Las mujeres Ybarra, garantes de un árbol cuyas ramas siguen floreciendo

Clara Zamora Meca repasa la historia de una de las familias más emblemáticas de España a través de diecinueve figuras femeninas de cinco generaciones

María Teresa Ybarra Villabaso sujeta en brazos a su hijo, Javier Ybarra Ybarra ARCHIVO FAMILIA YBARRA
Inés Martín Rodrigo

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En junio del año pasado, concretamente el día 6, el Condado de Ybarra celebró su segundo centenario. Dos siglos que han visto pasar la vida de una de las estirpes empresariales más antiguas de España. Siete generaciones de esta familia han vivido las venturas y pesares de este país nuestro siempre convulso, de pasiones intensas y destinos diversos. De Bilbao a Sevilla, haciendo paradas a lo largo y ancho de toda la geografía española, los hombres y mujeres de esta saga han luchado por defender los valores de fidelidad y amor a sus raíces.

José María Ybarra González y María Josefa Menchacatorre Barandica, segundos condes de Ybarra ARCHIVO FAMILIA YBARRA

La historia de ellos, desde el primer conde de Ybarra, José María Ybarra y Gutiérrez de Caviedes (1816-1878), fundador de la Feria de Abril de Sevilla , capaz de transformar la idiosincrasia de una ciudad nada fácil de moldear, es más conocida. Pero la de ellas, la de las mujeres que velaban por que la suerte empresarial de sus maridos no se torciera, nos ha resultado más ajena... Hasta ahora.

Vidas anónimas

El libro «Las mujeres Ybarra. Nido y nudo» (LID Editorial), escrito por Clara Zamora Meca , viene a cubrir ese vacío recuperando las vidas anónimas de diecinueve mujeres de cinco generaciones distintas de los Ybarra . «En España no hay otra saga que tenga ese sentimiento familiar, ese sentimiento de apellido, de vinculación, de amor a sus raíces. Son fieles a su apellido», asegura la autora, en conversación con ABC.

Imagen que ilustra la cubierta de «Las mujeres Ybarra. Nido ARCHIVO FAMILIA YBARRA

Para su elaboración, Zamora Meca ha contado con testimonios familiares de primera mano, impagables. «Este libro lo han hecho entre todos, todos me han ayudado», confiesa. Ahí está el nido y el nudo al que hace referencia el título. «Han sido muchos meses en los que he tenido que tratar con diferentes miembros de esta familia, pudiendo comprobar cómo de la misma semilla las ramas del árbol crecen en sentidos bien variados. El nido es donde nacen, y el nudo una metáfora de la transmisión de valores». Unos valores que ellas, las mujeres Ybarra , se han encargado de preservar. «Con esmero y dedicación fueron atando los nudos que establecen los valores heredados de generación en generación». Apellidos como Osborne, Dávila, Domecq, Fernández de Córdoba, Medina, Oriol, Parladé, Falcó, Lasso de la Vega... se mezclan en un frondoso árbol genealógico en el que se incluye casi toda la alta sociedad española .

Todos los nietos de Emilia Ybarra Osborne, fotografiados durante una jornada campestre ARCHIVO FAMILIA YBARRA

La historia que recupera Zamora Meca comienza con María Dolores González Álvarez (1823-1855) –mujer del primer Ybarra que, como cuenta Javier Ybarra Ybarra en el prólogo del libro, llegó a Sevilla por «culpa» del general Espartero – y termina con Carmen Sáinz de la Maza Falcó (1935-2007), quinta condesa de Ybarra y prima segunda de Cayetana Fitz-James Stuart , duquesa de Alba .

Nicolás Ybarra Gómez-Rull y Manuela Llosent Marañón, en las carreras de caballos de Sanlúcar de Barrameda ARCHIVO FAMILIA YBARRA

Entre ellas, mujeres que evolucionaron de la ideología romántica del «ángel del hogar», con los códigos que marcaron la moral decimonónica, a los nuevos modelos femeninos que trajo el S.XX, a través del cine y las revistas. Zamora Meca confiesa que, de todas, su debilidad es María Josefa Mendaro Romero (1911-1999), cuarta condesa de Ybarra: «Es la más original, tenía una personalidad distinta». De hecho, según rememora Javier Ybarra en el mencionado prólogo, «vivió proporcionando a sus seres queridos grandes ratos de emoción, alegría y de cierta extravagancia». Aunque la autora también destaca a María Dolores Ybarra Gómez-Rull (1879-1957), abuela del cantante José Manuel Soto . «Me informó él. Era muy flamenca y tenía un tablao en Sevilla», recuerda, con una sonrisa. Nido y nudo trenzados, ya para siempre, en las páginas de un libro que rebosa vida.

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