Música

Calexico, Ty Segall y Django Django, los discos de la semana para los críticos de ABC

Repasamos los álbumes más llamativos que se publican este viernes 26 de enero

El californiano Ty Segall ABC

ISRAEL VIANA

1

Calexico «The thread that keeps us»

El problema con Caléxico (por calificarlo de alguna manera) es que nos tienen tan acostumbrados a discos brillantes que les resulta fácil engatusarnos cuando entregan uno correcto. Cada vez más alejados del sonido mexicano que les encumbró como una de las bandas más singulares y elogiadas del underground americano en los 90 —asoma esta vez sólo en «Flores y tamales»—, los de Tucson se descubren una vez más, como les ocurre últimamente, como buenos hacedores de canciones pop-rock. Y digo buenos, no brillantes .

Escuchen «Bridge to Nowhere», «Under the Wheels» y, sobre todo, «Music Box» para deleitarse con la mejor versión de Joey Burns y John Convertino. Y puede que al principio se emocionen con «The Town & Miss Lorraine» o «Girl in the Forest», con esos ecos a otras canciones clásicas suyas como «All The Pretty Horses». Pero unas cuantas reproducciones después llega la decepción. Las canciones de «The Thread That Keeps Us», no se engañen, parecen condenadas a ocupar ese lugar común del indie en el que parece complicado que dejen huella.

5,5 / 10

ISRAEL VIANA

2

Ty Segall «Freedom's Goblin»

Ty Segall emergió hace diez años como un «sí se puede» del rock del siglo XXI, con la firme determinación de demostrar que los dinosaurios del género pueden y deben ser superados . Desde su cassette de debut «Horn the Unicorn» ha lanzado diez discos, varios de ellos sobresalientes, pero cuando el músico californiano se pone demasiado disperso a veces se queda en notable justito, como es el caso .

La heterogeneidad brutal de su nuevo trabajo es intencionada y enlaza a nivel conceptual con aquel «Twins» donde Segall explicaba que tiene «un problema en el cerebro». Y es que «Freedom's Goblin» tiene un carácter algo esquizofrénico, o de trastorno de personalidad múltiple , con un desajustado y casi incómodo batiburrillo de estilos y enfoques sonoros. Es, más que un disco, una recopilación de canciones que casi podrían ser de varios grupos distintos, como si el bueno de Ty quisiera ofrecer una playlist hiper-variada obedeciendo a los nuevos hábitos de escucha.

Cuando Segall hace un disco radicalmente ecléctico (si es que alguna vez ha hecho uno que lo sea tanto como este) su instinto garage-pysch más asesino se resiente y suele aguantar mejor su lado más acústico. Ahí están verdaderas maravillas como «Rain», «My lady's on fire», «You say all the nice things» o esa «Cry, cry, cry» que haría llorar de orgullo a George Harrison. Pero el disco resulta, además de largo (18 canciones que terminan con un medley de 12 minutos), demasiado deslabazado . Además su «sí se puede» encuentra aquí ciertos límites. Quiere montarse su propio «Fun House» en «Talkin 3» y claro, no puede ser. La new-age «Despoiler of Cadaver» rompe esquemas pero no consigue pasar de anécdota, y aunque despierta la sonrisa, su fuzzeada versión del hit disco «Every 1's a winner» acaba resultando monótona. Que intente hermanar todo esto en un disco no deja de tener su punto fascinante y hay algún experimento bizarro que funciona («The main pretender») así que no estamos ante ninguna mediocridad, pero esta no es una de las veces en las que Segall te hace quitarte el sombrero .

7 / 10

NACHO SERRANO

3

Django Django «Marble Skies»

Si su anterior trabajo, «Born Under Saturn», fue un poco más de lo mismo y disipó el impacto de su debut, los británicos Django Django se han propuesto apretarle las clavijas a su libro de estilo para ofrecer con «Marble Skies» una versión corregida y aumentada de ese pop ácido y salpicado de psicodelia, sintetizadores chillones y aromas surf que tan bien les funcionó en su debut homónimo. Un cambio de ritmo que les acerca (aún más) a la pista de baile y refuerza el encanto efervescente de nuevos himnos de euforia playera como «Tic-Tac-Toe» y la deliciosa «Marble Skies», canciones con las que parecen buscar ampliar su radio de acción y asaltar ligas mayores.

Una estrategia que funciona cuando se acercan al pop que más calienta y exprimen a conciencia el retrofuturismo pero que no acaba de cuajar cuando se enredan con los ritmos latinos de «Surface To Air» o los bostezos sintetizados de «Beam Me Up». Una de cal y otra de arena, pues, para una banda que sigue buscando la manera de convertir su relectura de los Beach Boys y la Beta Band en el hilo musical del siglo XXI .

7 / 10

DAVID MORÁN

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