Imagen de la magnífica producción de «Tancredi» en Valencia
Imagen de la magnífica producción de «Tancredi» en Valencia - ABC

«Tancredi»: de película

Los aficionados a la obra de Rossini pudieron disfrutar de «Tancredi» en el Palau de les Arts de Valencia

Valencia Actualizado: Guardar
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«Divagaciones rossinianas» podría ser una novela romántica. En ella, Alberto Zedda cuenta qué era la música de Rossini cuando la conoció y en qué se convirtió tras limpiarla de viejos y deformados gestos musicales. El heroico papel asumido por Zedda es indiscutible aun considerando su intención de recuperar la letra y el mensaje antes que hacer una reconstrucción.

En una frase definitiva, reconoce que nunca le interesó recuperar la sonoridad original rossiniana, pues su afán era difundir la obra evitando que se convirtiera en objeto de especialistas. La herencia de su trabajo se evidencia en la nueva producción de «Tancredi» que se ve estos días en el Palau de les Arts de Valencia.

También es épico el trabajo del director Roberto Abbado, dirigiendo con un brazo en cabestrillo pero obteniendo de la orquesta una textura amable, a veces un punto débil en el bajo, aunque siempre solidaria con escena e intérpretes.

Solidez del reparto

La solidez de reparto es evidente. También la naturalidad con la que se dice esta música siempre amenazada por el peligro de una ejecución mecánica. Sin duda, gracias al canto expresivo y retórico de Daniela Barcellona. Su Tancredi es humanamente rossiniano. En otros papeles la emoción depende algo más del gesto equilibrista. Destacan los impecables pasajes de agilidad, la rotundidad del registro agudo, la generosidad en el volumen y la sutil intención del tenor Yijie Shi (Argirio). Con rigor y emotividad se implica Jessica Pratt (Amenaide), así como Martina Belli (Isaura) de cálida gravedad tímbrica. Cerrando el reparto están Pietro Spagnoli (Orbazzano), un punto menos exacto con el texto, y Rita Marques (Roggiero), procedente del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo y con un importante potencial vocal.

El «Tancredi» valenciano se estrena en una producción escénica de Emilio Sagi. Un trabajo depurado en el que la disposición espacial y la luz acentúan la intención musical. En una corte próxima a la decadencia austrohúngara, se hace valer la elegancia visual de muchos gestos y la ensoñación de opereta. Se aprecia afinidad de fondo, cariño a la obra, afán estético y orgullo por defender una música que hoy suena tan franca. No es por casualidad.

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