Wire
Wire - ABC
Entrevsita

Wire: «Los conciertos no están para escuchar canciones que la gente se sabe de memoria»

La banda británica encabeza hoy el cartel de Get Mad!, el nuevo y prometedor festival urbano de Malasaña

VALENCIA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A Colin Newman (Wiltshire, Inglaterra, 1954) es difícil arrancarle muchas impresiones sobre los logros pretéritos de Wire. Es un hombre tozudamente anclado al presente. Aun siendo consciente del estatus de su banda como referente imprescindible para comprender la evolución del punk británico hacia terrenos más sofisticados, Newman zanja las cuestiones historicistas con un displicente «no podría ni hablar de lo que hacía hace diez años, así que imagínate retroceder hasta finales de los setenta».

Centrémonos en el presente entonces. El cuarteto encabeza hoy el cartel musical de la primera jornada del Get Mad!, nuevo festival urbano madrileño al que podríamos considerar –salvando distancias- como un «primo-hermano» del Villamanuela que se celebra en octubre. Cuatro salas del barrio de Malasaña (Taboo, Changó, Maravillas y BUT) acogerán durante este fin de semana a más de treinta bandas procedentes de todos los puntos cardinales del underground, desde el garage hasta la música electrónica.

Es una propuesta concebida para solo 1.200 personas, pero ambiciosa y muy apetecible para los connoisseurs. Entre sus principales reclamos internacionales, The Meanies, Rival Sons, Black Lips, The Soft Moon, Imperial State Electric y Psychic TV.

Wire actúan en España unos meses después de sacar al mercado «Nocturnal Koreans», un disco en el que han reunido todas aquellas canciones que no tuvieron cabida en su anterior trabajo, «Wire» (2015). «Teníamos demasiados temas compuestos y tuvimos que repartirlos. Decidimos incluir en el primero aquellos que podíamos tocar en directo. De hecho, en el concierto que vamos a dar en España no se escucharán los temas de “Nocturnal koreans” porque requieren demasiada instrumentación y se necesitarían veinte personas y mucho más equipo técnico para llevarlo a cabo».

En cualquier caso, nadie debería esperar de ellos un repaso antológico a «Pink Flag» (1977) o «Chairs missing» (1978). Una de las marcas de identidad de los directos de Wire es su adherencia al material nuevo. «La gente tiene una idea equivocada de lo que es ir a un concierto. Un concierto no es un disco ni un sitio en el que la gente tenga que oír las canciones que se sabe de memoria. Nosotros tocamos en directo lo que podemos hacer funcionar en directo, no necesariamente lo que la gente quiere escuchar. Porque eso sería ofrecer entretenimiento, y a nosotros lo que nos interesa es el arte. Es la razón por la que muchos grupos no se atreven a hacerlo, porque su vida sería muy diferente» (ríe).

Fieles a esta máxima, Wire nunca han dejado de renovar su repertorio ni han dejado pasar oportunidades para virar su sonido. Un ejemplo de ello es su retorno en 2003 tras un silencio de diez años (el más prolongado de su carrera). Álbumes como «Send» o «Read & Burn» mostraban una cara sorprendentemente corrosiva y oscura, con una producción muy audaz. Eran el extremo opuesto a la idea que tenemos de un disco de «viejas glorias».

También sus letras son progresivamente más abstractas. «Las letras de muchas de nuestras canciones de los noventa eran abiertamente políticas, pero con el tiempo he llegado a la conclusión de que ser demasiado obvio es aburrido. Como músico, pienso que si estás enfadado con la situación actual, a veces es mejor hacer una declaración que ponerte a escribir una canción sobre ello».

Proyectos paralelos

Aprovechamos la conversación con Colin Newman para preguntarle por la reciente exhumación de Immersion, proyecto de música electrónica con sintetizadores analógicos que comparte con su mujer, Malka Spigel (cofundadora de la banda seminal de post punk Minimal Compact). Se trata de «Analogue criatures», un 10” de cinco canciones con cierto regusto a los Tangerine Dream de los ochenta, que ha editado el propio sello de Newman (Swim). «No te puedo dar una razón muy clara de por qué hemos vuelto a grabar [no lo hacían desde los noventa], más allá de que nos pareció divertido hacerlo y de que nos resulta más fácil trabajar juntos porque vivimos juntos».

El músico británico reconoce las dificultades inherentes de llevar adelante un grupo cuyos miembros viven a muchos kilómetros de distancia. En el caso de Githead -banda de post rock/pop en la que figura de nuevo junto a su pareja y a otros dos componentes-, la separación geográfica y la apretada agenda de todos ellos ha terminado por detener sine die un proyecto que podía haber dado mucho más de sí. «La verdad es que Githead ha sido una decepción, porque creo que nuestro último disco no recibió la atención que merecía. No sé exactamente qué falló, pero Malka y yo hemos aprendido que solo queremos trabajar con gente que viva más o menos cerca». La única excepción en esta regla es precisamente Wire: «Ahí sí que no podemos dejar nada a la improvisación, llevamos un programa muy sistemático de trabajo porque hay mucha más gente y más dinero en juego».

La sensación de fracaso nunca le ha sobrevenido, asegura, con ninguno de los discos de Wire. «No sé en España, pero en otros países nos dedican muchas reseñas y entrevistas cada vez que sacamos un nuevo disco. Creo que cada vez más gente entiende que somos una banda del presente».

Ver los comentarios