Colman: «Ni los 90 eran el paraíso de la música independiente ni ahora es un infierno»

El exlíder de Insanity Wave presenta su nuevo disco, «Fear The Summer», el tercero el solitario desde 2015. «Se me caían las canciones de las manos»

Colman Gota, exlíder de Insanity Wave, ha publicado tres discos en tres años HELIO VEGA
Israel Viana

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«La música para mí es ahora más importante que antes. Aunque no tengo precisamente las de ganar, las canciones siempre están ahí y tienen un valor por sí mismas que excede del reconocimiento público que puedan tener. No me importaría que lo tuvieran, claro, pero no es lo más importante ni me quita el sueño», reconoce Colman Gota . El otrora líder de Insanity Wave hace balance de sus más de 25 años de carrera con un nuevo disco recién llegado de fábrica: «Fear The Summer». El tercero que publica desde 2015, demostrando una capacidad compositora muy por encima de la que tenía con su antigua banda: «No sé la razón. Quizá en los tiempos de Insanity Wave pasaba mucho tiempo en los bares y, con las resacas, no había manera de coger la guitarra. En cualquier caso, en el terreno creativo, para lo bueno y lo malo, no se puede dar nada por hecho, así que de momento estoy disfrutando esta etapa», explica.

La primera vez que Gota apareció en las páginas de ABC fue el 12 de marzo de 1993, en una pequeña reseña escondida en la página 89 : «Acaban de grabar una primera maqueta en la que se advierten muchas de sus virtudes. Power-pop de guitarras saturadas, bonitas melodías, juegos de voces y, sobre todo, entre las cinco que han grabado, una estupenda canción, 'Spinning'. Un principio esperanzador para un grupo con ideas y entusiasmo». Aquella era la presentación en sociedad de Insanity Wave, que acababa de formar junto al guitarrista José María Martínez Escriña, en el mismo año en el que compañeros de generación y escena como Los Planetas , Australian Blonde , La Buena Vida , publicaban sus primeros epés.

Eran los primeros pasos en España de lo que ahora llaman «indie», pero con muchos menos medios, sin las multinacionales todavía detrás, sin internet y con un circuito de pequeñas salas aún en ciernes. Ahí comenzó a bregarse Gota, con un oído puesto en el sonido que llegaba de Estados Unidos y el otro en el rock independiente de aquí, sobreponiéndose a sus primeros reveses. En 1996, por ejemplo, quebró La Fábrica Magnética , la compañía discográfica que había fichado a Insanity Wave. «Recuerdo también aquella vez que nos fuimos a tocar a Valencia y, cuando llegamos, nos encontramos que la sala estaba en ruinas. Se llamaba “Zeppelin” y confieso que lo primero que pensé fue: “Qué sitio tan alternativo”. Pero luego entré y vi a varios obreros tirando abajo tabiques. Nunca llegamos a conocer al promotor de aquel concierto», cuenta.

Video. VIDEOCLIP: HELIO VEGA

« Insanity Wave es un joven trío de rock de guitarras sorprendentemente contundente » o « un grupo madrileño de vigoroso rock de guitarras , con evidentes y saludables influencias de algunas de las más potentes bandas del reciente rock norteamericano», podía leerse en los años sucesivos en este periódico. De aquella aventura salieron cinco discos, dos EP’s, participaciones en festivales como el Primavera Sound o Benicassim, giras por Portugal, Irlanda, Francia, Estados Unidos e Inglaterra y conciertos junto a nombres como Violent Femmes , Spin Doctors , Nada Surf o Grant Hart , el mítico componente de Hüsker Dü recientemente fallecido.

Cuando el grupo se disolvió, Gota tuvo claro que quería seguir tocando. Nunca dejó de componer con su guitarra acústica, aunque lo suyo fuera el bajo. Y cuando reunió un buen puñado de canciones (y euros), voló a Carolina del Norte para grabarlas con nada menos que Mitch Easter , responsable de algunos de los mejores trabajos de R.E.M. , Wilco, Pavement o Ken Stringfellow ( The Posies ). Era « Play To Lose », su primer disco en solitario, publicado por su cuenta y riesgo a comienzos de 2015. Después vino « Tape » y ahora « Fear The Summer », que presenta este sábado 18 de noviembre en Rock-Ola (21.00 horas).

Tres discos en tres años. ¿No son esas muchas canciones para un bajista de pop y rock como usted, en cuyos discos las guitarras tienen mucho peso?

