Saurom: juglares en su tierra

La banda isleña celebra su vigésimo aniversario con un antológico concierto en Las Cortes

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Nadie es poeta en su tierra aunque algunos, unos pocos elegidos por la fortuna o por Zaluster la hechicera, son más que poetas. Esos afortunados son juglares en su tierra. En el actual mundo musical, mediatizado por el ‘mainstream’, lo importante, aparte de la calidad, es la originalidad; no encontraremos en España un grupo más original que Saurom. Los isleños celebraron hace unos días su vigésimo aniversario con un monumental concierto en el Teatro de Las Cortes de San Fernando, la ciudad en cuyo vientre se gestó este grupo de heavy metal que fusionó a sus ídolos –Iron Maiden, Blind Guardian– con la música de cámara, medieval y el folk. Agitaron la coctelera en el carnaval del diablo y crearon un nuevo estilo que ellos mismos llamaron con cierta sorna «Juglar metal».

El 3 de marzo de 1996 se celebraban las elecciones generales españolas en las que el PP de José María Aznar conseguiría un ajustado triunfo en las urnas. Probablemente fueran las primeras en las que los componentes de Saurom acudieran a votar. Antonio Ruiz, un joven aficionado a la batería, convenció a Narci Lara y a José Luis Godoy, componentes de otro grupo de la ciudad, de formar uno nuevo. Casi sin saber tocar, empezaron a ensayar en un viejo local de la calle Carraca de San Fernando, propiedad de los padres de un amigo. Después, ayudados por el célebre Josema Dalton, grabaron su primera maqueta, que vendían por 200 pesetas. Hoy día, veinte años y ocho discos después, realizan giras, venden digipacks y su página de Facebook tiene 176.209 seguidores.

Un día especial

El Teatro de las Cortes estaba lleno a reventar y se respiraba magia en vez de oxígeno. Fue una bella demostración de onanismo colectivo. Agotadas las entradas dos meses antes, los componentes de Saurom confesaban al auditorio los nervios que les causaba volver a actuar en su ciudad en un día tan especial, tras tantos años, después de haber realizado giras por EEUU (New York, Chicago) e Iberoamérica (Costa Rica, Chile o Panamá), donde son ídolos de masas. Narci Lara, el talentoso hombre orquesta, agradeció su presencia al público con voz trémula mientras que el vocalista, Miguel Ángel Franco, isleño de Dos Hermanas, rebosaba de alegría y potencia. Raúl Rueda, un magnífico guitarrista con cuyas letras el grupo dio un importante paso adelante, lleva corbata, chaleco y coleta. Antonio Ruiz se ubica entre unas bambalinas traslúcidas, unos paneles que le aíslan del ruido y el humo. José Gallardo luce melena a lo Robert Plant y toca el bajo como John Patittucci. Santi Carrasco, desde las alturas, es el amo de las marionetas, armado de su teclado. Junto a ellos comparecen el coro NovaNerta, dirigido por Juan Luis Lorenzo, la elegante Julia Medina, cantante encantadora de voz sedosa a la que auguro un gran futuro, el virtuosísimo Alberto Domínguez, flautista de Elcurarojo, antiguos amigos y componentes del grupo como Juan y Paco Garrido o José Antonio Gil, una espectacular acróbata en tela y una legión de mimos y bailarines y, cómo no, la pequeña Daniela, que recitó el conjuro que dio comienzo al concierto. Abajo, Daniel López, autor de la mayoría de las portadas del grupo, dirigía un equipo de once cámaras de vídeo, con cuyas grabaciones el grupo pretende sacar un DVD con el concierto en noviembre de este año.

Están encerrados en una jaula de madera, no pueden huir. Medio millar de personas dentro del teatro y otros tantos fuera, sin poder entrar. Aforo completo, éxito brutal. Quizás se sientan como cuando actuaron en el Centro Penitenciario Puerto II, remedando a Johnny Cash en Folsom prison. Allí hicieron dos sesiones, una por módulo, por cuestiones de seguridad. En Las Cortes ofrecen tres actos separados, con bajada de telón incluida. Tocan los clásicos que les dieron aliento cuando, oprimidos por las deudas de ‘Maryam’, un disco maravilloso que no vendió lo debido, volvieron con ‘Vida’ al heavy folk que los había llevado a las alturas. El eterno retorno al juglar metal. De ahí van a procurar no moverse, como han demostrado con su último disco, ‘Sueños’, que acaba de cumplir seis meses.

El público asistente al concierto de Saurom canta las canciones de memoria, baila y se divierte como lo hará pronto el de Bornos, su siguiente destino en una gira que acabará en Sudamérica. Unas gigantescas bolas de plástico llenan de color el histórico lugar, levantado en madera, los papelillos llueven del cielo y bellas vampiresas seducen al patio de butacas mientras Miguel se desgañita de placer, Narci cambia constantemente de instrumento musical, Raúl se desmelena y José parece sido atravesado por una descarga de electricidad. Santi y Antonio, ocultos en las alturas, hacen su trabajo, su pasión. Son Saurom, el mejor grupo de heavy metal en directo del país. Unos locos que, veinte años después de nacer, han conseguido ser juglares en su tierra.

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