L. CANO.

Los grandes éxitos de la música actual son deprimentes, y aun así se bailan con euforia

Los hits de la última década en España están repletos de electro pop y reguetón, pero eso no es sinónimo de optimismo: la mayoría de las letras son para llorar

MADRID Actualizado: Guardar
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Los grandes éxitos de la última década en España están copados por música de baile; pero eso no es sinónimo de optimismo: gran parte de las letras son para llorar. ¿Por qué bailamos eufóricos canciones tristes?

Los cantantes Enrique Iglesias y Justin Bieber son los casos más extremos, según el análisis realizado por ABC de la letra de las 50 canciones más vendidas cada año de 2008 a 2016. Enrique Iglesias ha ocupado los tres últimos años el primer puesto de la lista anual elaborada por Promusicae, la asociación de productores musicales de España. Salvo él, ningún artista, nacional ni internacional, ha repetido la primera posición en los últimos diez años. Su éxito ha sido música de baile; y, sin embargo, su mensaje es profundamente triste.

De los diez mayores hits de Enrique Iglesias en España de la última década, siete son canciones con un mensaje deprimente. Así ocurre, por ejemplo, con «El perdón» («Y yo sin ti no aguanto más, por eso vengo a decirte lo que siento estoy sufriendo la soledad»).

[Lee en la metodología, al final del reportaje, para conocer cómo se ha realizado este análisis].

Más pesimista aún es el cantante Justin Bieber. Ninguno de sus éxitos en España tiene un mensaje positivo. De sus ocho mayores hits, cinco son pesimistas y el resto neutros. Triste es, por ejemplo, «Sorry» («I know that I let you down is it too late to say I'm sorry now», esto es, «Sé que fui yo quién te defraudó, demasiado tarde para decir lo siento ahora»).

Fuente: Análisis propio a partir de la lista de éxitos de Promusicae (2008-2016)
Fuente: Análisis propio a partir de la lista de éxitos de Promusicae (2008-2016) - LUIS CANO

De las 450 canciones que forman parte del top 50 de los últimos nueve años de la lista de Promusicae, el 40% tiene un sentido pesimista, el 10% neutro y el 50% restante optimista en diferentes grados. Su mensaje es triste, pero, aún así, se bailan, muchas veces con euforia. «Las canciones alegres no tienen por qué ser las de más éxito», apunta Amparo Lasén, profesora de Sociología de la Universidad Complutense. «La conexión afectiva importa, y la disonancia entre la música y la letra puede servir para expresar la complejidad emocional: una tristeza que puede ser llevadera, un “no es que no tenga problemas, pero aun así salgo de fiesta”». Por otro lado, señala Lasén, «la música de baile tiene que ser eficaz en el baile, y la identificación con la letra pasa a un segundo plano».

Complejidad emocional

«El sonido nos afecta de manera automática sin pasar por la razón, solo por la percepción del ritmo, la melodía, etc. La letra es secundaria para nuestra experiencia de baile y nuestro estado de ánimo», argumenta Dafne Muntanyola, profesora de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona. «El contraste de letra triste para una música animada puede ser una forma de dar esperanza, o de transmitir cierta positividad; nos ayuda a seguir adelante con conformismo. Reproduce así la función del género pop en la cultura de masas: una actitud de glorificar la vida cotidiana sin pensar en los grandes problemas. Conecta con el mito del amor romántico universal: en lugar de preocuparnos por los grandes problemas sociales, me preocupo por mi autoestima porque han roto conmigo y centro mis energías en encontrar a mi media naranja».

Rihanna, Juan Magán, David Guetta

El DJ francés David Guetta es otro artista del top diez cuyos éxitos en España con mensaje deprimente superan a los alegres, a pesar de ser uno de los grandes revienta pistas de la última década. Sus éxitos son con frecuencia ambivalentes: sonido eufórico y letra para llorar, como «Shot Me Down», con Skylar Grey. Muy tristes es también «Prayer in C», de Robin Schulz. Triste es «Stay», de Rihanna, la artista con más presencias en la lista del top 50 en la última década en España, con 19 canciones. Y triste es también «Se vuelve loca», de Juan Magán, máximo exponente nacional del electro latino nacinal, el español con más apariciones en el top 50.

«Los artistas socializan un género musical, como ahora el tecno convertido en pop o el reguetón, y expresan dentro de esa forma el contenido triste», explica Javier Noya, director del grupo de investigación Musyca, de la Complutense. Esa tristeza, no obstante, puede ser una táctica, advierte Noya. Por un lado, crear un efecto de contexto: llamar la atención por el contraste entre la letra y la musicalidad. Por otro lado, es una forma de conectar con jóvenes, a quienes mayoritariamente va dirigida esta música, buscando la empatía en una generación que tiende a reflejar alegría en las redes sociales y oculta sus problemas.

«La gente crea una especie de oído colectivo en torno al estilo musical que más se distribuya en su sociedad», apunta Jaime Hormigos, autor de «Música y sociedad» y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos. «Este oído colectivo nos provoca una especie de pereza musical que nos impide realizar una escucha en profundidad de las canciones que llegan a nosotros (además, la sociedad de consumo no nos da demasiada tregua para escuchar en profundidad un tema ya que nos expone constantemente a la novedad musical). Hacemos una primera escucha de la canción, la identificamos con el estilo que más nos gusta, aceptamos su mensaje, sea el que sea, y le damos la función esperada; por ejemplo, en este caso música para el baile. De este modo, una canción puede transmitir sentimientos tristes, pero si se adorna de ritmos que el individuo ha interiorizado como bailables, cuando suena ese ritmo tenderá automáticamente a bailar sin prestar mucha atención a la letra.»

«No es un fenómeno nuevo. Cada generación han tenido sus propias canciones tristes que les han cantado los problemas de su época», explica el sociólogo Hormigos. «El contexto en el que se crea o se interpreta la música condiciona las formas de creación. En las canciones que escuchamos quedan plasmados los valores de nuestra sociedad, de este modo, si vivimos en una sociedad pesimista esto quedará reflejado en sus formas artísticas. De este modo, el individualismo, el pesimismo y la desgana de la época actual queda reflejado en el ritmo de la sociedad. La época actual viene marcada por una crisis en todos los ámbitos de la vida social y un pesimismo creciente que queda reflejado en las canciones que se crean hoy».

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