Amaro e Iván Ferreiro en la terraza BSN de Santander
Amaro e Iván Ferreiro en la terraza BSN de Santander - Adelaida Palomar

Ferreiro abandona su oasis para brillar en el Cantábrico

Tras su descanso en 2016, el gallego avanzó canciones de su nuevo disco en Santander

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Probablemente cualquier fan de Iván Ferreiro sale de cada uno de sus conciertos pensando: «Este ha sido el mejor». También lo fue esta vez para quienes le vieron este 28 de julio en Santander, en una de las terrazas que miran al Cantábrico. Fueron 150 los afortunados que se hicieron con su entrada para la sesión «43 Live The Roof» antes de que se agotaran hace ya casi un mes.

Allí, con 21 grados y el sol mirando a Ferreiro a la cara, «el mundo se perdió», y todas las miradas se centraron en su voz. A su lado, Amaro, su mejor compañía. El vínculo fraternal se entremezcla con el talento de estos dos artistas sobre el escenario, y el resultado no puede ser mejor: voces, miradas y espectáculo emocionante de los hermanos gallegos.

Desde « Juntémonos con Bowie» que no se veía a Ferreiro haciendo la grulla sobre el escenario. Esa postura que tantas sonrisas saca: brazo izquierdo en jarra, cabeza ladeada hacia el otro lado y mirada perdida. Fugaz, el 1 de julio actuó en las Noches del Botánico, donde dio voz a Major Tom en su «Space Oddity». Desde entonces, y también desde antes, pues este homenaje a Bowie fue también una excepción, Ferreiro se tomaba un tiempo fuera de los escenarios.

Vuelve a las ciudades españolas en octubre, con la presentación de su nuevo disco «Casa», del que ya avanzó un par de temas en el concierto de ayer. Tocó una veintena de canciones al ritmo del piano que él mismo, como acostumbra en estas sesiones íntimas, les puso voz. Ferreiro no solo repasó su trayectoria con «Jet Lag», «Ciudadano A» o «Extrema pobreza», sino que ahondó en la memoria de los más seguidores para recordarles cuánto echaban de menos «El viaje de Chihiro», «SPNB» o «Piensa en frío».

Entre canción y canción, los Ferreiro improvisaban sus conversaciones, como solo puede hacerse cuando la confianza lo permite. Antes de cantar una de las nuevas canciones que se encontrarán en su nuevo disco, el gallego explicó que fue compuesta para el escritor de novela negra César Pérez Gellida. Bajo el título «Dies Irae» (día de la ira, del latín), esta es una de las tres canciones que componen musicalmente la novela «Versos, canciones y trocitos de carne». Una canción ya publicada, pero que Ferreiro quiso rescatar para «Casa».

No se marchó sin «Turnedo», una de sus imprescindibles en cualquiera de sus actuaciones. Tampoco sin rememorar su época pirata, con «Años 80» o «El equilibrio es imposible». Y, tras superar la hora, los hermanos ya avisaron de que el final se acercaba. No hubo engaños inocentes al público; el escenario al final de la terraza llena les limitaba el espacio, esconderse les era imposible. «No vamos a hacer la tontería de marcharnos del escenario y volver a salir, estamos acorralados», bromeó Ferreiro.

Esto no preocupó a los asistentes; se arrancaban a aplaudir a la mínima advertencia de disminución de la voz del expirata. A unos minutos de las diez de la noche, en dos ocasiones se levantó con intención de irse, pero volvía rápidamente a tomar asiento frente al piano. Ferreiro terminó su «43 Live The Roof» con una versión de «Me dejó marchar», canción del nuevo disco de Coque Malla, que recomendó con entusiasmo; y con la mítica de Quique González, «Vidas cruzadas». Bajo el cielo de Santander, brilló una luz más.

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