Salvador Távora, responsable de La Cuadra, en plena representación
Salvador Távora, responsable de La Cuadra, en plena representación - PEPE ORTEGA
DÍA INTERNACIONAL DEL TEATRO

Las carencias en política cultural lastran al sector teatral de Sevilla

Siguen bajando las representaciones y el público, mientras el sector sobrevive a la espera una estrategia a largo plazo de Junta y Ayuntamiento

SEVILLA Actualizado: Guardar
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La celebración hoy del día internacional del teatro es una buena ocasión para volver la vista sobre un sector que en Sevilla no pasa por su mejor momento. El descenso de espectadores y de representaciones es una sangría desde de la crisis. Los actores, el 80% recibe sueldos por debajo del umbral de la pobreza, se ven obligados a emigrar ante la falta de compañías estables. De hecho, Atalaya es la única compañía de larga trayectoria que queda en Sevilla. El cuadro lo completa la acción de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento, que siguen, denuncia el sector, sin una estrategia a largo plazo, con ayudas insuficientes para una comunidad del tamaño de Portugal y a la espera de una ley de artes escénicas con carácter normativo.

Las cifras sobre el sector en Andalucía que arroja el anuario de la SGAE de 2016 hablan por sí solas. El número de funciones ha pasado de las 5.470 de 2010 a las 3.307 de 2015, mientras que los espectadores descendieron en ese mismo periodo de algo más de un millón a 770.000, la mitad de los que registró aquel año la Comunidad Valenciana e inferior a las del País Vasco. La facturación ha caído en unos dos millones de euros, situándose en 2015 en 10,4 millones de euros.

Un dato ilustrativo del informe señala un incremento de público en zonas metropolitanas en detrimento de los municipios entre menos de 5.000 habitantes y 30.000. Estas cifras ponen de manifiesto la quiebra de los circuitos que realizaban las diputaciones y las contrataciones de los ayuntamientos, que daban ingresos y estabilidad a las compañías andaluzas.

«Las diputaciones tienen ya muy poco presupuesto. Los ayuntamientos se han desentendido de la política cultural y programan una obra al año en teatros que son continentes de lujo y que en muchos casos no tienen mantenimiento y están vacíos. En Andalucía hay unos cuatrocientos teatros públicos», explica el director de Atalaya, Ricardo Iniesta, quien reconoce, además, que el 90% de las representaciones de sus espectáculos cuando salen de Sevilla se realizan fuera de Andalucía. «Un problema gravísimo».

En la capital la situación tampoco es fácil, ya que ha bajado el número de producciones, desterrándose el teatro más vanguardista y de texto en favor de propuestas más comerciales, como la comedia. Algo que se puede apreciar en salas privadas, pero también en los montajes que acuden a teatros públicos, que pese al prestigio de sus protagonistas no siempre alcanzan cifras aceptables de venta de entradas.

Supervivencia

«El teatro de texto está en desventaja. Exceptuando algunas compañías que pueden hacer espectáculos de más de cuatro actores, la mayoría va a monólogos y diálogos, y a situaciones cercanas a la comedia. Esto no es un desarrollo de las artes escénicas, esto es un sobrevivir», afirma Pedro Álvarez-Ossorio, director de la Fundición y presidente de la Asociación Escenarios de Andalucía.

Pese a la tendencia a una cierta uniformización, el teatro andaluz sigue dando espectáculos respaldados por la crítica y el público con proyección más allá de Despeñaperros. Es el caso de Atalaya, pero también de Teatro Clásico de Sevilla, con «Hamlet». Pero son excepciones, como señala Iniesta, quien considera que la Consejería de Cultura y el Ayuntamiento deberían apoyar equipos estables.

«La Cuadra ya no funciona, la Zaranda se ha ido a Madrid, Axioma ha parado, los Ulen están rotos en mil pedazos, Juan Dolores Caballero ha desmontado su compañía... En Sevilla ha habido equipos estables, pero pasamos por seis años horribles con los dos nefastos consejeros Paulino Plata y Luciano Alonso. Con Rosa Aguilar hay voluntad para reflotar el teatro andaluz. Se está apostando por las salas, en detrimento de los equipos de trabajo estables, pero hay que apostar por ellos», considera el director de Atalaya. Álvarez-Ossorio cree que la ley de artes escénicas que pretende aprobar la Consejería puede ser un buen camino, pero si tiene un carácter normativo, sino «es papel mojado». También considera necesario más agilidad en las ayudas y que se incrementen. «Hay muy poco dinero. La Junta destina 1,3 millones de euros para producción, giras, festivales..., pero que incluye también a las salas de música. En total se ponen dos millones para artes escénicas y en Portugal, con un tamaño similar a Andalucía, se ponen veinte».

En paralelo, el director de la Fundición reclama una ley de mecenazgo y un circuito andaluz que de estabilidad a las compañías. «Todo esto es una pescadilla que se muerde la cola.Si no generas una oferta de calidad y con continuidad y no incentivas al público, eso se va degradando. El teatro es baratísimo en Andalucía, pero no es prestigioso ir. Igual que hay que incentivar la lectura, hay que hacerlo con el teatro. Calidad tenemos y somos competitivos allá donde vamos».