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El espectáculo de Beyoncé triunfa en Zúrich bajo la lluvia

La diva del pop ofreció el pasado jueves un gran espectáculo con su «The Formation World Tour» en un repleto Letzigrund Stadion de la ciudad suiza

ZURICH Actualizado: Guardar
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La lluvia protagonizaba la tarde de ayer en Zúrich, pero poco parecía importar a los fans de Beyoncé. Desde mucho antes de la apertura de puertas al estadio -con cuatro horas de antelación a la salida de la cantante- los seguidores formaban una cola de chubasqueros y plásticos bajo los que intentaban resguardarse.

Una vez dentro, una pantalla gigante de seis pisos de altura situada en el centro, prometía ofrecer imágenes del espectáculo, pero acabó formando parte del mismo.

«The Formation World Tour» llegaba a Suiza con motivo de su gira europea, con la que pisará Barcelona el próximo 3 de agosto y con el que presenta «Lemonade», su sexto trabajo de estudio.

El disco ha sido muy avalado por la crítica y la audiencia por su mezcla de sonidos, una reivindicación de la misma artista de su versatilidad.

Colaborando con figuras como Jack White, Kendrick Lamar, James Blake o The Weeknd, Beyoncé ha reflejado su aspecto más personal. Una infidelidad de su marido, el rapero Jay Z, ha sido el punto de partida e inspiración para un álbum que realmente es un viaje por las emociones y los distintos estadios por los que se pasa tras un engaño amoroso. Un viaje que cuenta con su propia película, colgada en exclusiva en Tidal, la plataforma de escucha on-line fundada por el mismo Jay Z.

Pero no solo la infidelidad y el dolor centran las letras del disco. Beyoncé es una artista conocida por su lucha contra las injusticias sociales y por ser una de las nuevas figuras del feminismo y del movimiento protesta contra la desigualdad que sufren las personas de raza negra por parte de la policía en Estados Unidos. El primer videoclip del álbum, del single «Formation», contaba de forma visual diferentes aspectos de la historia de las personas afroamericanas en Norteamérica, toda una herramienta de protesta política por parte de una diva del pop.

Y fue precisamente con este tema con el que la artista comenzó el espectáculo. La lluvia, como sabiendo que era el turno de la tejana, cesó cuando Beyoncé pisó el escenario. La pantalla acabó siendo un cubo que rotaba sobre sí mismo, se abría de par en par y contenía sorpresas en su interior. La proyección de varias imágenes de la cantante anunciaban su llegada, acompañada de un escuadrón de bailarinas ataviadas como ella. «Bien, señoritas, ahora pongámonos en formación». Como un ejército de baile recorrieron el escenario mientras Beyoncé cantaba como si su voz fuese independiente de los increíbles movimientos de su cuerpo. Acabada la histeria, «Sorry»recogía la euforia y el público levantaba ambos brazos haciendo peinetas, como su reina -«Queen Bee»- les pedía.

La calma llegaba con «Irreplaceable», tema antiguo con el que la cantante echaba a su novio de casa y le avisaba de que como él, hay mil ahí fuera. Toda una declaración de intenciones, teniendo en cuenta el tema del nuevo disco. «Bow Down» y «Run the World (Girls)» ponían el broche final reivindicativo al primer acto del show.

En el segundo acto, el más largo, hubo hueco para clásicos como «Baby Boy» o «Me, Myself and I» y para la nueva «Hold Up».

El escenario se teñía de rojo y Beyoncé reclamaba su poder como mujer con temas eléctricos y llenos de fuerza como «Don't Hurt Yourself», «***Flawless» o la sensual y sugerente «Partition», donde hubo ocasión para un juego de sombras en los que se adivinaba la voluptuosa figura de la cantante mientras bailaba sobre un diván.

Pero no solo de baile estuvo llena la actuación. La artista cantó a capella «Love on Top», clavando todas las notas y coreada por su público, que asistía con asombro a cada movimiento que su diva hacía.

También hubo espacio para los tributos. El cubo se iluminó de morado y dio vueltas sobre sí mismo a la vez que la lluvia volvía a caer, como invocada por el ritmo de «Purple Rain» de Prince, fallecido recientemente y a quien Beyoncé considera como una gran fuente de inspiración. Y tras el emotivo momento, la mítica «Crazy In Love» comenzó a sonar y los fans se volvieron locos, empezaba la fiesta del cuarto acto.

Los ritmos de «Freedom» iniciaban el quinto y último acto, una canción que reivindica el papel de los afroamericanos y en la que colabora el rapero Kendrick Lamar, conocido por sus críticas letras. Beyoncé y su escuadrón bailaron sobre un tanque de agua salpicando al público y bailando como un escuadrón coordinado y rebosante de fuerza. El estallido de energía se calmó con «Halo», último tema donde las lágrimas del público anunciaban el final del auténtico espectáculo al que acababan de asistir y que, sin lugar a dudas, no olvidarán nunca.

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