Miguel de Unamuno junto a su nieto
Miguel de Unamuno junto a su nieto - ABC
POESÍA

Versos elegíacos y ajustes de cuentas: poemas al padre

García-Máiquez compila en una antología poesías sobre la figura paterna desde el siglo XX a la actualiad

SEVILLA Actualizado: Guardar
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La relación entre padre, muerte y poesía es tan antigua como la literatura. «Telémaco es el héroe auroral de la poesía del padre. El hijo de Ulises dibuja ya unas líneas temáticas que no abandonaremos: la espera y la búsqueda, y el de ausencia», señala el poeta Enrique García-Máiquez en el prólogo de «Tu sangre en mis venas» (Renacimiento), antología de poemas de autores hispanos a vueltas, la mayoría de las veces, con la sombra de sus progenitores ausentes. Una recopilación de versos, de Unamuno a Rodrigo Olay, que pone el punto final, con la que arranca una nueva serie de antologías temáticas de la editorial sevillana.

«Presenciamos inmóviles tu vida/y ahora, frente a tu muerte,/se nos vienen de pronto todas esas palabras/que no escucharás nunca», escribía Ángel González en un poema rescatado por García-Máiquez para esta edición que señala la «impresionante e íntima relación» entre padre y muerte en la poesía, que en las letras hispanas aparece reforzada y es deudora de las «Coplas a la muerte de su padre», de Jorge Manrique.

«No hay dimensión de esta poesía (exceptuando el conflicto y el reproche) que Jorge Manrique no haya tratado antes».

Muerte y ausencia se convierten, de esta forma, en el hilo conductor de los poemas de este más de un centenar de autores, que aparecen recopilados cronológicamente según su nacimiento, y que ofrecen un amplio recorrido sobre el tema en la poesía hispana desde principios del siglo XX hasta la actualidad, con paradas, entre otros, en Antonio Machado, César Vallejo, Pedro Garfias, Leopoldo Panero y sus hijos Juan Luis y Leopoldo María, Luis Rosales, Aquilino Duque, Jacobo Cortines, Fernando Ortiz, Luis Alberto de Cuenca, Abelardo Linares, Andrés Trapiello, Felipe Benítez Reyes, Jesús Aguado y Juan Bonilla.

Unamuno, Machado, César Vallejo, Luis Rosales, Luis Alberto de Cuenca, Andrés Trapiello y Juan Bonilla, entre los autores incluidos

«Comprobarán ustedes que la muerte va a ser el estribillo recurrente de esta antología», señala su autor en el prólogo, por cuanto «la poesía es el modo en que la muerte, ya sea del padre o la de la amada o la propia —por adelantado— llama a nuestra puerta. La muerte es uno de los temas inmortales de la poesía, como el tiempo es su asunto eterno». Una poesía, además, que al ser una «reflexión acerca del sentido último de la vida», es «más reflexiva que sentimental».

Esa ausencia la afronta cada autor desde una perspectiva diferente. Prima la evocación y la memoria de la figura protectora. «Mi padre, aún joven. Lee, escribe, hojea/sus libros y medita. Se levanta;/va hacia la puerta del jardín. Pasea», escribe Antonio Machado evocándolo en el «palacio donde nací, con su rumor de fuente». «En el patio, mi padre, con su túnica/negra, en la madrugada más profunda/de la clarísima ciudad, se ha puesto/solemnemente el negro capirote», evocaba Rafael Montesinos a su padre un Viernes Santo.

Otros, en cambio, suponen un ajuste de cuentas con el progenitor, algunos tan descarnados como el de Juan Luis Panero con su padre, uno de los poetas del franquismo: «El asunto de tu bebida ha dado ya mucho que hablar», «también se han comentado tus proezas en los burdeles» o «en cuanto a los arranques violentos de tu genio/para qué mencionar lo que todos sabemos».

Sentimiento de orfandad, memoria, el hijo que hace comprender mejor al padre... «Fuerte como la muerte es el amor del padre», señala el poeta y antólogo, «la recurrencia de la muerte en esta antología es un canto de vida, una rebelión ante lo ineludible, una resistencia a que la muerte tenga la última palabra o una última incredulidad —como mínimo— a que la haya tenido».

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