Juan Eduardo Zúñiga, fotografiado en su casa de Madrid
Juan Eduardo Zúñiga, fotografiado en su casa de Madrid - ÁNGEL NAVARRETE

Juan Eduardo Zúñiga: «La guerra civil me hirió, no he podido olvidarla»

El escritor madrileño, de 87 años, fue ayer galardonado con el premio Nacional de las Letras Españolas por ser un «maestro, tanto en el cuento como en el ensayo y la traducción»

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Juan Eduardo Zúñiga (Madrid, 1929) lleva «unos días» pachucho, con la salud a cuestas, sin encontrarse «demasiado bien». Lo confiesa pidiendo disculpas al otro lado del hilo telefónico, tras una breve pero intensa conversación en la que no ha disimulado, pese a los achaques, su regocijo por haber sido galardonado con el premio Nacional de las Letras Españolas. A sus 87 años, y tras toda una vida entregada a la Literatura, el escritor agradece «mucho» este galardón, el más importante del gremio tras el Cervantes. «Es interesante, porque es un reconocimiento, pero yo siempre pienso que los premios no se hacen a la persona, sino a la obra, a la creación, y eso es lo que va a permanecer», reflexiona Zúñiga.

El jurado del galardón, otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y dotado con 40.000 euros, reconoce su «vida dedicada a las letras», en las que Zúñiga «ha sido un maestro tanto en el género del cuento, realista y fantástico, como en el ensayo literario y la traducción». «Nosotros pensamos que se nos olvida, pero una obra literaria permanece, y eso es lo que más satisfacción me da de este premio, que pone el broche que va acerrar mi vida, dedicada a las letras, al pensamiento y a la creatividad», reconoce, falto de aliento, a medio resuello. Hace apenas unos minutos, en una conversación atropellada por culpa del teléfono fijo, que tiene estropeado, le han comunicado la buena nueva.

Zúñiga nació en Madrid el 24 de enero de 1929, apenas siete años antes de que estallara la guerra civil. Aquella contienda sin sentido marcó su vida, hasta el punto de llegar a convertirla, con el pasar de los años, en su principal materia narrativa. «La guerra civil me llegó en un momento terrible, tan joven, me hirió, me perjudicó mucho, a una mente joven, que no admite esa gran traición a los grandes valores de España. Yo no he podido olvidarlo y una parte de ello lo he recogido en mi obra», recuerda, aún con pesar.

Fantasía y realidad

Pero aquel joven herido logró zafarse de los grilletes ideológicos, que tanto lastran la libertad creativa. Estudió Filosofía y Bellas Artes y se especializó en lenguas eslavas. Debutó en 1951 con «Inútiles totales», obra a la que siguieron «El coral y las aguas» (1962) y «Artículos sociales de Mariano José de Larra» (1976).

Defensor de la novela como reconstrucción de la memoria, en 1980 apareció «Largo noviembre de Madrid», primer libro de su trilogía de la guerra civil en Madrid, completada con «La tierra será un paraíso» (1989) y «Capital de la gloria» (2003). En 2010 publicó «Desde los bosques nevados», libro capital sobre la literatura rusa a partir de Pushkin, Turguéniev y Chéjov; ese mismo año apareció «Brillan monedas oxidadas», su último libro de relatos, y en 2013 decidió recuperar «Misterios de las noches y los días», cuentos de 1992 con los que quiso «contar una realidad en la que sólo a través de la fantasía se podía profundizar».

Con la vista puesta ya en el retrovisor, más que en el mañana, Juan Eduardo Zúñiga cree que «este premio llega en un momento muy adecuado, hay que reconocerlo, es como si el destino me lo hubiera reservado para el final del camino, la última gota del camino, como decía Pío Baroja».

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