El director sevillano Alberto Rodríguez
El director sevillano Alberto Rodríguez - PEPE ORTEGA
CINE

Alberto Rodríguez: «Mi película no se usará contra el PSOE porque todos tienen mucho que callar»

El cineasta sevillano, que ha logrado el premio de la crítica del Festival de San Sebastián por «El hombre de las mil caras», dice que hay muchos más casos como los ERE o la Gürtel que se pueden llevar al cine

SEVILLA Actualizado: Guardar
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«El hombre de las mil caras», la útima película de Alberto Rodríguez sobre Francisco Paesa, ha logrado en el Festival de Cine de San Sebastián el premio Feroz Zinemaldia que otorga la crítica especializada, aparte del conseguido por Eduard Fernández como mejor actor por su interpretación del espía que engañó a Luis Roldán. En una entrevista con ABC de Sevilla el director sevillano cuenta que esta película fue un encargo del Grupo Z que recibió en 2011 y que por diferentes motivos no pudo materializarse antes.

¿No teme que alguien interprete como un ataque al PSOE el hecho de que esta película vea la luz precisamente ahora que los casos de corrupción del PP parecen ser la excusa a la que se agarra Pedro Sánchez para no permitir a Rajoy gobernar?

—La película se empezó a gestar mucho antes que todo esto. Y yo creo que el caso que retrata la película, aunque ocurrió hace veinte años durante un Gobierno del PSOE, podría aparecer esta misma noche en el telediario con cualquier otro partido. Por eso pensaba que debía hacer esta película. Espero que nadie la utilice como arma arrojadiza contra el PSOE porque todos los partidos en España tienen mucho que callar. La película retrata la corrupción pero sobre todo habla de unos mentirosos. Creo que hay que verla con mucha ironía.

¿Roldán es el inicio de la corrupción en la democracia, Juan Guerra aparte?

—Creo que no. El problema de la corrupción lo tenemos en España desde mucho antes y hoy sigue presente

Un tipo que engaña a Roldán, que fue a su vez el tipo que engañó a Felipe González y a casi todos los españoles desde la Guardia Civil: ¿no debería ser aprovechado por el Estado para misiones «delicadas»?

—Tal vez, pero me temo que todo lo que hace Paesa lo hace en beneficio propio. Cuando en la entrevista con Vanity Fair le preguntan por el gran amor de su vida, él dice «soy yo»

Esta película es «una ficción basada en hechos reales», según su propia definición, pero hay algunas cosas ficticias que parecen reales.

—El espectador inquieto podrá comprobar que las cosas más rocambolescas que se cuentan ocurrieron. El mayor problema que hemos tenido es darle coherencia a la ficción.

También hay cosas reales que parecen ficticias como el capitán Khan.

—Sí. El corresponsal de Efe en el Sudeste asiático nos escribió cuando se enteró de que estábamos haciendo la película y nos contó que en 1994 le llamaron de la agencia de Madrid informándole de la detención de Roldán y pidiéndole el típico reportaje de fondo sobre el avión en que venía, etcétera; pero cuál fue su sorpresa cuando comprobó que Roldán no venía en ningún vuelo de Laos. Él fue el primero que llamó a ese país para preguntar por Roldán y allí le dijeron que no sabían quién era. Nadie del Gobierno español había comprobado nada. A mí me parece alucinante.

La película sugiere que Belloch podría haber sido presidente del Gobierno de no ser por Roldán

—En su época sonaba como candidato, pero él no perdió esa posibilidad por la peripecia de Roldán sino por mentir sobre su detención en la primera rueda de prensa que dio. Increíblemente, hace 25 años para un ministro era muy peligroso que se le descubriera una mentira. Ahora ya no es así, como bien sabemos.

Roldán se justifica a sí mismo en un momento de la película diciendo que él sólo hacía lo que hacían todos los demás, es decir, robar. ¿Esto es ficticio o real?

—Ese diálogo es ficticio, pero es lo que más hemos escuchado decir a los corruptos españoles. A mí me parece una barbaridad decir eso

Paesa y Roldán cogen muchos aviones en la película durante su andadura delictiva y el piloto y narrador (José Coronado) dice que en esa época «los aviones eran aviones y no autobuses como ahora».

—Ahora todo el mundo puede volar:antes no y los aviones presentaban otro aspecto. Pero en ese comentario va implícita la condición que estas personas se atribuían de estar en los cielos, viendo a todos los demás desde el aire como si fueran hormiguitas. Tienen sus propias reglas y una moral que nada tiene que ver con la del ciudadano de a pie.

«Grupo 7», «La isla Mínima» y «El hombre de las mil caras» retratan las sombras de la democracia española en distintas épocas. ¿Se considera un cineasta, en cierto modo, político?

—No. Hago películas sobre temas que me inquietan y esas tres películas, que son muy diferentes, responden a una especie de pregunta: ¿cómo puede ser qué…? Pero ni siquiera intento darle una respuesta.

Como sevillano que es: ¿le gustaría hacer un thriller político sobre los ERE, el caso que provocó la dimisión de dos presidentes de la Junta de Andalucía?

—Hay muchos temas para hacer un thriller político ahora mismo en España, pero primero se tienen que aclarar en un juicio. Entonces se podría hacer una película sobre este caso o sobre la Gurtel, pero hay mucho más casos.

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