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Chris Martin, durante el concierto de Coldplay este jueves en el Estadio Olímpico de Montjuic - EFE

Coldplay le echa un pulso al Estadio Olímpico (y gana)

La banda británica exhibe músculo y maneras de gigante del pop de estadios en su regreso a Barcelona

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Ahora que están ahí arriba, doblegando estadios a golpe de himnos de pop inflamado, cuesta creer que Coldplay haya sido una de las bandas más disciplinadas a la hora de manejar su crecimiento en público, pero así es. En Barcelona, por ejemplo, les hemos visto subir peldaño a peldaño desde la sala Apolo al Estadio Olímpico; una progresión imparable que anoche les devolvió a la cima de Montjuïc, donde algo más de 55.000 personas los recibieron, no ya como unos recién ascendidos a la Primera División del pop, sino como a quien ha hecho de la Champions League su patio de recreo particular.

En el camino, es cierto, hemos perdido el pop intimista sus primeros trabajos, pero a cambio hemos ganado a una banda ejemplar a la hora de interpretar los códigos del pop de estadios. Premio gordo, pues, para unos Coldplay que en Barcelona volvieron a exhibir su cara más extrovertida, eufórica y colorista.

Una imagen en clara sintonía con su último trabajo, el irregular «A Head Full Of Dreams», que fue ayer la piedra angular de su pulso al Estadio Olímpico, donde esta noche repiten.

A pesar de que para poder acceder al recinto los espectadores tuviesen que sufrir uno de los circuitos de seguridad más incómodos y disparatados que se han visto por aquí, la fiesta empezó pronto, antes incluso de que el cuarteto londinense apareciese en escena. Soplaba un viento más otoñal que primaveral, pero el público intentaba caldear los ánimos entonando a coro «Viva la Viva» y tratando de averiguar cómo funcionaban esas pulseras luminosas que entregaban a la entrada y que empezaron a parpadear justo cuando Chris Martin apareció trotando por la pasarela al ritmo de «A Head Full Of Dreams». Las pantallas en forma de espirógrafo cobraron entonces vida y empezó la fiesta. Euforía pop y entusiasmo de patadón al área. ¿Se puede más grande? Pues pongámelo así, en formato faraón del pop.

Piñata pop

En realidad sus conciertos siempre han sido un canto al vitalismo un poco pasado de revoluciones, pero lo de ayer fue como piñata multicolor en la que cada sacudida traía premio: los fuegos artificiales y coros exaltados de «A Head Full Of Dreams»; la euforia descontrolada de la (aún hoy) espléndida «Yellow», himno que parece escrito pensando en que el público se deje los pulmones en cada sílaba; la explosión de color y lluvia de confeti de «Every Teardrop Is Waterfall», la épica hogareña y amplificada hasta el infinito de «The Scientist»; ese baño de color y los coros desmadrados con «Birds», el espectáculo de luz y color de «Paradise»...

El sonido era aplastante y apenas daba tiempo de parpadear, pero la banda se tomó un respiro para desplazarse a un pequeño escenario situado en el centro de la pista, parlotear un poco -Martin presentó a la banda en castellano- y rebajar la euforia echando mano de «Everglow», «Magic» e «Ink». Momento más o menos recogido antes de tomar impulso de nuevo y poner en marcha el infalible metrónomo de «Clocks», antesala de una nueva explosión de ritmo cortesía de «Charlie Brown» y «Hymn For The Weekend».

«Fix You» volvió a sonar imponente y conmovedora, mientras que una relectura algo deslavazada del «Heroes» de David Bowie dio paso a uno de los momentos fetiche de todo concierto de Coldplay desde 2008: la explosión de júbilo de «Viva la Vida», una canción capaz de explicar por sí sola por qué los británicos están donde están.

A su lado, «Adventure Of A Lifetime» sonó miniaturizada y acomplejada aunque, a esas alturas y con las pulseras luminosas creando espectaculares efectos visuales, a los británicos sólo les faltaba rematar la jugada, primero con dos perlas acústicas como «Don’t Panic» y «See You Soon», y, ya sin frenos, con «Amazing Day», una catártica «A Sky Full Of Stars» y la pirotecnia de «Up&Up» . Despedida por todo lo alto y confirmación de que a los británicos no hay pulso que se les resista. Y es que, por más que como concierto fuese algo irregular, como espectáculo fue la mar de vistoso y agradecido. Al fin y al cabo, de eso es de lo que se trata,. ¿O no?

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