«Fear The Summer» ha sido, sin duda, el periodo de mayor creatividad que he tenido nunca. Llegué a hacer 50 temas en menos de un año. Igual que se dice de los jugadores de baloncesto muy anotadores que «se les caen los puntos de las manos», a mí se me caían las canciones. He llegado a hacer alguna canción, incluso, contra mi voluntad. Las manos encontraban los acordes solas.

Cuando Insanity Wave comenzó a andar a principios de los 90 y los medios nacionales se hacían eco de sus discos, ¿albergaba sueños muy diferentes a los de ahora?

Hombre, siempre sueñas que tus canciones lleguen más lejos, que las coreen estadios repletos de gente. No puedo decir que eso sea exactamente lo que ha pasado, pero estoy muy contento de cómo han quedado grabadas algunas de ellas.

¿Nunca se planteó otra opción que no fuera la autoproducción desde que comenzó su carrera en solitario?

No. Yo ya no puedo comprometerme con una discográfica. Tengo que marcar mis propios tiempos. Prefiero tener el control total, aunque a veces tome decisiones equivocadas o no tenga el amparo de un sello detrás.

Con todo el sacrificio personal y económico que conlleva grabar tres discos en Estados Unidos sin el apoyo de un discográfica detrás, ¿nunca se ha desanimado y pensado que no merecía la pena seguir?

A veces es complicado conciliar las expectativas que te creas de manera inconsciente, quieras o no, y el aterrizaje al que te somete la realidad. Es un como portazo en la cara al que, la verdad, resulta difícil acostumbrarse. Sin embargo, cuando veo el resultado de los discos, siempre pienso que ha merecido la pena.

Teniendo en cuenta la crisis discográfica y las condiciones de muchas salas a la hora de tocar, ¿dio por perdida la batalla de recuperar todo el dinero invertido?

Sí, efectivamente, es una batalla perdida. Sólo un milagro en forma de sincronización en un anuncio o en una película potente pueden hacer que recuperes lo invertido. En mi caso, es mi trabajo el que paga los discos, algo que, por otro lado, es absolutamente destructivo para el proceso. Cuanto más tiempo puedan dedicar los autores y artistas a sus proyectos mejores serán los resultados.

Desde Insanity Wave hasta ahora ha vivido en primera persona la gigantesca transformación de la industria discográfica. Para los grupos de la música independiente que no llenan estadios, ¿la situación es realmente peor ahora o sólo es un mito?

Siempre digo que ni los 90 eran el paraíso ni la época actual el infierno. Antes hacías lo tuyo y sabías que había una escena con determinadas bandas detrás. Ahora hay una gran saturación de información. Internet permite que haya un censo más abierto y público para muchas bandas. Es apabullante. Pero por otra parte, y aunque parezca contradictorio, el hecho de que tu obra sea accesible desde cualquier punto del planeta sin ningún tipo de restricción es también su principal virtud.

Compone con la guitarra acústica solo en su casa. ¿Le gusta que cambien mucho las canciones desde que surgen en la intimidad hasta que salen del estudio?

No me importan que cambien, pero tienen que mantener la esencia. Es una pena, pero a veces alguna canción ha perdido algo de su esencia y tiene más encanto en la demo acústica que en el disco. Afortunadamente son las menos.

¿Cómo valoraría la influencia que ha tenido Mitch Easter en su carrera, tanto en Insanity Wave como ahora?

Como influencia en lo musical, desde el punto de vista creativo, no demasiada. Eso sí, Mitch Easter y ahora John Pfiffner [productor que trabaja en su mismo estudio] representan un oasis de profesionalidad y buen hacer al que siempre quiero volver. Escogimos a Mitch Easter fundamentalmente por el excelente trabajo que hizo con Velvet Crush en « Teenage symphonies to God », un disco de referencia para Insanity Wave y para mí en particular. Siempre me ha parecido que dentro de la liga que jugábamos no podíamos aspirar a más.

¿Qué decía Easter de su música?

Me hizo especial ilusión cuando me comentó que algunas canciones de mi primer disco en solitario, «Play To Lose», habían estado en su cabeza durante meses. Entiendo que fue un comentario positivo. Respecto a Insanity Wave me acuerdo cuando dijo los temas eran de esos que, «según los escuchas, te atrapan».

¿Qué le aporta él que no pueda aportarle un productor o un estudio español?

Profesionalidad máxima, perfecta compresión del concepto musical, buenas ideas y que el estudio es una barbaridad en cuanto a comodidad, equipo y «backline».

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