Ron Barceló Desalia celebra su décimo aniversario con 1.400 invitados a bordo de un crucero por el Mediterráneo
Ron Barceló Desalia celebra su décimo aniversario con 1.400 invitados a bordo de un crucero por el Mediterráneo
Ron Barceló Desalia

Dorian: «Si intentas repetir un éxito, estás muerto»

El festival Ron Barceló Desalia celebra su décimo aniversario con 1.400 invitados a bordo de un crucero por Málaga, Ibiza y Palma de Mallorca

Ibiza/Palma de Mallorca Actualizado: Guardar
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«Si caes en las trampas del mercado e intentas repetir un éxito que has tenido, estás muerto». El mantra de Dorian no podía ser más oportuno para inaugurar la gran noche del décimo aniversario Ron Barceló Desalia. El festival cambió el Caribe por las aguas del Mediterráneo y las playas, por un crucero. Volvió a apostar por el ritmo patrio, con el indie de Dorian y el salseo de un Juan Magan que hizo temblar un barco en el que «las averías se arreglan en el momento», como reconocía un miembro del personal.

Con tres escenarios con más de 80.000 w de sonido y 1.400 invitados a bordo algún percance era inevitable. Pero salvable. No así los mareos, por el movimiento de un barco que incapaz de quedarse quieto durante la gran fiesta ante la energía de los influencers Gigi Vives, Pam, Trendy Taste y Tripletz, se puso a dar vueltas en la noche Desalia.

La más cotizada, una fugaz Dulceida, se hizo esperar más, recién llegada de Coachella.

Pero el riesgo merece la pena. Así lo reconocen los miembros de Dorian, que aseguran en una entrevista a ABC que «es la clave». Por eso Ron Barceló Desalia recogió el testigo y se tiró a la piscina, apostando como maestros de ceremonias por esos influencers que que ya no necesitan más que redes sociales para decirle al mundo cómo debe vestirse, cómo actuar, o cómo divertirse… a todos los que sean sus seguidores. Y son muchos.

Mientras la página «Un buen día en Madrid» pasa otro mejor en Ibiza, Víctor Palmero disfruta de un breve momento de incógnito. Un joven anónimo, con gafas hipsters y el pelo rubio, se acerca al actor de«La que se avecina» y su amigo Patrick, con el pelo rosa, para pedirles un cigarro. Mientras se lo lía, fiel al espíritu de un festival en el que pocos se conocen entre sí, el joven les pregunta, ajeno a todo, de dónde son y qué estudian. La naturalidad está infravalorada. Víctor y su amigo sonríen, desapercibidos por un instante. No así Maxi Iglesias y Juan Betancourt, que conscientes de todas las miradas mientras toman el sol, dejan la sala VIP para fundirse entre el público en la noche de blanco y así bailar «electrolatino» entre la multitud. Entre hit y hit, un Juan Magan emocionado, como si de un principiante se tratase, no puede contener una sonrisa cuando escucha al público cantar de memoria sus temas. «Illa illa illa, Juanito maravilla», le gritan y él, entre sirenas y estrellas de mar, vuelve a sonreír: «Esto solo pasa en España».

Juan Magan sobre el escenario
Juan Magan sobre el escenario

Parece que se ha dicho todo ya sobre los millenials. Se han puesto sobre la mesa sus virtudes y sus defectos. Pero poco los describe tan bien como el nombre del grupo Dorian, que nada tiene de aleatorio. La banda eligió el nombre del personaje del clásico de Oscar Wilde porque «es un personaje más cercano y propio a nuestro tiempo, es hedonista, vanidoso, tiene muchos rasgos de nuestra generación», admite la pianista Belly Hernández.

El grupo de Barcelona, que ha crecido sin el amparo de un sello discográfico grande, apuesta por lo diferente, lo que se sale del molde y rompe con las tendencias, lo auténtico. Conocedores del indie en España cuando eso significaba ser «unos apestados», creen que el auge de la música independiente se debe «a la explosión de una escena que no era profesional ni tenía dinero para darse a conocer» pero que a base de trabajo y calidad se ha consolidado en el panorama artístico.

Ahora, con himnos como «A cualquier otra parte» como emblema de millones de jóvenes tanto dentro como fuera del país, esta banda que «mezcla el new wave, el pop y la música electrónica con algunos tintes de rock» no deja de apoyar lo que en su día fue su trampolín hacia el «éxito». «Los festivales han tenido un papel muy importante para bandas como nosotros, han sido nuestras radios», cuenta Belly sobre «el altavoz de la música independiente». Ni tampoco de permitirse ciertas licencias creativas, como incluir referencias literarias en sus letras: «Solemos hablar de nuestros autores favoritos en las letras pero lo hacemos de tal manera que si tú has leído “Bajo el volcán” o “El Quijote” o a Proust te va a parecer muy bonita y adecuada esa cita pero si no lo has leído te funciona igual la estrofa. Lo que hacemos es tirar como pequeños ganchos y guiñar el ojo a los seguidores, que también leen», cuenta el vocalista Marc.

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Unas letras que, admite, «son una invitación a la rebeldía». «Si uno siente que no encaja en los moldes en los que nos mete la sociedad desde la escuela, no te sientas mal, busca tu propia identidad, tu camino», espolea el cantante. «Nuestras letras son una invitación a la búsqueda de nuestro propio yo y nuestro camino por encima de la colectividad con sus miedos y sus fobias. Más que melancoía, buscamos transmitir amor por la vida y cuando sale mal, la canción se vuelve un poquito más triste», explica. Y en una parábola del destino, al ritmo de esta música nuevaolera, nadie percibe ese desencanto a bordo del crucero Rob Barceló Desalia. Todos están atentos a los artistas, y a los invitados. Pero, por si acaso, Marc advierte: «No te caigas por la borda eh». Hecho.

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