grande del Teatro Español, con un montaje que, según dice su director, Darío Facal, «será una celebración de los sentidos lleno de sensualidad, erotismo, literatura, música, comida y teatro». Álex García interpreta a Don Juan Tenorio. Le acompañan en escena Manuela Vellés, Marta Nieto, Emilio Gavira, Luis Hostalot, Rebeca Sala, Rafa Delgado, Agus Ruiz, Eduardo Velasco, David Ordinas, Alejandra Onieva, Diego Toucedo y Judith Diakaté.

«Darío ha hecho una propuesta contemporánea –explica Álex García–, ha querido hacer más un análisis del fenómeno del Don Juan que una mera representación del “Burlador”».

«No es tan conocida como el “Tenorio” de Zorrilla –añade Manuela Vellés, y eso le añade interés a este montaje y significa un reto. Es una obra muy compleja, que no es fácil de abordar; Darío Facal dice que es como un roadtrip, y es cierto».

Cuentan los actores que el texto está adaptado para poder presentarse hoy. «En el original hay escenas reiterativas y otras que podrían hacer que el público de hoy en día desconectara –dice el actor–; es mi opinión como espectador... Y lo que Darío ha intentado es que el camino sea más concreto y el viaje de Don Juan hacia la perdición tenga un fin claro».

A pesar de esta inmersión en el siglo XXI, el verso se mantiene inalterable. Manuela Vellés se enfrenta por primera vez con él. «Es como si nosotros habláramos así –explica–. Tratamos de olvidarnos de que es verso, sin “embellecerlo”, engrandecerlo ni declamarlo, dándole la mayor naturalidad». «Además –apunta Álex– contamos con Ernesto Arias como asesor;tiene una forma de trabajar muy cercana, pero es muy estricto y respetuoso con el verso».

Don Juan es un personaje, hoy en día, de difícil defensa. Álex García lo tiene que hacer: «Pobrecillo, claro que lo defiendo... Es un ser solitario, insatisfecho, con una necesidad total de romper la monotonía, no se aguanta ni a sí mismo ni el mundo en el que vive, y por eso a lo largo de toda la obra va buscando la forma de escapar de sí mismo, del hastío en el que vive. Es una gran víctima de sí mismo, su mayor burlado». Manuela Vellés está de acuerdo: «yo comprendo a todos los personajes», dice. Otra cosa es Tisbea, su personaje:«Me ha gustado poder representarla como una mujer moderna –explica–, y está en el texto. Lo primero que hace es contarle al público que a ella le gusta estar sola y que está exenta de amor. Es una mujer firme y agarrada a sus ideales... Hasta que llega Don Juan, que le descalabra y lo desmonta todo. Yo no quiero pensar que las mujeres son víctimas de Don Juan, que son inocentes y son burladas sin más;una mujer elige. En Tisbea mandan la atracción física y una pasión desmedida, que no puede controlar, y eso la pierde;pero ella no se engaña, sabe que Don Juan se va a ir. Tisbea es víctima de sí misma, de su pasión.

El honor, columna vertebral de buena parte de nuestro teatro del Siglo de Oro, también uno de los pilares de «El burlador de Sevilla». ¿Qué papel tiene en nuestros días? «Yo defiendo el valor del honor –dice Álex García–, de la lealtad, de la palabra, eso que ya no existe... Me encanta creer en él, y seguro que mucha gente también lo hace». Y completa Manuela Vellés:«Yo me lo llevo hacia otro lado; el honor tal vez no exista, pero sigue muy presente el peso de la sociedad, que dicta lo que puedes y no puedes hacer, que te señala con el dedo si te desvías... En la mujer, por ejemplo, el problema de la virginidad no era tanto perderla como que nadie se enterara. Y la presión social, el qué dirán, el “honor”, existe y existirá siempre de mil maneras».

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