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Lucas Vidal - BELÉN DÍAZ

Lucas Vidal: «Envidio el sentimiento de unión que provoca el himno en Estados Unidos»

El joven compositor español que triunfa en Hollywood rinde homenaje a John Williams en el Teatro Real, interpretando las bandas sonoras de películas como «Star Wars», «Tiburón» o «Superman»

MADRID Actualizado: Guardar
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Lucas Vidal (Madrid, 1984) tenía unos cinco años cuando vio por primera vez una película con banda sonora de John Williams (Nueva York, 1932). Era «Indiana Jones». «Estaba con mis primos en mi antigua casa. No entendía nada, pero me encantaba la música porque ellos la cantaban». Tampoco sabía que aquel compositor era ya responsable de algunas de las melodías más famosas de la historia del cine, tales como «Superman», «Tiburón», «E.T.» o «La guerra de la galaxias». Ni que, un cuarto de siglo después, él mismo acabaría homenajeándole en el Teatro Real de Madrid. «Tiene 83 años y no para. Fui al estreno de ‘Star Wars: el despertar de la fuerza’ en Los Ángeles y aluciné de nuevo con su música», confiesa Vidal, que el 25 de diciembre se pondrá al frente de la Barbieri Symphony Orchestra, por segundo año consecutivo, para interpretar las partituras más importantes de su ídolo, mientras se proyectan escenas de las películas y del propio Williams narrando, junto a Steven Spielberg, anécdotas relacionadas con sus numerosas colaboraciones.

El joven músico español que, con 18 años, recibió una beca para estudiar música de cine en la prestigiosa Berklee College of Music (Boston) y que se convirtió en el compositor más joven de la historia en firmar la banda sonora de una superproducción de Hollywood, «Fast and Furious 6», recibe a ABC en su estudio de Madrid. Lo hace en vaqueros y zapatillas de estar por casa, preocupado por cómo en las entrevistas conecta con los más jóvenes.

-Hábleme de la primera partitura de John Willimas a la que se enfrentó como estudiante.

-Fue la suite de «La guerra de las galaxias». Iba los fines de semana a la biblioteca de Berklee y me quedaba analizando sus partituras, en vez de salir de marcha. Eso era lo que me divertía. Así que, cuando me llamaron para hacer estos conciertos, conocía muy bien su música.

-¿Tan aplicado era en Berklee?

-Sí, estaba todo el día estudiando, metido en la música constantemente, grabando con orquestas. Paraba a músicos de otros conservatorios por la calle y les preguntaba si querían tocar en mis grabaciones, que no tenía dinero, pero sí pizza y cartas de recomendación. Acabé montando un equipo de veinte personas y grabando con 150 músicos. Un disparate.

-¿Recuerda la primera vez que vio a Williams en directo?

-Fue con la Boston Pops, cuando tenía 19 años. Fue muy especial. Además, siempre empiezan con el himno estadounidense y eso me emociona mucho. Ojalá lo hiciéramos nosotros, lo envidio. Me gusta porque representa un sentimiento de unión para los americanos, con la orquesta de pie tocando el himno mirando a la bandera. Y yo no me meto en política, pero me gusta que la música tenga tanto poder como para unir a un pueblo.

-En aquella época le diagnosticaron cáncer y tuvo que aparcar un año los estudios para recibir quimioterapia. ¿Aquella experiencia cambió su forma de entender música?

-Sí, volví más fuerte, simplemente porque entendí que la vida solo se vive una vez y hay que aprovecharla al máximo. Yo tenía y tengo una pasión que es la música y ahora intento sacarle todo el provecho posible. No quiero perder el tiempo con malas energías y trato de estar a tope con mis amigos, mi familia y mi trabajo.

-¿Y por qué se decidió por las bandas sonoras?

-Siempre me habían gustado, pero fue a los 16 años cuando descubrí que quería dedicarme a la música de cine. Realicé un curso de verano en Berklee y descubrí que había una carrera dedicada a ello. Dos años después me becaron, justo cuando iba a hacer derecho y empresariales. Qué disparate, no me habría contratado nadie de abogado.

-Williams compuso su primera banda sonora a los 26 años, «Daddy-O» (1958), y usted a los 22, «Cathedral Pines» (2006). ¿Ve su obra inalcanzable?

-Es un genio y se ha juntado con directores que también son genios. Superarlo es muy difícil, así que nunca pienso en eso. Es como si veo un Velázquez o un Kandinsky, nunca creería que voy a pintar mejor que ellos, pero me sirven de inspiración para hacer mejor mi trabajo.

-¿Y cómo es la música de Williams?

- Es un compositor con una flexibilidad alucinante, capaz de hacer comedia, luego componer para películas de acción, manejando muy bien los instrumentos de viento metal, como las trompetas, los trombones y las trompas, y utilizar después perfectamente los instrumentos de cuerda en un filme romántico. Ahí están «La lista de Schindler», una banda sonora muy íntima donde mete unos solos de violín preciosos. O «Linconl», con un sonido muy americano. Y «El violinista en el tejado», calcando la música judía. Se nota que estudia muchísimo y se toma su tiempo para documentarse antes de hacer las películas.

-¿Su banda sonora favorita de Williams coincide con la película que más le gusta de todas en las que ha participado él?

-En mi caso sí, es «E.T.», una auténtica obra de arte. Su música es tan dramática como divertida y, a la vez, tiene tensión, algo muy difícil de lograr. El tema principal está muy bien logrado. Es una auténtica maravilla cómo al final, cuando se va E.T., maneja los temas y los entrelaza.

-¿Cómo es el proceso de componer una banda sonora?

-Normalmente me pasan el guion, que es lo importante para elegir una película. Luego lo leo y empiezo a construir ideas musicales. Una vez rodada y editada la película, me reúno con el director y vamos definiendo dónde poner o no música. Éste suele hablarme con conceptos abstractos, como que quiere más tristeza por parte del actor en una escena determinada, y yo lo traduzco en música. Luego cada director es un mundo, unos son más flexibles y otros menos, pero eso es lo divertido.

-Dígame con qué instrumento asocia algunas de las bandas sonoras que interpretará en el Teatro Real.

-«Superman», las trompetas; «Tiburón», los contrabajos; «JFK», la caja; «Parque Jurásico», el trompa; «La lista de Schindler», el violín; «Harry Potter», la celesta, y «Star Wars»... todos.

- Este año podría hacerse con su primer Goya. ¿Piensa en ello?

-Bueno, no sé (ríe). Estoy muy contento de estar nominado a dos, pero la verdad es que no pienso en el premio. Los otros músicos que están nominados están a un nivel muy alto. Me encanta la música de Santi Vega, que, además, es primo segundo mío. Y Alberto Iglesias ya ni te cuento. Pero mi objetivo no es ganar Goyas, es colaborar con gente buena.

-¿El año que viene volverá al Teatro Real?

-Bueno, puede haber sorpresas.

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