En 1986, Leonard Cohen viajó a Granada para grabar el videoclip de «Take This Waltz» y visitó la casa de Fuente Vaqueros
En 1986, Leonard Cohen viajó a Granada para grabar el videoclip de «Take This Waltz» y visitó la casa de Fuente Vaqueros - ABC

Lorca, Morente y el duende español de Leonard Cohen

El bardo canadiense hizo del poeta granadino, al que descubrió con quince años, un referente vital

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El flechazo se produjo cuando tenía 15 años y vagaba por las calles de Montreal intentando encontrar su voz. Estaba curioseando en una tienda de libros de segunda mano y sus ojos se frenaron en un ejemplar de «The Selected Poems Of Federico García Lorca». En su biografía «Soy tu hombre» (Lumen), la periodista Sylvie Simmons describe aquel momento como «el big bang de Leonard, el momento en que poesía, música, deseo sexual y anhelo espiritual chocaron y se fusionaron en él por primera vez». «Al ojearlo, se detuvo en “Gacela del mercado matutino”. El poema hizo que se le erizara el vello», relata Simmons.

Como un pájaro en un alambre, Cohen cazó al vuelo a Lorca y quedó subyugado por aquel poeta que «escribía como si la canción y la poesía participaran del mismo aliento».

«Solamente cuando leí las obras de Lorca comprendí que tenía una voz. Me dio permiso para encontrar una voz, para ubicar el yo, un yo que no está del todo terminado, que lucha por su propia existencia», recordaría Cohen al recoger en 2011 el premio Príncipe de Asturias de las Letras.

Tal fue su devoción que, además de bautizar a su hija con el nombre de Lorca, en 1986 se sumó al disco «Poetas en Nueva York» con la maravillosa «Take This Waltz», adaptación del «Pequeño vals vienés» lorquiano. Incluso viajó a Granada para realizar un videoclip de postal y visitar la casa museo de Fuente Vaqueros, donde protagonizó una improvisada sesión de meditación en el granero. No extraña que Laura García Lorca, nieta del poeta, lamentase ayer la muerte de Cohen como «una pérdida personal». «Era un excelente poeta con una extraordinaria voz que nos lleva acompañando más de cincuenta años», aseguró».

Poeta en Montreal

Poco después de su arrebato lorquiano, Cohen descubriría el flamenco en Montreal gracias a un «joven de cabello negro que tocaba junto a las pistas de tenis una triste melodía española». Un par de gestos le bastaron para convencerle de que le enseñara a tocar la guitarra. En la segunda clase, Cohen aprendió la progresión flamenca de seis acordes. En la tercera, la técnica del trémolo. En la cuarta no hubo nada que aprender, ya que el profesor no se presentó. «Llamé por teléfono para ver por qué no había venido a la cita y me dijeron que se había quitado la vida, que se había suicidado», desveló Cohen en Oviedo en 2011.

Aquellas lecciones, sin embargo, se convirtieron en la base de todas sus canciones, algo que entendió a la primera Enrique Morente tras escuchar los cambios flamencos de «First We Take Manhattan». Normal que, a la hora de enfrentarse a «Omega», uno de sus proyectos más temerarios, el cantaor se transformase en bisagra entre Cohen y Lorca y cerrase el círculo grabando su propia versión del «Pequeño vals vienés». Cohen, huelga decirlo, quedó maravillado con el resultado. Casi tanto como cuando escuchó los arreglos que Javier Mas había ideado para un disco de homenaje y rubricó su idilio con la cultura española convirtiendo al multiinstrumentista aragonés en pieza clave de su regreso a los escenarios de 2008.

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