Auditorio Rocío Jurado

Noa y Pasión Vega abrazan en Sevilla las dos orillas del Mediterráneo

Ambas artistas ofrecieron un concierto repleto de matices culturales en el Auditorio Rocío Jurado de la Cartuja

Noa y Pasión Vega en un momento de su directo en Sevilla M.J. LOPEZ OLMEDO

Fernando Rodríguez Murube

Nunca antes nadie había cantado tanto y tan bien al Mar Mediterráneo como lo hicieron anoche en el auditorio Rocío Jurado de Sevilla Noa y Pasión Vega . Ambas ofrecieron un concierto para paladares exquisitos, un delicioso canto a la libertad de dos artistas con el corazón y los oídos bien abiertos y permeables a los armónicos contrastes que han manado del Mare Nostrum durante siglos. Así, deleitaron al público hispalense con las resonancias más puras de sus gargantas, poniendo voz a ritmos griegos, música sefardí, canción italiana y coplas rebosantes de emoción.

Las dos artistas alternaron interpretaciones en solitario y a dúo acompañadas de un septeto de músicos de altísimo nivel que se cimenta sobre dos pilares básicos: Jacob Sureda , pianista, director musical y «escudero» de la malagueña; y Gil Dor a la guitarra acústica, clásico de los directos de la israelí y con el que en el pasado formó dúos acústicos.

Comenzaron la velada reivindicando a capella con «Mar nuestro», del escritor napolitano Erri de Luca : «Mar nuestro que no estás en los cielos, te hemos sembrado de más ahogados que cualquier otra edad de tempestades, eres más justo que la tierra firme incluso cuando elevas olas como murallas y después las bajas hasta la orilla». La letra, tan triste como inexcusable, se ha convertido en uno de los leitmotiv de esta singular gira . El desgarrador canto dio paso a «Tú y yo», el primer guiño de la noche a Sabina (después repetirían con «A la sombra de un león»).

Uno de los momentos cumbres del espectáculo llegó cuando Noa y Pasión interpretaron la canción que supuso el germen de tan bella relación artística: « Sonata de la Luna en Marrakesh », una creación del inolvidable Carlos Cano que ambas grabaron para el disco de la malagueña «Pasión por Cano». El formato dúo también brilló sobremanera durante el concierto con «Uno queriendo ser dos»; «Mediterráneo», el himno de Serrat que da nombre a la gira; o la inolvidable y oscarizada «La vida es bella».

Respecto a las actuaciones individuales, Noa demostró que es una artista superlativa capaz de desarrollar músicas suntuosas sin ayuda externa. Cuando la israelí toma los mandos de la percusión y ataca una canción lo hace con intensidad y sube el ritmo hasta exprimir la última gota de emoción. En tres minutos incendia el escenario con su voz lírica y cadenciosa y sus ritmos trepidantes, dejando al espectador conmocionado. Dieron fe de ello temas como «I don´t know», «Keren Or» o «Yuma», un precioso canto «a las mujeres que persisten en la lucha interminable por la libertad».

Por su parte, Pasión Vega deleitó al público hispalense con un selecto repertorio de coplas en el que destacaron «Carceleras del puerto», «Y sin embargo te quiero» o «La bien pagá», c anciones populares en las que su voz sensitiva, potente y elegante luce incontenible con una destreza consumada. Además, la artista malagueña coqueteó con el cancionero sefardí, dotándolo de sutiles reminiscencias andaluzas que lo hizo como más cercano. Al fin y al cabo, tal y como dijo la propia Pasión Vega, «de la canción sefardí a la copla solo hay un paso de unos siglos».

En total fueron más de dos horas de concierto marcadas por el compromiso y el mestizaje que arroparon las melodías de dos corazones de oro, de dos bellas mujeres que brillaron lozanas como la flor de la madreselva, logrando un armónico contraste con el que abrazan a las dos orillas mediterráneas.

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